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¿Qué sienten los perros al ser adoptados?

Comprender estos sentimientos no solo ayuda a los adoptantes a fortalecer el vínculo con sus nuevos compañeros, sino que también mejora significativamente la calidad de vida del animal.

La Red Zoocial
13 de mayo de 2025 - 10:38 p. m.
Algunos se muestran retraídos y tímidos, mientras que otros reaccionan con hiperactividad o agresividad.
Algunos se muestran retraídos y tímidos, mientras que otros reaccionan con hiperactividad o agresividad.
Foto: Freepik
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Cuando un perro es adoptado, no solo cambia su entorno físico, también se transforma profundamente su mundo emocional. Aunque los perros no pueden expresar con palabras lo que sienten, sus comportamientos, lenguaje corporal y reacciones revelan una amplia gama de emociones que experimentan durante y después del proceso de adopción. Comprender estos sentimientos no solo ayuda a los adoptantes a fortalecer el vínculo con sus nuevos compañeros, sino que también mejora significativamente la calidad de vida del animal.

De la incertidumbre a la esperanza

Muchos perros que llegan a un refugio han pasado por experiencias traumáticas: abandono, maltrato, negligencia o la pérdida de sus dueños. Estas vivencias generan en ellos una mezcla de miedo, ansiedad y desconfianza. En el refugio, aunque reciben atención básica y cariño por parte del personal, la falta de un entorno familiar estable puede afectar su estado emocional.

Algunos se muestran retraídos y tímidos, mientras que otros reaccionan con hiperactividad o agresividad, conductas muchas veces malinterpretadas como “mal comportamiento”, cuando en realidad son expresiones del estrés que sienten.

Cuando un perro es adoptado, su primera reacción suele estar marcada por la confusión. No comprende del todo qué está ocurriendo, pero percibe los cambios en el entorno y en las personas a su alrededor. Durante los primeros días en su nuevo hogar, el animal puede mostrarse inseguro, incluso asustado. No obstante, a medida que pasa el tiempo, comienza a asociar su nuevo espacio con rutinas predecibles, seguridad y afecto.

El proceso de adaptación emocional

La adaptación de un perro adoptado varía según su personalidad, su historia de vida y el ambiente que encuentra en su nuevo hogar. Algunos perros establecen lazos de confianza en pocos días; otros pueden tardar semanas o incluso meses. Durante este tiempo, el perro experimenta una gama de emociones que van desde la desconfianza inicial hasta el cariño y la gratitud genuina.

Un cambio notable en su conducta suele observarse cuando empieza a relajarse: duerme más profundamente, explora la casa sin miedo, busca el contacto con su nueva familia o incluso juega con sus juguetes. Estos comportamientos son señales de que el perro comienza a sentirse seguro y querido. En muchos casos, la transformación emocional es tan profunda que algunos perros que llegaron temerosos o agresivos se convierten en compañeros tranquilos, afectuosos y leales.

La relación que un perro desarrolla con su adoptante puede tener un impacto tan fuerte como la que forma un ser humano con un amigo cercano. Numerosos estudios han demostrado que los perros no solo reconocen a sus cuidadores, sino que también sienten apego por ellos.

Al ser adoptado, un perro no tarda en identificar quién es su figura de referencia, y muchas veces, esta conexión emocional se traduce en comportamientos como seguir a su dueño por toda la casa, mostrar alegría al verlo regresar o intentar protegerlo frente a lo que percibe como una amenaza.

Además, los perros son capaces de leer las emociones humanas y responder de manera empática. Un perro adoptado que ha encontrado amor y estabilidad desarrollará con frecuencia una sensibilidad especial hacia su familia, como si recordara que antes no tuvo la misma suerte. Muchos adoptantes relatan cómo sus perros “parecen saber” que fueron rescatados y responden con una lealtad conmovedora.

Más que una segunda oportunidad

Adoptar a un perro no es solo brindarle un hogar, es ofrecerle una nueva vida. Los perros, aunque no razonan como los humanos, sí experimentan emociones complejas como el miedo, el afecto, la tristeza y la alegría. Por eso, el acto de adoptar no solo cambia el destino del animal, sino también su mundo emocional. Con paciencia, amor y comprensión, el perro adoptado aprende a confiar de nuevo, a jugar sin miedo y a sentirse parte de una familia.

Para quienes dudan en adoptar, basta observar los ojos de un perro que ha encontrado un hogar: brillan con una mezcla de calma, esperanza y agradecimiento. Es la prueba más clara de que ellos también sienten.

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