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La adopción de un animal de compañía es un gran compromiso que debe tomarse con total responsabilidad y en consenso con la familia, nunca de manera individual o impulsiva. Con esto se evitarían casos como el de Ternura.
Ternura es un perro criollo, de color negro y manchas blancas, que fue adoptado en abril, pero que regresó al refugio debido a que el hijo de su dueña nunca conectó con él.
“Devuelven a Ternura después de tres meses, simplemente porque el hijo de la familia no se adaptó a él”, explican desde Adopta Corazoncitos Peludos.
El refugio, ubicado en Buenos Aires, Argentina, aseguró que Ternura no regresó por ser un perro malo ni difícil, al contrario, su ternura fue su peor defecto. Y aunque su dueña lo amaba con todo su corazón, su hijo nunca lo quiso. Ella no quería que Ternura sufriera más el desprecio y la indiferencia y por eso, y con el mayor dolor, lo regresó.
Ahora este peludo, de dos años y tamaño mediano, busca una familia con urgencia, donde su ternura no sea un defecto, sino su mayor virtud. El perrito se entrega castrado, desparasitado y con las vacunas al día.
“Es un dulce, buen compañero, y sería la adición perfecta para cualquier familia”, dicen sus rescatistas en redes.
El caso de Ternura nos recuerda que a veces el amor no es suficiente, un animalito necesita tranquilidad, paz y no solo cariño. La invitación siempre será a adoptar, pero de manera responsable y consciente.
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