
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Es común que quienes pasean con sus perros noten una conducta que puede parecer desconcertante: el animal, justo en el momento de defecar u orinar, voltea la mirada hacia su dueño. Según especialistas en comportamiento animal, esta actitud no es un acto de descaro ni falta de privacidad, sino una expresión de un instinto profundamente arraigado en la evolución de la especie.
En su estado natural, los perros mantienen una postura de alerta constante para protegerse de posibles amenazas. Sin embargo, cuando defecan, adoptan una posición que limita su capacidad de defenderse o huir con rapidez. Por ello, recurren a su instinto de manada y buscan la protección que les brinda su entorno social. Al mirar a su dueño, el perro está reforzando su sensación de seguridad, pues interpreta que alguien vigila su espalda y le alertará si surge algún peligro.
La veterinaria Kathryn Primm lo explica con claridad: “La defecación es uno de los momentos de mayor vulnerabilidad para un animal. Durante esos instantes, el perro necesita confirmar que alguien lo protege ante cualquier eventualidad”.
Además de esta necesidad instintiva de protección, este comportamiento está relacionado con el vínculo emocional que une a perros y dueños. El contacto visual funciona como una forma de comunicación no verbal: el perro busca una señal de calma, aprobación o afecto. A lo largo de miles de años de domesticación, los perros han desarrollado la capacidad innata para interpretar las señales humanas, convirtiendo esa mirada en un puente emocional que transmite confianza, apego y dependencia.
No toda mirada canina durante este acto responde únicamente al instinto. Si durante el adiestramiento ha premiado a su perro tras hacer sus necesidades, es probable que él haya aprendido a asociar ese momento con una recompensa. En esos casos, la mirada puede tener también la expectativa de recibir un refuerzo positivo o evitar una reprimenda. Este comportamiento aprendido no es exclusivo de cachorros; si mantiene la costumbre de premiarlo regularmente, su perro interpretará su mirada como una solicitud de aprobación o recompensas continuadas.
Los especialistas recomiendan que, ante esta mirada, se responda con calma y neutralidad. Un gesto relajado o una palabra suave son suficientes para tranquilizar al animal y reforzar su sensación de protección, sin generar ansiedad ni la necesidad constante de aprobación. Ignorar o regañar podría provocar inseguridad o incomodidad en un acto que ya es intrínsecamente vulnerable para el perro.
Si ha estado incentivando esta conducta con premios alimenticios, conviene sustituir esas golosinas por caricias, juegos u otro tipo de refuerzo menos condicionante, que favorezca la conexión sin crear dependencia excesiva de las recompensas.
Lejos de ser un acto desafiante o extraño, la actitud del perro al mirarlo mientras hace sus necesidades refleja una combinación entre instinto de protección, vínculo emocional y, en ocasiones, hábitos aprendidos. Todo esto responde a la naturaleza social de los perros, que dependen de su manada para sentirse seguros.
Comprender este comportamiento no solo fortalece el vínculo entre mascota y dueño, sino que también aporta claves sobre cómo responder adecuadamente en situaciones cotidianas del cuidado diario. Cuando su perro lo mire en ese momento, aparentemente incómodo, recuerde que está expresando, sin palabras, que confía en usted para protegerlo.
🐾 ¿Quiere estar al día y conocer las últimas noticias sobre el mundo animal? Lo invitamos a verlas en La Red Zoocial. 🐶🐱
