El lino es una de las fibras textiles más antiguas de la humanidad y, a la vez, una de las más vigentes. Mencionado en textos bíblicos y utilizado por los egipcios en prendas y rituales, este material vegetal ha sido clave en el desarrollo de la industria textil durante milenios. Hoy, en un contexto marcado por la necesidad de producir y consumir de forma más responsable, el lino se posiciona como una opción sostenible, resistente y cada vez más valorada en el diseño de moda contemporáneo.
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“Hace miles de años, en las orillas del Nilo, los comerciantes egipcios exportaban telas de lino a distintas regiones del mundo. Su frescura y ligereza lo hacían perfecto para soportar el clima abrasador del desierto”, cuenta Catherinne Herrera Alarcón, ingeniera textil de la Universidad de Santiago de Chile y certificada en moda sostenible, economía circular e innovación.
En Occidente, su auge se presentó durante el Renacimiento, cuando se usaba en la confección de ropa interior, práctica que se mantuvo hasta los siglos XVII y XVIII. “Las gorgueras del Renacimiento, como las que vemos en los retratos de Isabel I de Inglaterra, o en los retratos holandeses del siglo XVII son la apoteosis del lujo expresado en el uso del lino”, dice William Cruz Bermeo, profesor de historia de la moda y el vestir de la Universidad Pontificia Bolivariana, de Medellín.
De acuerdo con Herrera, el impulso industrial del textil se dio en el siglo XVIII, cuando creció en los estados que luego conformarían Alemania. Las aplicaciones eran diversas: prendas de vestir, sábanas finas y forros interiores para calzado.
En ese momento, se creía que las telas de lino eran higiénicas, ya que sus fibras tejidas conservaban sus propiedades absorbentes y “funcionaban como ´lavativa´ del cuerpo absorbiendo la mugre”, cuenta Cruz. Vale la pena mencionar que la fibra se extrae del tallo de la planta “Linum usitatissimum” y se caracteriza por ser fresca al tacto y su alta transpirabilidad.
Sin embargo, el textil perdió su lugar protagónico en el siglo XIX, cuando el algodón se empezó a producir en masa. Más tarde, en el siglo XX el lino se consolidó como un material fundamental para las piezas de verano por su frescura. El lino también ha sido una materia prima asociada a la sostenibilidad por su resistencia, durabilidad, rentabilidad y versatilidad. “El lino requiere menos agua que el algodón, no necesita pesticidas ni fertilizantes y su procesamiento puede ser libre de químicos peligrosos. Además, por todas sus propiedades biológicas es especial para aportar en la regeneración de nuestro planeta”, dijo Herrera.
Las cifras del lino
De acuerdo con cifras del Observatorio de Complejidad Económica (OEC, por sus siglas en inglés), en 2023 el comercio mundial de fibras de lino alcanzó los US$1,41 mil millones, lo que representó un crecimiento del 17,3 % frente a 2022 y una tasa anualizada de 16, 2 % en los últimos cinco años. Francia, Bélgica y Egipto lideraron las exportaciones, mientras que China, Bélgica e India fueron los principales compradores.
Actualmente, el lino más codiciado es el que se produce en Italia, Francia, Bélgica, Irlanda del Norte, Alemania y Japón.
El lino europeo es reconocido por su calidad y pureza de fibra. Según Herrera, Europa, especialmente Francia, lidera la producción global con un enfoque regenerativo, “priorizando prácticas agrícolas que restauran el suelo y reducen el impacto ambiental. La Alianza Europea del Lino y el Cáñamo se ha posicionado como referente mundial, representando a toda la cadena de valor: desde el cultivo hasta el producto terminado”.
El hilo de lino movió US$450 millones en 2023, registrando una caída del 18,4 % respecto al año anterior, aunque con una leve tendencia positiva en el lustro (+0,67% anual). China, Italia y Lituania fueron los principales exportadores, mientras que Italia, Turquía y Bélgica lideraron las importaciones.
Por su parte, el comercio de tejido de lino alcanzó los US$1,93 mil millones, con un alza del 0,96 % en 2023 y un crecimiento anualizado del 3,38 % en los últimos cinco años. “China encabeza ampliamente las exportaciones, seguida de Italia y Bélgica, mientras que Bangladés, Vietnam y Estados Unidos se consolidan como los principales destinos”, agregó Juan Fernando Loaiza, especialista en investigación económica de Inexmoda.
Además, el 70 % del lino que se cultiva y se procesa como hilo en el mundo se utiliza en la confección y el 30 % en ropa de hogar. “Los colores naturales de la fibra son blanco, marfil y gris. La fibra es más larga que el algodón, no pica, no se despeina y no suelta hilachas. Es una fibra costosa por su procedencia”, asegura Carolina Agudelo, diseñadora textil.
El lino en América Latina
En América Latina el cultivo de lino es escaso. En Chile, esta fibra se trabajó artesanalmente desde la colonia y, a inicios del siglo XX, adquirió escala industrial. “La histórica ‘Linos La Unión’ en la Región de Los Ríos fue epicentro textil por casi siete décadas. Su sistema de ‘préstamos de semillas’ movilizaba a campesinos y campesinas para cultivar, cosechar y secar la planta, entregándola luego a centros de acopio donde se fermentaba, cerdaba, hilaba y tejía: una verdadera economía local de proximidad, del campo a la ropa que tristemente hoy ya no existe en nuestro país”, dice Herrera.
En la actualidad, la empresa Crossville Fabric en Tomé, Chile, continúa trabajando con lino de alta calidad, importado principalmente de Bélgica, donde la fibra mantiene estándares excepcionales. Otros países de Latinoamérica también han visto disminuir drásticamente su cultivo, quedando el lino relegado a nichos de lujo.
En Colombia ha sido muy utilizado, pero nunca producido
De acuerdo con Cruz, la llegada del lino a Colombia se pierde en la oscuridad de la historia, “pero es claro que vino con el descubrimiento de América y la subsiguiente colonización española”.
En 1920 el escritor Luis Carlos Tejada Cano consideraba las telas de lino, junto con las de algodón, como el material clave para los climas tropicales de Colombia. En una de sus obras señala que “en la Costa Caribe el lino es un esencial de la vestimenta tradicional, el liquiliqui o guayabera se hacen de lino en sus versiones más sofisticadas”.
El lino siempre ha sido un material considerado noble, los higienistas británicos del siglo XIX lo recomendaban por encima de la seda, a la que rebajaban a la calidad de una simple excreta de gusanos que podía ser perjudicial para la salud”, agrega Cruz.
“El lino como tela es una de las que más uso tiene en Colombia, especialmente en climas cálidos, porque es una fibra abrigadora y fresca y multiestacional. La fibra nunca se ha producido en Colombia, porque nunca hemos tenido la siembra ni el procesamiento. También se utiliza mucho en ropa de casa”, dice Agudelo.
El tamaño de mercado de la moda en Colombia supera los US$8.888 millones, según las cifras Passport, Raddar, Statista y análisis del Laboratorio de Conocimiento y Asuntos Corporativos Inexmoda. “Al sistema moda colombiano ingresan las partidas 5301, 5306 y 5309, que corresponden a lino en bruto, hilados de lino y tejidos de lino. Las importaciones mensuales colombianas en 2025 de estos productos superan los US$1.222 millones mientras las exportaciones mensuales apenas alcanzan los US$6.555 dólares mensuales”, explicó Loaiza.
Las cifras evidencian que en Colombia hay un importante y creciente interés por la fibra, pues diseñadores y marcas importan lino europeo, lino mezclado con algodón, y lino industrial asiático. “El primero es más caro, con fibras largas y acabado impecable; el segundo es más asequible y fácil de mantener; el tercero suele ser más rígido y menos duradero”, explica Alejandro Mavre, diseñador y creador de la marca Mavre. Entre las empresas que venden el producto se destacan Sutex y Dysatex.
Lujo, sostenibilidad y versatilidad para las marcas de moda
“El lino es imperfectamente perfecto. No busca disimular sus arrugas, sino que las abraza como parte de su belleza. Es un material que me permite crear piezas con peso visual y ligereza física, perfectas para climas cálidos y para transmitir un lujo relajado”, explica Mavre.
El lino, según cuenta el diseñador, quien tuvo su primera pasarela en Colombia en Cali Distrito Moda, es un material extremadamente versátil para intervenciones creativas gracias a su alta capacidad de absorción, su resistencia a la tensión y su textura orgánica. “Admite con gran fidelidad los tintes naturales, logrando matices profundos y variaciones tonales que le dan carácter artesanal. Soporta técnicas de serigrafía tradicional, estampación digital de alta precisión, como la que utilizamos en Mavre con procesos 0 % agua, y reserva artesanal (batik, shibori, tie-dye), en las que la irregularidad se convierte en un valor estético. No lo entendemos como tela, sino como una página en blanco para contar historias materiales”.
Por su parte, Alejandra Restrepo, diseñadora de “Soy de tierra”, en el ADN de la marca está el lino porque lo consideran como un textil que representa herencia, tradición y que está implícito en Cartagena, la ciudad en la que nació la empresa.
“Es una tela que está en la mente del consumidor y está en línea con nuestro concepto de sostenibilidad, porque es una materia prima muy amigable con el medio ambiente, no genera un impacto en el Planeta cuando el consumidor la desecha”, cuenta Restrepo.
La diseñadora importa el producto de proveedores de Italia y Francia: “La persona que me compra, adquiere lino 100 % certificado, piezas creadas con procesos responsables y lentos. He tenido buena acogida en ciudades como Bogotá, porque no es un lino vaporoso ni transparente y tiene estructura. En general, la respuesta del mercado en Colombia ha sido positiva”, dice Restrepo.
Restrepo agrega que ha visto diseñadores utilizando el lino de nuevas maneras y con nuevos conceptos, “lo queha hecho que a más personas les guste y compren. Dependiendo de la zona y la región, cambian los diseños, pero lo que siento es que existe un imaginario de que es un material atemporal que no pasa de moda”.
Daniela Cote, fundadora y directora creativa de Matergea, afirma que “en Matergea siempre hemos tenido claro que la moda puede ser un puente entre el diseño y el respeto por la Madre Tierra. Por eso trabajamos con fibras naturales como el lino y el cáñamo, que requieren muy poca agua, no dependen de pesticidas agresivos y, al final de su vida útil, se biodegradan por completo. Además, son hipoalergénicos y transpirables, lo que significa que cuidan la piel de quien los lleva y permiten que la prenda ‘respire’ con el cuerpo. Nos gusta pensar que cada pieza nace de la tierra, se transforma en diseño, y algún día puede volver a la tierra sin dejar una huella negativa”.
“Su resistencia, versatilidad y bajo impacto ambiental lo convierten en un candidato clave para la moda regenerativa. Incrementar su uso en América Latina significaría no solo rescatar una tradición textil olvidada, sino también aportar a una industria más consciente y resiliente. En un mundo que clama por materiales nobles y responsables, el lino sigue siendo ese lujo que habla de elegancia, herencia y compromiso con el planeta y con nosotros mismos”, puntualiza Herrera.
El lino es un textil que da cuenta de la historia, es el presente de una industria que se plantea y sueña con ser más responsable con el medioambiente y es un futuro que busca la regeneración, es decir, transformar el sistema moda a través de procesos más transparentes e implementación de fibras naturales y recicladas para tener una industria más consciente y responsable con los recursos que utiliza.