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El pasado 6 de julio, los residentes de un complejo de apartamentos en Florida, Estados Unidos, escucharon un sonido inusual proveniente del área de basuras. Eran quejidos débiles, casi imperceptibles, que salían del compactador.
Brandon Arroyo, quien trabaja en la Comisión de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de Florida, no dudó en actuar cuando recibió el llamado de los vecinos. Junto a su esposa, Jones, se dirigieron al lugar y comenzaron a revisar el contenedor. Lo que encontraron fue estremecedor: un perro herido, cubierto de basura, inmóvil al fondo del depósito. “Estaba completamente enterrado entre los desechos”, relató Arroyo al medio WESH.
El animal apenas podía caminar. Presentaba lesiones visibles en la parte trasera del cuerpo y un estado general de abandono. No tenía microchip, lo que dificultó su identificación. La pareja lo nombró provisionalmente Daytona y, sin pensarlo dos veces, lo llevaron a casa para brindarle atención urgente.
Jones notó de inmediato que algo no estaba bien con sus caderas. Programaron una radiografía para conocer el estado real de sus lesiones. Además, Daytona necesita ser castrado y tiene las uñas flácidas en las patas traseras, las cuales deben ser retiradas para prevenir futuras complicaciones.
A pesar del maltrato sufrido, la actitud del perro fue sorprendente: se mostró dócil, tranquilo y afectuoso. No ladró, no gruñó, no se quejó. Solo buscaba afecto.
Hoy Daytona se encuentra en recuperación. Y si nadie lo reclama, Arroyo ya ha confirmado que está dispuesto a adoptarlo y darle un hogar permanente.
Casos como este son un recordatorio de lo que muchos animales enfrentan a diario: abandono, maltrato y olvido. Ningún ser vivo debería ser abandonado, como si su vida no valiera nada. Daytona tuvo suerte. Pero muchos otros no la tienen.
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