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Olivier Rousteing, el diseñador que transformó la forma de comunicar la moda

Su salida deja tras de sí una década que transformó el modo en que las casas históricas se relacionan con la cultura digital.

William Cruz Bermeo *

06 de noviembre de 2025 - 01:00 p. m.
Olivier Rousteing. /Julien de Rosa / AFP
Foto: AFP - JULIEN DE ROSA
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La salida de Olivier Rousteing de Balmain marca el cierre de un ciclo significativo para una casa que, durante más de una década, encarnó el ideal de una casa de modas inclusiva, conectada con la cultura digital y mediática. Su partida llega, paradójicamente, en un momento en que las políticas de diversidad que dominaron el discurso de la moda global parecen debilitarse en medio de un clima social enrarecido. Rousteing fue una de las figuras más visibles de ese paradigma: reivindicó su origen racial y se presentó como el primer diseñador negro al frente de una casa de alta costura francesa, en un ecosistema donde aún predominaba la hegemonía masculina y blanca.

Su historia personal —hijo biológico de madre somalí y padre etíope, adoptado por una familia francesa— se convirtió en parte esencial de su narrativa pública. El documental Wonder Boy (2019) consolidó esa imagen: la del diseñador prodigio que supera la adversidad, aunque permanece marcado por la imposibilidad de reencontrarse con su madre biológica. Esa dimensión humana se tradujo en un discurso de inspiración y resiliencia que conectó con su generación.

Rousteing también transformó la forma de comunicar la moda. Fue, sin duda, el primer “diseñador instagramer”: construyó su figura pública a través de las redes sociales, acompañado por un equipo que lo grababa y documentaba casi cada instante de su jornada creativa, 24/7. Esa estrategia le permitió situarse en el centro de la cultura digital y convertir su vida —y la de Balmain— en un relato continuo de acceso y cercanía. Su lenguaje visual y narrativo sintonizó con una generación hipermediatizada que valoraba la autenticidad, la transparencia y el propósito social, aunque en su caso, estos últimos se manifestaron más como tono motivacional que como postura política.

En lo creativo, Rousteing combinó virtuosismo técnico y sensibilidad mediática. Su etapa más brillante coincidió con la era del Balmain Army, conformado por modelos, celebridades y amigos cercanos —entre ellos Kim Kardashian, Kanye West y sus hermanas— que actuaban como embajadores espontáneos de la marca. Campañas como Army of Lovers (2015) marcaron un punto álgido de su carrera, tanto en términos de impacto visual como de resonancia cultural. En esas colecciones, la repetición de motivos, el uso de superficies bordadas y las simetrías textiles daban lugar a piezas deslumbrantes, que lograban equilibrar exuberancia y estructura. Incluso su colaboración con H&M, en 2015, supo trasladar el lujo artesanal de Balmain al terreno de la moda accesible sin perder identidad.

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No obstante, sus propuestas también suscitaron debate. Algunos críticos señalaron una cercanía estética con las exploraciones de Daniel Roseberry para Schiaparelli u otros creadores contemporáneos, aunque ello no representaba una desviación respecto a la tradición de Balmain. Desde sus orígenes, la maison fundada en 1945 se había caracterizado más por seguir que por liderar las corrientes dominantes, en diálogo estrecho con la elegancia estructurada de Dior. No es casual que Pierre Balmain y Christian Dior fueran compañeros de trabajo en la casa Lucien Lelong durante la Segunda Guerra Mundial, donde ambos consolidaron esa visión posbélica del “nuevo glamour” femenino. En ese sentido, Rousteing supo mantener vivo el espíritu ornamental y arquitectónico propio de la marca, reinterpretándolo desde una sensibilidad contemporánea.

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En los últimos años, su trabajo mostró una madurez creativa más experimental, particularmente en la investigación de materiales y procesos. Un ejemplo emblemático fue el vestido de arena que diseñó para Tyla en la Met Gala 2024, una pieza efímera y escultórica que unió artesanía, concepto y espectáculo. Ese gesto sintetizó la evolución de Rousteing: del barroquismo mediático a la exploración poética de la materia.

Su salida deja tras de sí una década que transformó el modo en que las casas históricas se relacionan con la cultura digital. Olivier Rousteing no solo redefinió la imagen de Balmain; también encarnó una época en la que la visibilidad, la emoción y la narrativa personal se convirtieron en los nuevos lenguajes del lujo.

*Investigador de la moda y el vestir, de la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín Colombia. X. @williamcruzbermeo

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Por William Cruz Bermeo *

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