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Los perros no solo brindan compañía, lealtad y cariño a sus tutores, también prestan importantes servicios a la sociedad. Un ejemplo de esto son los caninos de apoyo comunitario y psicosocial que ayudan en la recuperación emocional de aquellas personas víctimas de episodios traumáticos como desastres naturales, eventos terroristas, guerras, maltrato emocional, agresiones físicas o sexuales, etc. En Colombia, la Cruz Roja seccional Cundinamarca y Bogotá es pionera en este tema con su Programa Social Canino.
Esta iniciativa nació bajo la premisa de que no todos los perros son aptos para las labores de búsqueda y rescate, pero sí tienen habilidades muy valiosas que ayudan en el bienestar de los humanos. El programa está compuesto por 16 binomios (hombre-perro) y 15 manos libres (personas con formación en comportamiento canino capaces de asumir funciones de guía) de las tres líneas del voluntariado de la Cruz Roja: socorristas, damas grises (voluntariado femenino enfocado en el desarrollo comunitario) y juventud.
“El Programa Social Canino es un grupo de voluntarios que un día decidieron no solo tener un perro, sino también educarlo para una razón social. Trabajamos con comunidades, empresas, albergues, fundaciones, ancianatos y colegios en temas como la prevención, la reducción y la recuperación después de una emergencia”, explica Estela Daza, voluntaria socorrista y líder del programa.
Los perros de apoyo comunitario y psicosocial de la Cruz Roja ayudan a reducir el estrés y la ansiedad en situaciones adversas, crean entornos de seguridad y confianza, fomentan el bienestar emocional, haciendo que las personas se sientan escuchadas y comprendidas, e, incluso, asisten en el reconocimiento de señales de abuso sexual, especialmente en niños.
“Muchas veces, después de un evento traumático, las personas no pueden expresar sus sentimientos. Hacemos talleres por medio de los perros y logramos que las víctimas empiecen a contar sus historias, ahí es cuando damos el paso para que entre el psicólogo y haga su trabajo con cada uno de ellos. En los colegios, por ejemplo, muchas veces los niños no quieren hablar, pero cuando ven a nuestros perritos inmediatamente cambian de actitud. Ellos saben que el perro no juzga, no critica, solo se deja querer. Este apoyo psicosocial funciona muy bien en casos como el bullying”, cuenta Daza.
El Programa Social Canino de la Cruz Roja cree firmemente que para esta importante labor no existen razas mejores que otras, por eso, todos los perros son aceptados independientemente de su raza, tamaño o edad. Varios de sus integrantes han sido rescatados de las calles. El único requisito es que los animales no sean agresivos y se dejen acariciar. Todos deben pasar por un entrenamiento que puede durar entre 12 y 18 meses, aproximadamente. En este proceso también interviene el binomio, es decir, la persona encargada de manejar al animal.
“Cuando rescatamos a un perro corremos el riesgo de que este haya sido maltratado y venga con algunas secuelas, entonces tenemos que trabajar un poquito más con él, mínimo una hora diaria. Nosotros nos reunimos cada ocho días con dos instructores de la Línea Social Canina y revisamos tareas, revisamos situaciones de los perros, muchas veces hay que hacer modificación de conductas. Los guías se comprometen a realizar las tareas, a ir implementando las habilidades y destrezas que requiere la mascota”, explica Daza.
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