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La hípica de los Juegos Olímpicos de París 2024, bajo el foco por varias denuncias de maltrato animal, ha tomado medidas para proteger a los caballos de la ola de calor que azota el Castillo de Versalles, la majestuosa sede de las pruebas olímpicas.
Durante los últimos días, el bienestar de los caballos se ha convertido en un tema central de los deportes ecuestres a raíz de una serie de casos muy sonados. El primero, que sorprendió a toda la comunidad deportiva, tiene como protagonista a la tricampeona olímpica de doma clásica, la británica Charlotte Dujardin, quien renunció a competir en los Juegos tras conocerse un vídeo en el que se la veía maltratando a un equino durante un entrenamiento.
Aunque la jinete aseguró que este hecho ocurrió hace cuatro años, aceptó la suspensión de la Federación Ecuestre Internacional (FEI). “Lo que ocurrió fue completamente fuera de lo común y no refleja cómo entreno a mis caballos ni a mis alumnos, pero no hay excusa. Estoy profundamente avergonzada y debería haber dado un mejor ejemplo en ese momento”, escribió en sus redes sociales.
Poco después, el jinete brasileño Carlos Parro también recibió una advertencia de la FEI, luego de que miembros de la organización internacional animalista People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) denunciaran la hiperflexión a la que fue sometida su yegua Safira durante una técnica de doma ecuestre conocida como “rollkur”.
Este movimiento, además de ser “peligrosamente antinatural”, está prohibido en los eventos ecuestres internacionales, pues, según la organización, es “extremadamente doloroso y puede bloquear las vías respiratorias del caballo”, así como dañar su columna vertebral y ocasionar problemas de salud a largo plazo.
Ante dichos escándalos, la FEI ha elaborado un protocolo para resguardar a los animales del intenso calor que se vive en el imponente escenario del palacio de Versalles, antiguo epicentro de la realeza francesa y declarado patrimonio de la Humanidad en 1979. La normativa dispone de una vigilancia permanente de las condiciones climáticas, imágenes térmicas, seguimiento veterinario y estaciones de refrigeración suplementarias equipadas con agua fría.
“Ante todo, examinamos a los caballos, esto nos orienta en nuestras predicciones para poder actuar muy rápidamente”, explicó Göran Akerström, director veterinario de la federación. “Instalamos estaciones de refrigeración junto al terreno. También medimos las condiciones climáticas durante los calentamientos y tenemos veterinarios controlando a los caballos”, agregó.
Desde los Juegos de Atlanta 1996, la FEI se remite a la temperatura de bulbo húmedo, que mide el efecto combinado del calor, la humedad y la radiación solar en humanos y animales. Si se alcanza un umbral de 28 grados WBGT (diferentes a los Celsius), la federación activa su protocolo. En caso de condiciones extremas, se puede cancelar una competición, como ocurrió en una prueba de resistencia en la ciudad estadounidense de Tryon, Carolina del Norte, en 2018. ”En lo que respecta al calor, no hemos estado cerca de un aplazamiento o un retraso en Versalles”, aclara Akerström.
Por su parte, varios jinetes reconocieron que el clima les obligó a ejecutar algunos ajustes. “Hace mucho calor, pero somos profesionales. Tenemos que acortar el calentamiento”, dijo el británico Carl Hester, finalista de la competición de doma clásica individual y por equipos. “Normalmente, el calentamiento dura unos 45 minutos, pero con este tiempo va a durar entre 30 y 35 minutos”, detalló.