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Distintas en forma, pero con la misma pulsión: pertenecer y diferenciarse. Las tribus urbanas no han muerto, solo se han readaptado en un contexto donde lo real y lo digital se mezclan. Traperos, raveros o BoBos trazan la cartografía social del momento, demostrando que la estética sigue siendo una declaración de principios.
En los años 70 y 80 del siglo XX, la identificación con colectivos como los ‘punk’, los ‘heavy’ o los ‘hippies’ llevaba implícita una señal cultura, con una determinada música, estética y valores.
En pleno siglo XXI, esa noción ha mutado. Los contextos digitales, la globalización de la moda y el cambio de prioridades vitales han dado paso a nuevas agrupaciones urbanas.
El modelo anterior que gritaba “todos juntos bajo una misma música y uniforme estético” se desvanece gradualmente. La sociedad digital permite microgrupos e identidades híbridas.
Raveros
Los raveros componen una tribu que arrastra la herencia de las ‘raves’ y de la cultura electrónica de los años noventa, que experimenta un resurgir adaptada al siglo XXI bajo nuevos códigos estéticos no escritos, pero sí compartidos: indumentaria rigurosamnete negra, pantalones cargo (estilo militar, con bolsillo laterales), chándal en ocasiones y piezas ajustadas en otras.
Una vestimenta que se combina con deportivas llamativas, gafas de sol deportivas y que aparece en los clubes más selectos del nuevo tecno -donde en ocasiones se prohíben incluso las fotografías-, con una estética de neón.
En este sentido, los raveros no solo construyen una estética, sino que crean un estilo de vida que trasciende la mera salida nocturna: la tribu es un red social extendida que mezcla música, moda, ocio y comunidad y que extiende una corriente que nació en Berlín y se propaga por diferentes partes del mundo.
Una tribu que cada vez se acerca más a la cultura popular, como demuestra el título del primer sencillo del nuevo disco de Rosalía, ‘Berghain’, nombre de uno de los templos del tecno en Berlín, donde se exige este tipo de vestimenta para poder acceder.
BoBos
Los BoBos -’bohemio burgués’ en contraposición al burguesísimo ostentoso- surgen como respuesta a la saturación de signos de riqueza tradicional. Nacidos en ciudades como París, estos jóvenes profesionales con recursos optan por el lujo silencioso, la ropa ‘vintage’, la bicicleta y la estética casual-chic.
La tribu BoBo conjuga cierta moderación con gusto por la calidad: cosmopolitas, con un halo intelectual -son siempre los primeros en frecuentar locales que adelantan las tendencias que posteriormente se pondrán de moda- y algunos hábitos de consumo como la ropa de diseño en plataformas de segunda mano.
Otakus
El término -procedente del japonés- se ha consolidado para definir a quienes sienten una afición extrema por el manga, el anime o la cultura japonesa popularizada.
Sus seguidores adoptan el ‘cosplay’ (imitar la estética de la animación en la ropa, el pelo o el maquillaje) como forma de exhibición.
La tribu otaku resulta significativa porque trasciende la mera estética: se basa en sistemas de ‘fandom’, de comportamientos complejos, relaciones intensas con la ficción, comunidades muy activas en redes que comparten contenido sobre sus series y películas favoritas y que se reúnen periódicamente.
Traperos
La evolución del rap al trap ha dado lugar a una tribu urbana que combina estética de lujo con discurso de asfalto. Los traperos emplean prendas XL, sudaderas, gorras, cadenas y adoptan símbolos de ostentación: ‘grillz’ de oro, deportivos de suela alta y logos prominentes.