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Durante tres días, un perro criollo permaneció inmóvil frente a la cortina metálica de un local clausurado en el centro de Culiacán, Sinaloa, México. Su nombre es El Negro, como lo conocen en la comunidad, y su imagen, tendido en el andén sin comer, sin ladrar y sin apartar la vista del negocio cerrado, conmovió a cientos de personas en redes sociales. Allí, su dueño había sido asesinado a balazos durante un ataque.
La escena ocurrió en la calle María Morelos, entre Colón y Escobedo, donde se presentó un tiroteo en un establecimiento que presuntamente funcionaba como casino clandestino. El ataque dejó dos muertos, uno de ellos el hombre al que el perro acompañaba, y dos personas heridas: una mujer y un hombre.
Afuera, ajeno al operativo, al caos y al bullicio citadino, El Negro se convirtió en testigo silencioso del crimen. Según Revista Espejo, el perro permaneció día y noche frente a la cortina, debilitado, sin reaccionar a los intentos de alimentarlo o hidratarlo. Su presencia fue interpretada por muchos como un gesto de lealtad absoluta, incluso frente al dolor, el miedo o el calor extremo.
La fotografía del animal, inmóvil entre las sombras del local clausurado, conmovió a vecinos, comerciantes y transeúntes que comenzaron a dejarle agua, croquetas e incluso cobijas. “Quizá no entiende que su mejor amigo salió en una bolsa de plástico blanca para no regresar”, escribió Espejo al retratar la escena. Con el paso de las horas, los mensajes en redes sociales lo bautizaron como el “Hachiko de Culiacán”, en alusión al célebre perro japonés que esperó durante años a su amo fallecido.
Las muestras de afecto y preocupación por el animal se multiplicaron en redes sociales. Algunos pedían ayuda veterinaria; otros ofrecían hogares temporales. Pero la mayoría coincidía en algo: el perro no parecía querer moverse. “Estaba ahí, como si lo único que esperara fuera volver a ver a su compañero”, relató un comerciante del sector.
Finalmente, el lunes 21 de julio, un grupo de activistas anónimos intervino. Según declaraciones de Óscar Sánchez Beltrán, secretario de la Unión de Locatarios del Centro de Culiacán, el rescate fue pacífico. El perro no opuso resistencia, aunque fue necesario el uso de un bozal y una jaula metálica para su traslado.
El Negro fue llevado a una clínica veterinaria, donde se le detectaron signos de enfermedades potencialmente graves. Por el momento, no está claro si quedará bajo el cuidado de una organización animalista, una entidad oficial o un particular. Lo único confirmado es que está recibiendo atención médica.
Este no es el primer caso de un perro afectado por la violencia en Culiacán. Meses atrás, en la colonia Colinas de San Miguel, otro can resultó herido durante el asesinato de su dueño. También fue rescatado, pero su salud se encontraba comprometida.
Hoy, mientras El Negro se recupera en silencio, muchos esperan que encuentre un nuevo hogar. Aunque no son pocos los que creen que su corazón, marcado por la pérdida, aún no está listo para mudarse.
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