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Los loros son aves que despiertan simpatía y admiración gracias a su capacidad para imitar sonidos, su inteligencia y su naturaleza sociable. Estas cualidades han hecho que muchas personas los consideren animales ideales para tener en casa, sin saber que su lugar no está en una jaula, sino en libertad. A pesar de que en Colombia su tenencia es ilegal, todavía es común verlos en hogares como mascotas, ignorando las consecuencias físicas y emocionales que esto tiene para ellos.
Estas aves, en libertad, viven en grandes grupos, vuelan largas distancias, se comunican de forma constante y necesitan altos niveles de estimulación cognitiva. Sin embargo, cuando son encerradas en jaulas, privadas del contacto con su bandada y sometidas a rutinas humanas, su salud física y mental comienza a deteriorarse rápidamente. ¿Qué sienten los loros cuando están en cautiverio? Aquí se lo contamos.
Una de las señales más evidentes del sufrimiento en cautiverio es la automutilación. Ante el estrés y la frustración, muchos loros comienzan a arrancarse sus propias plumas, a veces hasta causar heridas profundas.
Otras conductas anormales incluyen la agresividad, el aislamiento, los gritos constantes o, por el contrario, el silencio prolongado. Estas no son “manías”, son manifestaciones de un estado emocional alterado.
Además, el desconocimiento sobre su alimentación genera problemas nutricionales graves. Las dietas caseras, compuestas de productos procesados, no satisfacen las necesidades biológicas de estas aves, afectando su plumaje, órganos internos y sistema inmunológico.
Como lo explica la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena (CAM), muchos loros en hogares humanos desarrollan comportamientos completamente alejados de su naturaleza. El encierro les roba no solo su libertad física, sino su identidad como especie.
Aun así, en muchos hogares colombianos continúa siendo común tener loros como mascotas. Más allá de constituir un delito ambiental, esta práctica implica condenar a un ser sensible a una vida para la que no está hecho. Su naturaleza pertenece a la selva, no a una jaula.
Combatir el tráfico ilegal de fauna silvestre es una tarea colectiva. Las autoridades ambientales hacen un llamado a la ciudadanía para que denuncie cualquier actividad que ponga en riesgo la vida de los animales silvestres y contribuya así a su protección.
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