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Un cliente del restaurante Ornella en Madrid expresó su descontento por la presencia de perros en el local. En una reseña publicada en línea, el comensal se mostró indignado por la cercanía de las mascotas a las mesas de otros clientes y la interacción entre los perros y el personal.
“Impensable comer en un lugar donde los animales (perros) están pegados a las mesas de otros comensales y el personal del local les acarician y sin lavarse las manos sirven la comida a otras mesas”, denunció el cliente. Añadió que no veía adecuado que los perros se pusieran “al mismo nivel que los seres humanos” y concluyó con un enfático: “¡No mascotas en restaurantes! Estamos perdiendo el Norte”.
Este comentario desató una respuesta contundente y con cierto toque de humor por parte del dueño del restaurante, Enrique Bosco. En lugar de tomar la queja como una crítica negativa, Bosco defendió su postura de permitir mascotas en su establecimiento. En su respuesta, dejó claro que las acusaciones del cliente no se ajustaban a la realidad del local.
“Nos imaginamos la escena. Perros dirigiendo el restaurante, camareros acariciando sin control, comida volando por los aires…”, comentó irónicamente. “Lamentablemente, la realidad es mucho más aburrida: en nuestro restaurante los camareros no pueden tocar animales y cumplimos con todas las normativas de higiene (se lavan las manos constantemente en el turno de trabajo)”, aclaró Bosco.
Además, el dueño del restaurante ofreció al cliente una posible solución si decidía darle una nueva oportunidad al local. “Si en el futuro decide darnos otra oportunidad, le garantizamos que la única mano que tocará su comida será la del chef… y si ve un perro cocinando avísenos porque eso sí nos preocuparía”, bromeó.
Este intercambio de opiniones no solo reflejó un incidente puntual, sino que también volvió a poner sobre la mesa el debate que sigue siendo un tema de discusión en muchos establecimientos: ¿deben permitirse los perros en los restaurantes?
El debate sobre los perros en restaurantes
El caso del restaurante Ornella es solo un ejemplo de la división de opiniones que existe sobre este tema. Mientras que para algunos, permitir a los perros en los restaurantes es una forma de hacer que los dueños de mascotas puedan disfrutar de sus comidas sin tener que dejar a sus animales en casa, para otros, la presencia de mascotas puede resultar incómoda, antihigiénica y potencialmente molesta.
Este debate sobre la convivencia entre humanos y mascotas en los restaurantes ha llevado a muchos establecimientos a implementar normas claras. Algunos han optado por adaptar sus locales para ser “pet-friendly”, es decir, amigables con las mascotas, colocando una pegatina en su fachada que indica que permiten la entrada de animales. Sin embargo, esta política no es universal. Otros restaurantes han decidido mantener sus espacios libres de animales, priorizando la comodidad y tranquilidad de los clientes que no desean compartir su experiencia gastronómica con perros.
El tema de la higiene es una de las principales preocupaciones para aquellos que no apoyan la presencia de perros en restaurantes. Sin embargo, muchos locales que permiten animales han tomado medidas para asegurar que la calidad del servicio no se vea comprometida. Estas medidas incluyen la prohibición de que los camareros toquen a los animales, así como la obligación de seguir estrictas normas de higiene, como lavarse las manos constantemente durante el turno de trabajo.
La elección final recae en los clientes
Al final, la decisión de permitir o no perros en los restaurantes queda en manos de los propietarios, quienes deben tomar en cuenta las necesidades y preferencias de sus clientes. La clave está en ofrecer opciones para todos. Los clientes que disfrutan de la compañía de sus mascotas pueden buscar restaurantes “pet-friendly”, mientras que aquellos que prefieren evitar los animales pueden elegir establecimientos donde no se permita su presencia.
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