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Adoptar un animal de compañía no es una decisión que deba tomarse a la ligera. Antes de hacerlo, debe evaluar si cuenta con los recursos económicos, el tiempo, el espacio y la disposición para cuidar a otro ser. Con estos requisitos, se garantiza que los peludos adoptados no regresen al refugio, pero esto no siempre ocurre.
Esta semana, la fundación Patitas en Acción, ubicada en Buenos Aires, Argentina, compartió el triste caso de Pipo. “Nos devolvieron a Pipo... Como si fuera una prenda de ropa que no te quedó bien”, escribieron en redes sociales.
La historia de Pipo
A Pipo lo rescataron a finales de febrero de este año. El peludo, de 7 años, estaba deambulando por el medio de una avenida, con el riesgo de ser atropellado por algún vehículo. Gabriela, una transeúnte, lo vio y decidió ayudarlo, llevándoselo a su casa y curando sus heridas.
Al principio, sus rescatistas pensaron que estaba perdido, pues tenía signos evidentes de pertenecer a un hogar: “creemos que tuvo un hogar porque lo encontramos en muy buen estado y tiene las costumbres hogareñas: dar la pata, dormir en una camita, jugar con la pelota y abrir puertas”.
No obstante, con el paso del tiempo, percibieron que no era así, pues nadie había preguntado por Pipo. Ahí descubrieron que había sido cruelmente abandonado, tal vez debido a su avanzada edad.
El triste regreso de Pipo al refugio
Patitas en Acción publicó su historia en redes sociales y rápidamente llamó la atención de todos. Una familia se interesó y realizó todos los papeles para su adopción, preguntando por su raza, tamaño, edad y hasta enfermedades. Los rescatistas brindaron toda la información para que conocieran de antemano sus características y no lo abandonaran de nuevo. Los adoptantes revisaron todo, aceptaron y se llevaron a Pipo a su hogar. Sin embargo, el resultado no fue el esperado. Pipo fue devuelto al refugio tan solo 48 horas después de su adopción. ¿La razón? Su gran tamaño.
“En 48 horas su adoptante decidió devolverlo sin dar la cara y mediante un familiar, ya que al final prefería algo más pequeño… es sumamente cruel jugar así con Pipo”.
En busca de un final feliz para Pipo
Los rescatistas quedaron devastados tras el regreso de Pipo, porque saben que es un perro que merece tener un final feliz y una familia que lo ame incondicionalmente, desmotándole que, pase lo que pase, nunca más lo van a dejar atrás.
Pipo tiene 7 años. Es de tamaño mediano (25 kg). Está castrado, vacunado y desparasitado. Se lleva muy bien con otros perros. Sabe pasear, hacer sus necesidades afuera y se queda solo varias horas con otros perritos de forma excelente. Es el compañero ideal para cualquier persona.
Si está en Argentina y quiere cambiar la vida de Pipo brindándole un hogar lleno de amor y cariño, puede completar el formulario que se encuentra en el siguiente enlace o escribir a la fundación en privado.
No obstante, y como mencionamos al principio, tenga presente que adoptar no es juego, es una responsabilidad que dura, al menos, 15 años. Adoptar no es la única forma de ayudar a los animales sin hogar, también puede hacerlo por medio de donaciones o siendo voluntario en el lugar.
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