Creían haber adoptado a un nuevo perro, pero era hijo del que acababan de perder

Ziggy y Rufus no solo compartían el pelaje y la mirada: también llevaban el mismo espíritu.

Foto: Muttville Senior Dog Rescue

Lo que comenzó como una búsqueda para llenar un vacío terminó en una de las coincidencias más sorprendentes que una familia amante de los perros podría vivir. Jillian Reiff y su familia, residentes de California, Estados Unidos, acababan de perder a Rufus, su perro de 16 años, cuando encontraron a Ziggy, un can que parecía haber salido del pasado: mismo color de pelaje, misma inclinación de cabeza, misma energía. Pero lo que parecía una casualidad estética resultó ser un lazo de sangre.

Solo cuatro días después de la muerte de Rufus, el 5 de abril, Reiff y su hija, incapaces de dormir por el duelo, revisaban perfiles de perros en adopción. En medio del insomnio, una imagen llamó la atención de la niña. “Mamá, mira a este perro”, dijo, mostrándole a Ziggy, un can que parecía el reflejo de Rufus. Al principio, Reiff pensó que se trataba de una vieja fotografía de su perro fallecido.

Ziggy estaba en el refugio Muttville Senior Dog Rescue de San Francisco. Madre e hija fueron a conocerlo. Lo adoptaron y apenas diez minutos después de la primera interacción, Ziggy actuó como si conociera la casa de toda la vida. “Saltó del auto, subió corriendo las escaleras y entró como si siempre hubiera vivido allí”, relató Reiff al Washington Post.

En los días siguientes, comenzaron a notar similitudes asombrosas entre Rufus y Ziggy, no solo en comportamiento, sino también en las pequeñas manías que solo una familia conoce. Las coincidencias dieron paso a la sospecha: ¿y si estaban conectados por algo más que el azar?

Movida por la intuición, Reiff recurrió a Embark, un servicio de análisis genético para perros. Semanas más tarde, los resultados confirmaron que Ziggy y Rufus compartían una mezcla idéntica de razas, 50% chihuahua y 50% terrier rat, pero el hallazgo más impactante apareció en la pestaña de “parientes”: Rufus figuraba como el padre de Ziggy.

Reiff, incrédula, pensó al principio que se trataba de una coincidencia con otro perro del mismo nombre. Pero no. Era su Rufus, el perro que los había acompañado en todos los hitos familiares: la propuesta de matrimonio, la boda (en la que incluso lució un pequeño esmoquin), el nacimiento de sus hijos y los años más importantes de sus vidas.

“Estallamos en llanto. Fue como si Rufus nos hubiera enviado un pedazo de sí mismo desde el más allá”, dijo Reiff.

Ziggy había sido encontrado vagando en marzo y rescatado por la organización Muttville. Hasta ahora, su historia previa sigue siendo un misterio. Reiff ha intentado reconstruir el vínculo entre ambos animales, sin éxito. “Seguimos encontrando puntos muertos”, explicó. No saben si padre e hijo convivieron en algún momento, o si fue una cría no planificada de años atrás.

Sherri Franklin, fundadora del refugio, aseguró al Washington Post que nunca había visto una historia así. “Es una auténtica casualidad. El universo funciona de maneras misteriosas. Esta familia estaba en duelo, y ahora tiene una segunda oportunidad con un perro hecho a su medida. Todos deseamos algo así cuando perdemos a nuestra mascota”.

Para Reiff, la llegada de Ziggy no fue simplemente un consuelo. Fue una especie de señal, un reencuentro inesperado. “No fue solo un final feliz. Fue el final más loco que podrías escribir”, concluyó.

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