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Para comprender su historia en el universo de la moda debemos viajar siglos atrás, hasta tierras remotas donde las pieles de animales, como el leopardo, eran utilizadas en rituales como símbolos de poder, regeneración y conexión divina en el antiguo Egipto. Más adelante, en la África tribal y en la Roma imperial, las pieles exóticas se asociaban con poder y estatus, transformándose en auténticos trofeos de conquista que exaltaban la supremacía sobre la naturaleza.
Ya en los siglos XVII y XVIII, el animal print comenzó a aparecer en tapicerías y capas de la aristocracia europea. Estos estampados eran el reflejo de la colonización y el dominio económico: símbolos de exotismo, lujo y distinción que proyectaban un aire imponente y exclusivo.
Del ritual al glamour: Hollywood lo cambia todo
El verdadero giro hacia la masificación llegó con el Hollywood dorado, cuando divas como Josephine Baker y Carole Lombard llevaron el estampado animal a la gran pantalla, evocando sensualidad y osadía, en una estética cercana al imaginario pin-up. Actrices como Joan Crawford y Jean Harlow elevaron este print al estatus de sofisticación absoluta, convirtiéndolo en un statement que la industria del cine inmortalizó para siempre.
De la pasarela al exceso ochentero
Los primeros diseñadores en reinterpretar el estampado animal fueron Christian Dior, Cristóbal Balenciaga, Yves Saint Laurent y Azzedine Alaïa. Más tarde, Gianni Versace, Jean Paul Gaultier, John Galliano, Roberto Cavalli y Thierry Mugler lo convirtieron en el ícono de los años 80: una década de exceso, sensualidad y poder, donde la narrativa de la femme fatale coqueteaba con lo fetichista y lo dominatrix.
Del minimalismo noventero al pop Y2K
En los 90 del siglo pasado, el animal print encontró un nuevo espacio en colecciones minimalistas y en la estética punk y glam, llevadas por supermodelos en editoriales de moda. En la calle, los Club Kids lo mezclaron con prendas deportivas y streetwear, creando un lenguaje visual atrevido y ecléctico.
Con la llegada del Y2K, lo kitsch y lo sexy se fusionaron gracias a íconos pop como Britney Spears, Paris Hilton y Nicole Richie, quienes convirtieron el estampado en sinónimo de diversión y exceso, presente en prendas low-rise y accesorios de marcas masivas como Gap u Old Navy.
El nuevo neutro contemporáneo
Hoy, estampados como el leopardo, la cebra, la serpiente o el cheetah —libres de origen animal y, en muchos casos, elaborados con procesos sostenibles para consumidores conscientes— son considerados básicos en el guardarropa contemporáneo. La sexualización que alguna vez definió al animal print quedó atrás; ahora forma parte de un lenguaje estético que reinterpreta la naturaleza y la convierte en un gesto de identidad personal.
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