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Randy, Lola, Yako y Cratos son perros pitbulls que, debido a su aspecto físico imponente caracterizado por una musculatura fuerte y robusta, pueden llegar a generar miedo en algunas personas. Estos caninos han tenido que enfrentar situaciones difíciles como el abandono y el maltrato extremo. Además, del rechazo y la estigmatización por ser considerados como animales “peligrosos”. Sin embargo, al igual que los demás caninos, estos peludos son amorosos, cariñosos y están dispuestos a brindar mucho amor. A pesar de los prejuicios que hay alrededor de ellos, estos animales han llegado a tener una vida digna y feliz gracias a Pitbull´s de Corazón, un proyecto social que se encarga de acoger y cuidar a los caninos vulnerables como ellos.
Mónica Parra, la fundadora de Pitbull´s de Corazón, nació en el municipio de Soacha, Cundinamarca, en un entorno marcado por la desigualdad, la escasez y la violencia, especialmente, la que se ejerce contra los animales. Desde muy pequeña comenzó a presenciar en su comunidad la falta de cultura y respeto que había hacia estos seres vivos: los abandonaban y maltrataban sin compasión alguna. Eso hizo que desde temprano naciera en ella un deseo genuino por ayudar a perros y gatos indefensos que se la pasaban deambulando por las calles en busca de alimento y refugio. “Para mí las personas siempre han sido muy complejas, difíciles de entender. En cambio, con los animales siempre he conectado de una. Ellos son mi lugar seguro”, cuenta Mónica.
Con tan solo 10 años, Mónica comenzó a “meterse en problemas” llevando a su casa perros en mal estado que se encontraba en la calle y que nadie podía tener. Desde ese momento empezó a crear su proyecto social dedicado a rescatar animales vulnerables, aunque no fue hasta el 2016 que tomó forma y se llamó Pitbull´s de Corazón.
Ese año llegaron a ella dos animales que cambiaron su vida: Pancha, una labradora que venía de un entorno vulnerable, y Jordan, un pitbull mestizo de tipo barcino (los más comunes en las perreras) que tenía problemas de conducta. Esto coincidió también con la publicación del nuevo Código de Policía, el cual establecía los ejemplares caninos considerados “potencialmente peligrosos”, entre los que se encontraban justamente los pitbulls.
“Ese perro nos puso el mundo patas arriba a mí y a mi familia. Nunca nos había pasado que nos gritaran en la calle, que nos menospreciaran, que nos amenazaran, que nos persiguieran en centros comerciales y en el transporte público. Yo nunca había cargado con esa responsabilidad a nivel social. Me sentía identificada con él porque yo era tratada así cuando salía de mi municipio. Sentía ese desprecio, ese estigma, esa discriminación. Para ese entonces ya llevaba seis años trabajando con animales callejeros y había tenido cientos en mi casa, pero mi proyecto social no tenía nombre. Conecté tanto con Jordan que dije ´esto se tiene que llamar Pitbull´s de Corazón´”, dice Mónica.
Según la rescatista, la idea de nombrar a su proyecto Pitbull´s de Corazón era dar a entender a las personas que, sin importar la edad, el tamaño o la apariencia física de los caninos, la esencia de todos siempre es la misma: el amor que son capaces de brindar. “Cuando tú desconoces algo, la reacción más instintiva es temerle, querer erradicarlo, querer alejarlo de ti. Esto es lo que pasa con este tipo de perros. Cuando salió el Código de Policía comenzamos a ver muchos pitbulls en la calle. Empecé a trabajar con ellos, a conocerlos. El tiempo que estuve con Jordan fue de mucho aprendizaje para mí”.
Tres años después llegó lo que Mónica considera su tragedia más grande: la muerte de sus dos animales. Primero murió Pancha, la labradora, a causa de un envenenamiento accidental. Eso la afectó profundamente. Poco después, Jordan empezó a decaer, a enfermarse y a perder peso. Aunque lo llevaron al médico veterinario y le hicieron miles de exámenes, nunca supieron que tenía realmente y finalmente falleció. Estos sucesos hicieron que el deseo de Mónica de ayudar a los animales creciera aún más. “Empecé a transitar mi dolor en el proyecto social”.
Con la ayuda permanente de su familia, que nunca la ha dejado sola en esto, Mónica siguió con lo que ella considera su vocación de vida: el rescate y la rehabilitación de animales, especialmente de pitbulls. En su camino, la rescatista acepta que ha cometido errores como tener más animales de los que ella sola puede cuidar y hacer procesos de adopción sin tanta rigurosidad. Esto se ha visto reflejado de diferentes formas, como, por ejemplo, en la devolución de caninos que ya habían conseguido familias aparentemente responsables. Sin embargo, estas experiencias le han enseñado a hacer las cosas de forma diferente y mucho más consiente.
“Es muy sencillo querer tener un perro, pero adoptarlo con responsabilidad, eso es todo un reto. Muchas adopciones de animales no nacen de un deseo genuino, sino de un impulso y una expectativa idealizada. Yo me dejaba guiar por eso y terminaba dándole peluditos a personas que no estaban dispuestas a cuidarlos de por vida. Ahora hago las cosas de forma diferente, principalmente, porque mi prioridad es ese animal que ha pasado por muchas cosas complicadas en su vida. Es él quien se deba adaptar a la persona, no al revés”.
Cada perrito que conforma la manada de Pitbull´s de Corazón es diferente, único e irrepetible. Por eso, todos los procesos de adopción son distintos. Hay casos complejos donde los animales deben pasar por un proceso largo de socialización y adaptación que puede durar varios meses. Mónica recalca que estos caninos son especiales, muchos tienen un comportamiento bastante reactivo, esto se debe a que han pasado por situaciones de abandono y maltrato extremo. Los interesados en adoptar a uno de estos seres sintientes deben estar dispuestos a vivir este proceso con mucha paciencia. Además, solo se entregan a los animales con microchip y una póliza de seguro.
“La peor forma de dar en adopción a un perro es que la gente lo escoja por cómo se ve. Por eso no aceptamos a personas superficiales. Tampoco hacemos procesos con personas impulsivas. Los pitbulls ya tiene suficiente dinamita y lo que necesitan son familias tranquilas, precavidas y responsables que los quieran y sepan condensar su energía. Lo más importante es que tengan claro que esta decisión es para toda la vida. Tú no puedes desadoptar a alguien, esa responsabilidad la debes mantener con en el tiempo”, explica Mónica.
Actualmente, la manada de Pitbull’s de Corazón está integrada por 17 perros, nueve se encuentran en la casa de Mónica, en Soacha, y los otros ocho están dispersos en Bogotá, La Calera y Tocancipá, en guarderías y hogares de paso, donde reciben cuidados de rehabilitación. El proyecto social usa espacios comunitarios, no cuenta con un lugar propio ni alquilado, sino que hace gestión con personas particulares. Además, se sostiene gracias a las donaciones, los padrinos y los voluntarios que aportan su grano de arena para ayudar todos los días. Aun así, los recursos muchas veces no alcanzan, algunos caninos tienen enfermedades crónicas y requieren una alimentación especial que resulta bastante costosa.
Por esta y otras razones personales, hace poco más de un año Mónica tomó la decisión de no recibir a más animales, por lo menos, hasta que los que ya se encuentran bajo su cuidado consigan un hogar permanente. La visión a largo plazo de Mónica con su proyecto social no es tener una fundación de animales, sino un centro de rehabilitación.
“Yo soñaba con tener una fundación y llenarla de perros, pero ese no debería ser el sueño de nadie, no deberían existir perritos sin familia. Lo que yo quiero es acompañar procesos felices, de adopciones, de cuidados y de atención. Hay muchos perros que no solo necesitan de rehabilitación física, sino también emocional. Mi sueño es tener un espacio seguro donde pueda recibir animales vulnerables, violentados, con traumas y problemas de conducta y que les podamos brindar ese apoyo y amor que necesitan para encontrar una familia permanente”.
Si quiere ayudar a la manda de Pitbull´s de Corazón, puede comunicarse al WhatsApp +57 305 7946775 o a la cuenta de Instagram pitbullsdecorazon.
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