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Franck Sorbier lleva el mito de El Dorado a la Alta Costura de París

En un espacio próximo al Arco del Triunfo ha tenido lugar el desfile este miércoles, y donde el color dorado ha sido, como era de esperar, el que ha acaparado la mayor de las atenciones, al estar presente en la mayoría de los conjuntos.

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Abraham de Amézaga
09 de julio de 2025 - 03:44 p. m.
Imagen del desfile. /EFE/EPA/TERESA SUAREZ
Imagen del desfile. /EFE/EPA/TERESA SUAREZ
Foto: EFE - TERESA SUAREZ
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El universo precolombino y en concreto el mito de El Dorado fueron la inspiración para la colección de Alta Costura otoño-invierno 2025/26 de Franck Sorbier. Una cultura que “nunca ha perdido su identidad original”, según el diseñador francés.

Del traje barroco de aires eclesiásticos, al abrigo recto de estampado ‘paisley’, la puntada artesana ha estado presente en todo momento en la colección.

En un espacio próximo al Arco del Triunfo ha tenido lugar el desfile este miércoles, y donde el color dorado ha sido, como era de esperar, el que ha acaparado la mayor de las atenciones, al estar presente en la mayoría de los conjuntos.

Tonos terracota y caldera, blanco, y por supuesto negro, lo han acompañado en más de una ocasión.

“Hablamos de nuevos eldorados, como la criptomoneda, el oro negro para el petróleo, en una época; mañana será el turismo espacial, y ahora la inteligencia artificial. Todo lo que puede cambiar el mundo y al mismo tiempo proporcionar mucho dinero”, ha señalado el creador tras el desfile.

La mujer Sorbier apuesta por volúmenes, no es nada minimalista y está obsesionada con la calidad más absoluta. No solo en cuanto al diseño de las prendas, sino también en cuanto a los materiales con los que estás están construidas.

Y es que, en este terreno, Franck Sorbier no escatima absolutamente nada: rasos de seda, terciopelos arrugados y drapeados, organzas, guipures y encajes de otros tiempos cortados a mano, sin olvidar los bordados y las compresiones de oro.

Cuerpos como si estuvieran hechos con hojas, faldas de abundante tejido que rozaban el suelo en negro azabache, una capa negra con bordados floridos y de colores, en un pase en el que no podía faltar la novia.

Una novia sencilla, sin velos ni corsés, libre y blanca, encarnada por una bailarina profesional que incluso se ha marcado unos pasos de ballet.

En total, han sido dieciséis propuestas que descendían de una sobria escalera de manera, con una primera parte en la que las modelos lucían joyas en arcilla inspiradas del mundo inca y peinados muy trabajados.

Una colección en la que no ha habido pieles de pelo, aunque sí propuestas que creaban la ilusión del astracán, por ejemplo, en un bolero, pero que en realidad se trataba de terciopelo trabajado, y donde en una de las partes las botas altas han estado muy presentes, dando un aire de poderosas heroínas a sus portadoras.

Por Abraham de Amézaga

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