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Hoy en día, los perros y los gatos son una parte muy importante de muchas familias, pero ¿se ha preguntado cómo era la relación con estos animales en la antigua Roma?
En aquella época, los perros también eran muy valorados. Los romanos usaban razas grandes como los molosos, antepasados de los mastines actuales, para cuidar sus casas, terrenos e incluso templos. Eran animales imponentes y fieles, entrenados para vigilar y proteger. Tanto era su papel protector, que en muchas entradas de casas se colocaban mosaicos con la frase: “Cave Canem”, que significa “Cuidado con el perro”. Uno de los más famosos fue hallado en la Casa del Poeta Trágico, en la ciudad de Pompeya. Ese mosaico no solo advertía a los visitantes, sino que también reflejaba el estatus que tenía el perro como guardián del hogar.
Pero no todos los perros eran grandes y feroces. También existían perros pequeños, criados únicamente para acompañar a las familias más adineradas. Estos canes eran muy queridos y vivían dentro de las casas, muchas veces tratados como un miembro más de la familia. Algunos llevaban collares de bronce con sus nombres grabados, lo que demuestra el afecto y el valor que les daban sus dueños. Incluso hay registros arqueológicos de lápidas con epitafios dedicados a estos animales. Uno de los más conmovedores es el de una perrita llamada Margarita, que, según diversas interpretaciones, murió tras dar a luz, dejando a su dueño profundamente entristecido.
¿Y los gatos? Aunque no tenían el estatus casi sagrado que les dieron los egipcios, en Roma empezaron a ganar un lugar importante. Inicialmente, eran valorados por su utilidad: mantenían los graneros libres de ratones y otras plagas. Sin embargo, con el tiempo, los gatos también comenzaron a ser apreciados como animales de compañía. Su elegancia natural, su comportamiento independiente y su misterioso carácter cautivaron a muchos romanos. Así, fueron adoptados tanto en ambientes rurales como en hogares urbanos.
En resumen, los animales de compañía no son una moda moderna. En la antigua Roma ya formaban parte de la vida cotidiana. Cambia la época, cambian las costumbres, pero ese vínculo de cariño, compañía y lealtad sigue intacto desde hace siglos.
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