Norah Jones se relaciona con el mundo a través del estómago. Cuando el tiempo no la apremia y llega por primera vez a un país, le gusta probar los platos típicos de su gastronomía. Con la ayuda de los alimentos puede resolver muchos de sus interrogantes y le queda más fácil dilucidar cuáles fueron los procesos sociales que se vivieron en esa comunidad. Luego de su ritual con la comida, la opción es llegar hasta el punto más alto de la ciudad y tomar distancia para ver las cosas desde el plano general.
Lo hizo hace muy poco en París, y vio todo su potencial luminoso desde la catedral de Notre Dame. Aprovechó para hacer ejercicio y estar totalmente preparada para la exigencia que se le viene encima con la gira de presentaciones de su más reciente álbum, Little broken hearts, que mostró el 1º de mayo en simultánea mundial. Para este quinto disco en la carrera de la artista norteamericana, que en ocho oportunidades ha subido al podio de las estrellas a recoger sus premios Grammy, ella se ocupó de los teclados, el bajo y la guitarra, mientras que el productor, Danger Mouse, hizo lo propio en las percusiones y los arreglos de cuerda.
“Una de las grandes cosas de este álbum es que Brian (Danger Mouse) y yo nunca nos pusimos presión. Cuando empezamos a trabajar no teníamos una meta específica, la única meta clara era probar y ver qué sucedía, así que cuando algo no salía bien decíamos: ‘Ok, vamos a hacerlo otra vez’. Nos tomamos un tiempo conociendo nuestros estilos de trabajo, la personalidad de cada uno, y aunque el sello sabía de esto, no tuvimos presión alguna, así que nunca hubo miedo por los resultados”, comenta la hija no reconocida de Ravi Shankar, uno de los más prestigiosos intérpretes del sitar indio.
Este nuevo registro surgió después de un período de recarga para Norah Jones, quien disfruta inmensamente el hecho de arreglar su casa, definir el destino de cada una de sus pertenencias y tener la noción de ser la dueña de su tiempo, algo que muy pocas veces pasa desde que decidió estudiar canto, ingresar en el coro de la iglesia para interpretar góspel, recibir lecciones de piano y sacarles provecho a las notas del saxofón.
Se asombra, eso sí, de lo rápido que ha sido su tránsito por la música y de lo inmediato que se encontró con el éxito. “Llegué muy joven a la fama y en los anteriores discos me ponía a pensar mucho en lo que la gente esperaba de mí. Lo que pasa es que entre más creces, menos te importan estas cosas. Darse cuenta de que la gente te está escuchando, te pone a pensar si debes hacer esto o lo otro, pero después de un tiempo uno entiende que debe dirigirse en la dirección que siente que es la correcta”, dice Jones, para quien resulta todo un reto envolverse en un traje distinto para producir cada nuevo álbum.
Hace pocas semanas su primer registro oficial, Come away with me, cumplió una década de existencia. Sin embargo, para su creadora ese suceso pasó desapercibido. “Creo que ni me di cuenta. No vivo en el pasado, ni tampoco lo celebro. Sólo hago un álbum y después otro. Siempre miro hacia adelante. Es emocionante que han pasado diez años y aún tengo trabajo”, afirma la norteamericana, cuya discografía incluye Feels like home (2004), Not too late (2007) y The fall (2009).
Little broken hearts, nombre del tercer corte del disco, a los oídos de Norah Jones y de su productor Danger Mouse resume a la perfección el espíritu de lo que se quería comunicar. En este momento la artista se enfrenta con un mundo de contraste, con el bien y con el mal, con los adelantos tecnológicos, para hacer lo inimaginable con muy pocos recursos, pero también está la falta de lo más importante en el arte, la sensibilidad.
“Este disco es bien extraño. Nos divertimos mucho haciéndolo. Tocamos situaciones y emociones con las que todos nos podemos sentir identificados. Por las que yo he pasado y con las que el productor también se puede relacionar. Al principio del proyecto nos reíamos sobre lo divertido que sería hacer un registro que fuera una crónica de una relación. Y aunque terminamos haciendo algo de eso, no fue intencional, no está basado estrictamente en nuestra vida personal”, explica Norah Jones, quien programó a partir de este mes una gira mundial que incluirá actuaciones en el mítico Hollywood Bowl, en Los Ángeles, y en el Kodak Hall en el Eastman Theater en Rochester, estado de Nueva York, pero para el segundo semestre de 2012 adelantará un tour agotador por Europa.
“Pienso que, viajar por el mundo es una suerte, pero muchas veces no se tiene el suficiente tiempo para ir a conocer lugares. Por eso es que defiendo tanto la aproximación que tengo con las culturas a través de la comida”, concluye la cantante, para quien la gastronomía no es, necesariamente, un sinónimo de buen apetito, sino de apertura y de imaginación.
El disco en palabras de su autora
“El productor llegó en la grabación de mi anterior álbum, hace cuatro años. Después de eso nos sentimos muy bien trabajando juntos, nos divertimos y nos volvimos amigos; así que pensé en que nos divirtiéramos escribiendo un disco juntos, es decir, trabajando juntos nuevamente. Nos vimos y empezamos a ver qué salía.
El sonido que hacemos Brian (Danger Mouse) y yo, solos los dos, es genial para la mayoría de las canciones. Pero una banda en vivo siempre tiene algo más que decir de una canción que fue simplemente grabada en estudio. Queríamos lograr algo de eso en el álbum Little Broken Hearts.
Todas las canciones del disco empiezan de manera distinta, unas comienzan con un drum beat, otras con el piano, con la melodía o con la letra. A veces escribía la letra y durante el camino hacíamos las grabaciones de los instrumentos y las voces”.