Macri se despide de Argentina condenado por sus propias palabras
Después de cuatro años en el poder, el empresario argentino abandona la Casa Rosada y deja su país con un mayor número de pobres y una economía lastimada. El fracaso económico de su gestión revivió a Cristina Fernández de Kirchner, algo que parecía imposible.
Daniel Avellaneda - Buenos Aires
Argentina vive estos tiempos de transición a bordo de una tensa calma. Será histórico lo que suceda en dos días: Mauricio Macri será el primer presidente no peronista en terminar su mandato sin la zozobra de un golpe de Estado. Lo que debería ser normal en cualquier país civilizado y democrático es un hecho extraordinario, como esa foto que se vio ayer en la basílica de Luján, convocados por la Iglesia. Caminaron juntos el presidente saliente y Alberto Fernández, acompañados por sus esposas.
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Argentina vive estos tiempos de transición a bordo de una tensa calma. Será histórico lo que suceda en dos días: Mauricio Macri será el primer presidente no peronista en terminar su mandato sin la zozobra de un golpe de Estado. Lo que debería ser normal en cualquier país civilizado y democrático es un hecho extraordinario, como esa foto que se vio ayer en la basílica de Luján, convocados por la Iglesia. Caminaron juntos el presidente saliente y Alberto Fernández, acompañados por sus esposas.
La derrota electoral de Macri, en cambio, es consecuencia de una política económica que derivó en una crisis sin antecedentes en esta región del Cono Sur. El gobierno deja una alarmante cifra de pobres: 18 millones de personas, el 40,8 % de sus habitantes. Y los números son peores si se profundiza el análisis: cuatro de cada 10 chicos viven en hogares carenciados. Difícil creer que hay un futuro promisorio y que Fernández podrá dar vuelta a la historia con la receta del pan para hoy, hambre para mañana, un clásico del peronismo de todos los tiempos.
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El fracaso económico de Macri revivió a Cristina Fernández de Kirchner, algo que parecía imposible hace cuatro años, cuando Macri venció a Daniel Scioli, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, en el balotaje. El “no vuelven más” que se auguraba en esos tiempos de cambio se fue diluyendo con la fuerte devaluación de 2018. El presidente terminó siendo condenado por sus propias palabras. “La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar”, dijo en el arranque de su ciclo. Y enfatizó: “Terminar con la inflación es lo más fácil del mundo”. Teniendo en cuenta que terminará su mandato bordeando el 57 % no hay mucho más para agregar. “Era la economía, estúpido”, diría Winston Churchill. La devaluación durante cuatro años llegó al 300 %. Y la deuda que se tomó está cercana al 83 % del PIB, más allá de que el líder de Juntos por el Cambio dice que el préstamo del FMI se utilizó para pagar dos pesos de cada tres producto del endeudamiento del gobierno anterior, el de Cristina.
De la política del subsidio para financiar populismo se pasó a un ajuste que los argentinos no toleraron. El achique necesario debido a las arcas públicas colapsadas nunca llegó. Los planes sociales aumentaron en 2’600.000 con Macri. Y unos 8 millones de trabajadores del sector privado sostienen una estructura de 20 millones que dependen del Estado, entre ellos empleados, asistidos y jubilados. Casi dos millones de personas pagan más impuestos a las ganancias. La carga impositiva es brutal. Solo superado por las Comores, una isla africana infinitamente menor en superficie, aquí tenemos la mayor presión fiscal a nivel mundial. Por eso mismo calificar de neoliberal al presidente no solo es antojadizo; se corre el riesgo de quedar como un ridículo.
Macri pondera sus obras. Lo hizo a través de la cadena nacional, que solo utilizó una vez en cuatro años para presentar un informe de su gestión con muy poca autocrítica. Así y todo, su despedida en la Plaza de Mayo fue nutrida, casi en concordancia con la marcha del “Sí se puede” previa a las elecciones. A fin de cuentas, reúne un 40 % de voto duro que lo apoya por espanto al kirchnerismo.
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“Gracias a todos por tanto amor y convicción, y al equipo de gobierno, que ha sido maravilloso. Gracias a todos, todos los integrantes de Juntos por el Cambio”, dijo el presidente saliente en un escenario montado para la ocasión. Y anunció que será parte de una “oposición constructiva y no destructiva”.
La fotografía de las elecciones primarias (PASO) no es la misma que la del 27 de octubre. Macri descontó casi 10 puntos con una recorrida por todo el país y medidas más parecidas a las de un gobierno populista. La grieta se acrecentó en un país dividido. El 89 % del electorado eligió entre Fernández y Macri. La mayoría optó por el regreso del peronismo al poder, pero hasta el viernes no estaba claro cuál iba a ser el rumbo económico para “poner a la Argentina de pie” a decir del mandatario electo. Ese día, el exjefe de Gabinete de la gestión de Néstor Kirchner, el mismo que había tratado de “patética” a quien ahora es su vicepresidenta, presentó a su equipo de ministros, en el que tuvo una fuerte influencia Cristina. Wado de Pedro (Interior), Agustín Rossi (Defensa), Juan Cabandié (Medio Ambiente), Marcó del Pont (Administración Fiscal de Ingresos Públicos/AFIP) y Luana Volnovich (Programa de Atención Médica Integral/PAMI) son propios del riñón kirchnerista. La designación más polémica fue la de Carlos Zannini, secretario de legal y técnica de 2003 a 2015. Será el procurador del Tesoro. Para Fernández, fue una “reivindicación”. Estuvo 107 días preso por el presunto encubrimiento de la investigación del atentado a la AMIA, a partir de la denuncia realizada por Alberto Nisman, el fiscal que fue asesinado en su departamento, aunque la justicia no pudo determinar el culpable. Un caso de alto impacto político.
El mayor interés de la expresidenta, de todos modos, está en el Congreso. Allí tejió alianzas y tiene a Máximo, su hijo, como jefe de bancada del bloque de diputados del Frente de Todos.
Cristina también le hizo un guiño al ministro de Economía. Se trata de Martín Guzmán, un joven académico que vivió en Estados Unidos y llega con un plan duro para renegociar la deuda.
“Se terminó el ajuste para los pobres”, dijo Fernández. Y pareció una declaración de principios. ¿Cómo hará para frenar la debacle? ¿Con una fuerte emisión de pesos que, según los economistas, solo podría acelerar la hiperinflación? Se va Macri y deja números rojos en el bolsillo de la gente, más allá del republicanismo de su gestión. Llega Fernández con una estructura que ya fracasó en la Argentina. Habrá que creer o reventar.