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“Trabajar con fauna es enfrentar a una sociedad que no ve más allá del egoísmo”: Camila Calle

OPINIÓN | La médica veterinaria Camila Calle, veterinaria del Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, escribe esta carta sobre los sentimientos y la inspiración que evoca ejercer su profesión. Asegura que trabajar con fauna silvestre es una labor silenciosa, ya que no hay un propietario que aplauda las labores hechas por el personal de salud animal.

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Camila Calle
11 de mayo de 2024 - 09:00 p. m.
Ella es Camila Calle, veterinaria del Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Ella es Camila Calle, veterinaria del Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Foto: Área Metropolitana del Valle de Aburr
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Carta escrita por Camila Calle*

Desde pequeña siempre soñé con recorrer el mundo conociendo animales. Quería cambiarlo todo. Salvar a estas criaturas de la maldad.

Ahora, sé que esa soñadora jamás pensó que el verdadero viaje estaba al descubrir que no hay universo más grande que aquel que se esconde entre plumas, escamas, garras, ojos, orejas, colas.

Qué bonito es pensar que el amor por una especie, más allá de la humana, lleva a alguien a dedicar una vida entera a su cuidado. Por eso, son admirables los que trabajan con especímenes que a diario son traficados y agredidos.

Esas personas luchan para salvar a animales con los que el ser humano se lucra y los ayuda en momentos tan delicados, como es cuando se pierde a una madre, porque así los separan de su hogar para venderlos. Sin saber que esas mismas criaturas son la razón por la que nuestras montañas siguen latiendo y que reciben el mínimo valor de la sociedad.

Realmente, trabajar con fauna silvestre es un privilegio, es una labor silenciosa en donde no hay un propietario que te aplauda, en dónde no importa el valor del procedimiento o el ingreso que se genere. Lo que importa es el valor de una especie, su impacto ambiental, un ecosistema, es todo aquello más allá del antropocentrismo con el que las personas viven a diario.

Nunca pensé que a mis tres años de graduada estaría trabajando por la fauna silvestre, nunca pensé sentir tanta frustración, tanto amor, tanta alegría, tanta tristeza, no imaginé que mis universos por descubrir estarían llenos de tantos retos.

Trabajar con fauna es enfrentar una sociedad que no ve más allá del egoísmo de querer poseer, es recibir un animal de “entrega voluntaria” maltratado al que nunca se le dará justicia porque es una modalidad no penalizada, es aprender a entender que la eutanasia no es la última opción.

Por el contrario, es luchar contra un sistema que no entiende que la finalidad no es la foto, o el video de la liberación, sino el valor ecológico de todo lo que nos rodea. Trabajar con fauna es enamorarme por primera vez todos los días, es sonreír siempre debajo de un tapabocas que me cuida de la vulnerabilidad de enfermedades, es llorar de felicidad cuando los pacientes lo logran, es tener marcas de amor sobre mi cuerpo de animales que han pasado por mis manos, es dejarme sorprender con especies nuevas, y soñar con muchas aún por conocer, es compartir un amor inexplicable por los animales con un grupo increíble de personas resilientes que llevan años enseñando, luchando y cumpliendo. Trabajar con fauna silvestre es aprender a ver el mundo a través de otros ojos.

La fauna no me llevará a cambiar el mundo entero, pero sí el mundo de las personas que me rodean. Enseñar acerca de la importancia de especies no simpáticas, como las serpientes o las zarigüeyas, y poder ver el cambio que tienen los niños cuando tienen un acercamiento con estas y se dan cuenta de que no hay animal más miedoso que el ser humano, es de los momentos más gratificantes que cualquier persona puede tener.

Mi aporte es tratar de impactar la cantidad máxima de personas que pueda. Yo sé que nunca verán el mundo como lo veo, pero para que la palabra “miedo” se transforme en respeto y para que aprendamos a ver el valor del colibrí más pequeño hasta el jaguar más potente, todo esfuerzo es necesario.

Nadie les dirá que la veterinaria es fácil, es más, muchos les dirán que no tomen el camino por el que nosotros ya estamos. Si sueñan con una vida rodeada de animales, pregúntense siempre si es realmente lo que quieren, si están dispuestos a todo lo económico, sentimental y mental que trae consigo tomar esta decisión.

Si la respuesta es no, por favor igual, amen a la vida en todas sus formas, desde su oficina, avión, carro, casa, etc. Y si la respuesta es sí, pues serán siempre bienvenidos a este loco universo, en donde nunca sobrarán personas que sueñan con un mundo mejor.

*Ser veterinario no es fácil, esto va más allá del amor, cuidado y respeto hacia los animales. Estos profesionales, a diario, hacen todo lo posible por proteger, rescatar y salvar la vida de millones de especies. Por eso, y para honrar su trabajo, en La Red Zoocial le pedimos a especialistas que escribieran una carta para plasmar sus preocupaciones, consejos y alegrías a los veterinarios de las futuras generaciones.

Si usted también quiere participar, puede enviar su escrito y una foto al correo laredzoocial@elespectador.com

Por Camila Calle

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