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Algunos canes pueden detestar varias prácticas de sus dueños, pero sus propietarios no se percatan de ello. En general, estos animales no soportan que no se les permita olfatear su entorno, la falta de rutina y el invadir su espacio personal. Incluso los canes más tranquilos podrían desaprobar ciertas acciones humanas.
En primer lugar, el invadir el espacio personal de los canes puede resultar molesto si se hace de forma abusiva. Ellos pueden disfrutar al compartir tiempo con las personas que quieren, pero a veces pueden encontrar incómodo que invadan su espacio físico, especialmente a través de los abrazos excesivos. La forma más recomendable de mostrarles afecto es mediante suaves caricias en el pecho, la zona del cuello y la barbilla.
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Otra práctica común en los hogares que puede fastidiar a los canes son los olores. Con un olfato excepcional, los perros se ven afectados por olores como cítricos, alcoholes, productos de limpieza y perfumes. Estos aromas pueden resultar molestos y provocar reacciones inusuales en ellos.
Hay que tener en cuenta que los perros encuentran gran placer en los paseos, y no solo por el ejercicio que obtienen. Cuando algunas personas llevan a su perro a dar paseos al aire libre, les están brindando una oportunidad para explorar el mundo que los rodea. Los compañeros caninos se sumergen en esta exploración principalmente a través del olfato, seguido por sus otros sentidos (a diferencia de la mayoría de los humanos, que suelen explorar el mundo principalmente a través de la vista). Por ello, apresurar a los canes durante los paseos sin permitirle detenerse para oler (y marcar) no es una práctica amable.
Los canes suelen disfrutar y esperar con ansias las llegadas de sus dueños, la hora de la comida y los paseos diarios. Por ello, también es recomendable establecer una rutina, pues los cambios en estas rutinas les pueden resultar molestos y confusos, por lo que lo mejor es respetar sus horarios.
Otros perros pueden disfrutar del contacto físico y los abrazos. No obstante, la forma que tienen estos animales para demostrar que rechazan el contacto físico es cuando se tensan, evitan el contacto visual, bajan las orejas y se lamen la boca.
El llevar tensa la correa también puede incomodarlos bastante, pues esto les puede generar estrés y nerviosismo. Al soltarla un poco, se permitirá que el perro se calme. Si el dueño siempre la tira hacia su lado, el can podría pensar que está en peligro y reaccionará de manera inadecuada.
Los fuertes ruidos pueden generar un gran temor y confusión en los canes. Esto se debe a que sus oídos son más desarrollados y sensibles que los de los humanos. Rayos, estruendos, pólvora, gritos o música a todo volumen les generan miedo, estrés y ansiedad.
Por último, los regaños y la agresión son detestados por parte de cualquier animal. Como explica el portal The Spruce Pets, aunque los perros no pueden comprender las palabras que usan sus dueños, captan las emociones y el lenguaje no verbal. En el caso de un can sensible o temeroso, es probable que las personas descubran que gritarle y castigarlo de forma dura realmente lo asusta o perturba. El miedo no suele traducirse en respeto, por lo que se debilitará el vínculo con las mascotas.
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En general, el refuerzo positivo es la forma de entrenamiento más efectiva. Para corregir comportamientos indeseados, se puede intentar redirigir a los perros hacia una conducta preferida en lugar de gritarlo o golpearlo. Entrenar a un perro para soltar elementos indeseados, o para llamar su atención mientras esté haciendo algo incorrecto, son formas certeras de generar comportamientos positivos en ellos. Lo más importante es recompensarlo siempre que obedezca.
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