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Hace cinco años, un perrito callejero de apenas un año de edad llegó a Medellín desde las calles de Barranquilla. Era la época de pandemia y, en medio del caos, surgió la esperanza: la Fundación Escuadrón Solidario comenzaba su labor de rescate y atención a perros vulnerables en distintas regiones de Colombia. Entre los muchos casos que atendieron, uno se destacó por su nobleza y ternura: Julio.
Julio apareció en una construcción, solitario y desorientado. Con el tiempo, fue ganándose el corazón de quienes lo rodeaban, hasta convertirse en parte de la red de animales rescatados por la Fundación. Su destino pareció cambiar cuando una familia interesada, que cumplía con todos los requisitos—profesionales, con estabilidad económica y una perrita en casa— decidió adoptarlo.
Fue llevado desde Barranquilla hasta Santa Fe de Antioquia, donde vivió años de felicidad junto a su nueva “hermanita” canina. Entre juegos, campos abiertos y afecto, Julio floreció. Sin embargo, el fallecimiento de su compañera marcó un antes y un después. El lazo entre ellos era tan fuerte que, tras su partida, Julio comenzó a decaer física y emocionalmente.
Poco después, los miembros de la familia que lo adoptó fueron dejando la finca en Santa Fe de Antioquia para construir sus vidas en la ciudad. Julio quedó bajo el cuidado del mayordomo de la casa, pero el vacío emocional, la falta de compañía y la ausencia de un entorno familiar pasaron factura. Su salud comenzó a deteriorarse: se le pelaron las patas y su ánimo se apagó.
Ante el evidente abandono emocional y físico, la Fundación Escuadrón Solidario decidió intervenir. Lograron recuperar a Julio, quien hoy se encuentra en un hogar de paso, en espera de una nueva oportunidad. “No se trata de que no lo quieran, sino de que ya no tienen cómo llevárselo. Pero nos preocupa profundamente”, aclara una vocera de la fundación.
Julio no es un perro viejo ni enfermo. Todo lo contrario, es amoroso, activo y tiene un instinto protector propio de un perro que ha vivido en el campo. Es un animal noble, que aún tiene mucho amor por dar.
En redes sociales, la historia generó oleadas de indignación hacia la familia adoptante. Desde la fundación prefieren no alimentar el juicio público: “La gente tiende a señalar. Yo no los justifico, pero tampoco los voy a exponer. Entiendo que hay situaciones difíciles. Nuestro enfoque es uno solo: encontrar una solución para Julio”.
Hoy, más que nunca, Julio necesita un hogar definitivo que lo cuide y lo ame para siempre. Mientras tanto, la Fundación busca un hogar de paso que le brinde cuidados y cariño, y ya prepara una campaña de adopción para lograr que este perrito tenga un final feliz que dure toda la vida.
¿Quiere ayudar a Julio?
Las personas interesadas en adoptar a Julio pueden ponerse en contacto con la Fundación Escuadrón Solidario a través de sus redes sociales.
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