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¿Cómo combinar el “Cloud Dancer”, el color de 2026?

Pantone presentó el color del año. Les contamos qué dicen los expertos sobre la elección y cómo puede combinarlo. ¿Les gustó la elección del color? Los leemos.

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Lucety Carreño Rojas
17 de diciembre de 2025 - 01:00 a. m.
Para 2026 el color será el Cloud Dancer.  / Cortesía Sumissura
Para 2026 el color será el Cloud Dancer. / Cortesía Sumissura
Foto: Cortesía Sumissura
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El color de 2026 elegido por Pantone, el “Cloud Dancer”, tiene a los usuarios de las redes sociales y a los expertos en moda con opiniones divididas.

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(Historias a color)

Bailarín de nubes, en español, es un tono de blanco que pretende ser “un símbolo de influencia tranquilizadora en una sociedad frenética”, según dijo el Intituto del Color.

Pero, qué hay detrás de esa elección. Pantone presentó el color con una frase que ha generado muchos comentarios: “Un alto blanco neutral cuya presencia aireada actúa como un susurro de calma y paz en un mundo ruidoso”.

Sin embargo, varios expertos en el tema consideran el tono como una elección que no va en línea con las condiciones geopolíticas, económicas y sociales actuales que están ocurriendo en el mundo.

“Parece una postura conservadora, que no está evidenciando las problemáticas que los consumidores están viendo ni los deseos sobre el futuro”, comenta Maite Cantero, experta en tendencias.

Los informes de tendencias deben, o eso se espera de su esencia, reflejar la realidad y el sentimiento cultural que se está viviendo en el mundo.

Por su parte, Jacob Gallagher, periodista de The New York Times, se pregunta: “¿no es esa la otra ventaja de elegir este tono? La gente puede ver en él lo que quiera. Dicho de otro modo, es una elección ideal para este periodo de indecisión en el que nadie quiere ofender a nadie”.

William Cruz Bermeo, investigador de la moda y el vestir, de la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín, Colombia, menciona que el blanco no es una “ausencia de color”, sino una construcción cultural cuyo significado ha sido inestable y cambiante a lo largo del tiempo.

“Desde el siglo XVI, cuando la ropa interior de lino blanco asomaba deliberadamente en cuellos, pechos y puños, la blancura se convirtió en prueba visible de limpieza corporal y rectitud moral. Cambiarse diariamente esa ropa interior era un ritual cortesano: un gesto higiénico, pero también un signo de pertenencia a una élite que se consideraba más educada y ‘civilizada’. De ahí surgiría la espectacular gorguera, esa nube de lino almidonado que enmarcaba el rostro y hacía de la pureza un auténtico dispositivo de representación social”, recuerda.

En la era victoriana, el blanco se afianzó como color nupcial y se ligó a la idea de virginidad femenina, reforzada por el velo como marca de autoridad masculina y de entrega de la novia. “Paralelamente, el neoclasicismo imaginó la Antigüedad griega como un mundo de mármoles inmaculados y cuerpos envueltos en muselinas claras, ignorando que tanto esculturas como tejidos habían sido originalmente muy coloridos”.

En esa línea, Vanessa Friedman, editora de moda en The New York Times, mencionó que “hay tantas asociaciones con el blanco: la paloma blanca de la paz, el traje de bautismo, el vestido de novia, la camiseta blanca. En algunos países asiáticos, el luto. El blanco es un color repleto de significados. Así que en realidad no está tan en blanco”.

Sin embargo, el blanco también ha sido un símbolo de resistencia, tal como lo entendieron las sufragistas de principios del siglo XX al vestirse de blanco en su búsqueda de la igualdad.

En el siglo XX, “el blanco también cristalizó ideas de futuro. Con Courrèges, la ‘era espacial’ se vistió de superficies lisas, casi clínicas, que evocaban tecnología, precisión y un porvenir luminoso”, rememora Cruz Bermeo.

El minimalismo de los años noventa, que parece estar presente en estos tiempos, también retomó ese registro, pero desde otro lugar: “lo blanco como renuncia al exceso, como búsqueda de lo esencial, casi un ejercicio de depuración espiritual de cara al nuevo milenio”.

A lo largo del siglo, el cine en blanco y negro, la fotografía de moda y las campañas publicitarias “exploraron hasta el límite sus posibilidades: blanco sobre blanco, figuras casi disueltas en la luz, vestidos que parecían emitir claridad más que simplemente reflejarla”, explica el investigador.

Así las cosas, para Cruz Bermeo, el blanco ha operado como un registro simbólico del tiempo: “ha sido higiene y control del cuerpo, señal de virtud, evocación de lo clásico y promesa de futuro, soporte del minimalismo y del exceso a la vez. No es sólo un color frecuente en las colecciones, sino una clave para leer cómo, en cada época, la moda ha negociado sus ideas sobre la pureza —espiritual y corporal—, la búsqueda de la tranquilidad, la esperanza en el futuro y el deseo de cambio".

Esa continuidad histórica explica por qué, siglos después, “seguimos volviendo al blanco cuando queremos anunciar un comienzo, una ruptura o una nueva forma de mirar el cuerpo vestido, e incluso para dar forma a la incertidumbre y la ansiedad social que supone todo futuro”.

Se trata de un tono que, en términos de colorimetría y moda, combina con todo. Así que, tras el repaso histórico y las diferentes posturas, vale la pena mencionarles y mostrarles algunas combinaciones en las que puede incluir el color del año en su día a día.

Según Pantone, “en un mundo en el que el color se ha convertido en sinónimo de expresión personal, esta tonalidad puede adaptarse, armonizar y crear contraste, aportando una sensación de ligereza a todas las aplicaciones de productos y entornos, ya sea de forma individual o combinada con otras tonalidades”.

La marca suiza Sumissura, una plataforma en línea de prendas a medida para mujer, seleccionó las piezas esenciales de sastrería para ir a tono con el color de 2026.

Se tratan de piezas versátiles que son la base de un guardarropa, y que se pueden usar solas o combinarlas con prendas oscuras, con texturas o con las paletas de color elegidas por Pantone.

Un traje: un traje a medida Cloud Dancer en algodón o lana. Lo puede combinar con azul, gris o textura estilo tweed. “Este le brinda versatilidad inigualable para el estilo business casual”, explica Sumissura.

Una camisa: un básico de armario. Más allá del color del año, se trata de una pieza que no puede faltar.

Un abrigo: es una prenda exterior que en blanco se ve imponente. Un ajuste personalizado asegura una silueta definida y una caída óptima, ofreciendo una estética inmediata y de alto impacto.

Un blazer: una pieza en ese tono puede convertirse en la representación de lujo y atemporalidad. De acuerdo con Pantone, se puede combinar con los tonos pastel y neutros, pues ofrecen sutiles cambios de tonalidad ”matizados, agradables y discretos".

El color del año también se puede combinar muy bien con colores que evocan los trópicos, “un océano turquesa, refrescantes cítricos, flores brillantes y aves exóticas. Si hay una nube en este paraíso soleado, es un ondulante y alegre Cloud Dancer”, afirma Pantone.

¿Les gustó la elección del color? Los leemos.

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Lucety Carreño Rojas

Por Lucety Carreño Rojas

Comunicadora social de Uninpahu, vinculada a El Espectador desde 2016. Periodista de moda y negocios. Directora de El Hilo, el formato audiovisual de moda de EE.@LucetyClcarreno@elespectador.com

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