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En muchas partes de Colombia, tener loros en las casas es una práctica bastante común. Estas aves son sacadas de su hábitat natural para ser vendidas como mascotas exóticas en el mercado ilegal. Sin embargo, esta especie no es un animal de compañía y su permanencia en hogares humanos es altamente perjudicial para su bienestar. Los loros necesitan vivir en su hábitat natural para desarrollarse adecuadamente y cumplir con su función biológica: la dispersión de semillas en los ecosistemas.
De acuerdo con el Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal, decenas de loros que han vivido por años en cautiverio llegan al Centro de Fauna Silvestre con lesiones en su plumaje, pues en la gran mayoría de los casos, les cortan las plumas de su cola y de las alas para que no puedan volar. Además, terminan con problemas nutricionales, pues en las casas las personas no les proporcionan la dieta adecuada que normalmente tienen en vida silvestre.
Una de las características especiales de los loros, y que cautiva a quienes los buscan como mascotas, es su capacidad para imitar los sonidos del entorno, entre ellos, el habla humana. Esto lo pueden hacer gracias a un órgano llamado siringe, una membrana localizada en la tráquea que le permite a algunas aves imitar con precisión una gran cantidad de sonidos.
En su vida en cautividad, junto al ser humano, el principal motivo que lleva a un loro a vocalizar es querer comunicarse con su círculo social. En las casas estas aves se vuelven el centro de atención y cuando “hablan” son percibidos como una forma de entretenimiento para las personas. Sin embargo, según explica Ana María Ariza, médica veterinaria zootecnista dedicada a la medicina de fauna silvestre, la vocalización de palabras es un comportamiento antinatural y un problema grave que impide que los loros puedan retomar su vida silvestre.
Un estudio de la Universidad Católica de Valencia, en España, explica que los loros que imitan palabras no pueden ser liberados, pues terminan afectando la bioacústica de su entorno natural. “Ellos no hablan, imitan sonidos. Esto lo hacen con el fin de adaptarse mejor a su ambiente, ya que les ayuda a comunicarse, detectar posibles peligros y establecer su presencia en el lugar. Cuando un loro imita palabras humanas es porque está pasando por un proceso de impronta. La impronta son comportamientos adquiridos, los cuales no son compatibles con los comportamientos naturales de la especie. Un animal improntado requerirá de un proceso de rehabilitación para eliminar todos esos comportamientos”, explica Ariza.
¿Cómo puedo ayudar si encuentro a un loro en Colombia?
En el país existen diferentes autoridades ambientales que trabajan en pro de la protección de todas las especies y sus hábitats. En el caso de Bogotá, la Secretaría Distrital de Ambiente es la entidad responsable de velar por la preservación de los animales silvestres.
Las personas pueden reportar los casos de tráfico y tenencia ilegal de fauna silvestre al correo electrónico fauna@ambientebogota.gov.co o a las líneas telefónicas: 3174276828, 3188277733 o 318 7125560 o al (601) 37788 54.
Para el resto del país, el reporte o la denuncia se debe presentar en los canales de comunicación de las Corporaciones Autónomas Regionales o la línea 123.
Recuerde que la tenencia de especies silvestres como los loros es considerado un delito ambiental. Las penas por estos actos pueden ir de 48 a 108 meses de cárcel y multas de hasta 35.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.
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