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Perder a una mascota es una experiencia difícil para muchas personas. Los animales de compañía acompañan la rutina diaria, brindan amor incondicional y un consuelo emocional que deja una huella difícil de borrar. Mariko, una joven estilista japocanadiense, vivió ese dolor tras la pérdida de Kuma, su inseparable compañero por más de 16 años.
Kuma, un perrito de raza shiba inu de pelaje negro con manchas blancas y marrones, llegó a su vida cuando tenía solo siete semanas de nacido. Más que una mascota, este canino fue su refugio emocional y un verdadero símbolo de hogar.
Según contó su cuidadora en redes sociales, durante los últimos meses, Kuma enfrentó un proceso de deterioro físico inevitable: perdió la audición, desarrolló cataratas, sufría de insuficiencia cardíaca, artritis, demencia canina y posiblemente un tumor cerebral. Mariko lo cuidó con ternura, acompañándolo paso a paso mientras la enfermedad avanzaba. Consciente del sufrimiento que el animal estaba enfrentando, tomó la difícil decisión de practicarle la eutanasia para evitarle más dolor.
En su cuenta de Instagram, Mariko compartió que Kuma fue también un sostén fundamental en uno de los momentos más difíciles de su vida: la enfermedad y fallecimiento de su madre. “Una tarde, la sorprendí trayendo a Kuma al hospital. Nunca olvidaré su expresión. Estaba tan feliz. Aunque sabía que no volvería a casa, él era todo lo que necesitaba ver”, escribió. La conexión entre su madre y el perro se convirtió en uno de los recuerdos más valiosos que conserva.
El último día de Kuma fue planeado con amor y gratitud. Mariko le preparó sus panqueques favoritos, lo llevó a Charleson Park, uno de sus lugares especiales, y compartieron momentos tranquilos bajo el sol. Justin Veenema, un fotógrafo especializado en mascotas, documentó la jornada como homenaje a la vida del perro. Horas después, en la tranquilidad del hogar y en el pecho de Mariko, Kuma fue dormido de forma digna, rodeado de amor.
“Esta es la decisión más difícil para quienes amamos a nuestros peludos, pero es parte de la responsabilidad que asumimos desde el día en que llegan a nuestras vidas”, expresó Mariko, reflexionando sobre el profundo compromiso que representa el bienestar animal.
La historia de Kuma tocó miles de corazones en redes sociales. El video del fotógrafo se volvió viral, generando una ola de empatía, solidaridad y apoyo para Mariko, quien confesó que por primera vez en más de 30 años no tiene un perro en casa. Aún no ha retirado los objetos de Kuma y sus gatos lo siguen buscando, pero con cada día que pasa, siente más certeza de haber hecho lo correcto.
“El tiempo se detuvo en casa”, escribió. “Pero sé que Kuma se fue en paz, sabiendo que fue amado hasta su último aliento”.
Más allá del dolor, esta despedida deja una lección sobre el amor incondicional, la compasión y la importancia de dejar partir cuando la vida ya no puede ser vivida con dignidad. En palabras de Mariko: “Mi amor por él es más grande que todos mis miedos juntos”.
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