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El jean no pasa de moda: historia de una prenda que nunca muere

Desde los talleres obreros del siglo XIX hasta las pasarelas y las redes sociales del siglo XXI, el jean ha demostrado una capacidad única para adaptarse, resistir y conquistar. Más que una prenda, es un espejo de las transformaciones culturales, sociales y estéticas de cada época. ¿Por qué nunca ha dejado de ser relevante?

Lucety Carreño Rojas

30 de agosto de 2025 - 01:00 p. m.
El jean, una de las prendas más usadas en el mundo, es también uno de los productos que genera más impactos negativos sobre el medioambiente en su fabricación, de allí la importancia de reutilizarlos.
Foto: Pexels
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Pocas prendas han resistido el paso del tiempo con tanta fuerza como el jean. Desde su origen como ropa de trabajo en el siglo XIX hasta convertirse en un ícono global de estilo, el denim ha sabido adaptarse a las tendencias sin perder su esencia. Su vigencia se explica en gran parte por su versatilidad: puede formar parte de un “look” informal o transformarse en una pieza clave dentro de un conjunto sofisticado. “El jean se ha convertido en un lienzo en blanco que cada generación ha reinterpretado según sus códigos culturales”, señala Fabián Rodríguez, diseñador y profesor de moda.

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William Cruz Bermeo, también profesor de historia de la moda y el vestir de la Universidad Pontificia Bolivariana, recuerda que hasta los años 40 del siglo pasado se usó casi exclusivamente como uniforme obrero: “Tras la Segunda Guerra Mundial, adquirió un nuevo estatus en Estados Unidos y Europa: pasó a simbolizar libertad y modernidad, asociado a los soldados aliados que lo introdujeron en los territorios ocupados”.

En los años 50, gracias al cine y al rock and roll, los jeans se convirtieron en un símbolo juvenil de rebeldía y sensualidad, popularizados por figuras como James Dean, Marlon Brando y Elvis Presley. “Aunque inicialmente rechazados por adultos conservadores, empezaron a ganar terreno como prenda juvenil con fuerte carga de identidad cultural”, menciona Cruz Bermeo.

Durante la década del 60, los jeans se consolidaron como ropa casual esencial y, con los movimientos sociales y contraculturales, “se transformaron en uniforme de igualdad y protesta, adoptado por hippies, activistas y jóvenes en general”.

De acuerdo con el historiador, el uso masivo de la prenda se dio en la década de los setenta, cuando el denim se diversificó en estilos como los pantalones acampanados (icónicos y representativos de esa época), los bordados y los personalizados. “Su integración en la moda dominante abrió paso a los jeans de diseñador, con marcas como Calvin Klein, Gloria Vanderbilt y Fiorucci, que rompieron la idea de igualdad asociada a la prenda”, dice Cruz Bermeo.

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Los jeans de diseñador dominaron el mercado mundial en los años 80. La oferta se diversificó con marcas locales e internacionales y surgieron innovaciones en los estilos: se proporcionaron siluetas y formas de uso, con bolsillos laterales, con un solo bolsillo, con diferentes cortes, entre otros.

En Colombia, por ejemplo, se creó el jean levantacola, una variación del “skinny” en el que se le retiraron los bolsillos de las nalgas. De acuerdo con el sociólogo Edward Salazar, se creó con el propósito de dar la ilusión de formación del cuerpo y delineación de la figura. Además, durante los años noventa el jean “sin bolsillo” se asoció con la mediatización de la narcocultura y lo popular. Así las cosas, con los imaginarios formados sobre la mujer latina, sumado a los factores de creatividad de la industria, el jean se popularizó. Ese estilo de jean es un producto nacional con un trabajo y confección meticuloso, que no han podido copiar. “El mercado colombiano tiene algo muy interesante: mezcla la tradición del jean como prenda de uso diario con propuestas de moda que responden a tendencias globales, pero siempre adaptadas al gusto local”, dice Rodríguez.

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En los noventa y tras la ostentación ochentera, cuenta Cruz Bermeo, la sociedad buscó valores más simples, familiares y auténticos. “Esto impulsó el interés por básicos, prendas vintage y estilos que evocaban épocas pasadas. A la par, creció la conciencia ecológica, lo que llevó a cambios en los procesos de producción: François Girbaud introdujo el uso de láser en lugar de químicos, y Levi’s lanzó los ´Water-less Jeans´ (2011), reduciendo significativamente el consumo de agua”.

En los años 2010, surgieron los “jeggings”, mezcla de jeans y leggings, “exaltando la figura femenina y explotando el atractivo sexual como estrategia de venta. El jean se consolidó también como prenda correctora de la silueta, con promesas de estilizar o realzar el cuerpo”, menciona el historiador.

La variedad de cortes y estilos refleja cómo la moda responde a las necesidades y aspiraciones de cada época. “Los cortes ajustados como los ´skinny´ hablaban de una época que valoraba lo entallado y estilizado; los ´mom´ y ´boyfriend´ surgieron con la nostalgia retro y la búsqueda de comodidad; los ´flare´ y ´bootcut´ regresan con el espíritu de libertad y dramatismo de décadas pasadas”, explica Rodríguez.

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Aunque nacieron como ropa de trabajo, se han convertido en un símbolo cultural, social y económico, las variaciones en sus siluetas se pueden asociar con momentos importantes de cada década y con las formas en que cada generación vive la moda. Por ejemplo, los jeans bota campana alcanzaron su auge en la década de los 50 y consolidaron el estilo western, los ´skinny´, que “dominaron en la década de los 2000 y se convirtieron en la pieza clave del fast fashion” o los ´baggy´ que fueron emblemáticos de los años 90, “y un símbolo de la cultura hip hop y del skate”, como cuenta Catalina Moncada, asesora de moda.

Actualmente, hay una diversificación y presencia de todos los estilos de jeans, que responde a las tendencias en las que conviven diferentes gustos y personalidades, pero también a la esencia de la moda de ser cíclica. “Lo que alguna vez fue tendencia siempre encuentra la forma de regresar. Hoy, los acampanados vuelven por la nostalgia setentera y porque aportan elegancia y dramatismo al look. Los de tiro bajo resurgen con la estética de los 2000, impulsados por las nuevas generaciones que buscan reinterpretar esas siluetas con una mirada más fresca y actual”, comenta Rodríguez.

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“Los ´mom jeans´ hoy vuelven como sinónimo de estilo ´effortless´; el ´boyfriend´, por la estética andrógina; los ´cargo´, por el ´streetwear´; los ´wide leg´ reviven como sinónimo de lujo relajado; o los ´culotte´, tradicionales del verano, ahora en versión denim son una pieza clave del armario actual”, explica Moncada.

Pese a que han intentado reemplazarlos, los jeans permanecen vigentes en la moda global. La diversificación de estilos ha hecho que el jean no sea una prenda rígida, sino un producto que dialoga con la cultura, con los cambios sociales, con las décadas y con el consumidor. “Hoy encontramos que conviven todos los cortes, porque la moda ya no dicta una sola tendencia, sino que ofrece opciones para diferentes cuerpos, estilos y generaciones”, puntualiza el diseñador de moda.

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Por Lucety Carreño Rojas

Comunicadora social de Uninpahu, vinculada a El Espectador desde 2016. Periodista de moda y negocios. Directora de El Hilo, el formato audiovisual de moda de EE.@LucetyClcarreno@elespectador.com

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