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Ortega, sin fecha de vencimiento

El presidente nicaragüense fue investido por séptima vez como candidato presidencial. Busca su tercer mandato consecutivo, prohibió la observación internacional y sigue usando su discurso de siempre: ataques al “imperialismo yanqui”. ¿Se reelegirá?

Redacción El Mundo
11 de junio de 2016 - 04:07 a. m.
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, Rosario Murillo, al ser proclamado candidato presidencial.  / Efe
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, Rosario Murillo, al ser proclamado candidato presidencial. / Efe
Foto: EFE - Cesar Perez

Daniel Ortega vuelve a ser candidato presidencial en Nicaragua. Y hasta ahora el único, por cuenta de un fallo de la Sala Constitucional que invalidó la candidatura opositora. Por séptima vez, Ortega Saavedra participa como candidato presidencial del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que lo invistió con bombos y platillos en su convención nacional realizada en Managua hace algunos días.

En 1980, Ortega formó parte de la primera Junta de Gobierno de la Revolución Sandinista. En 1984 fue candidato por primera vez. En 1990 fue derrotado por Violeta Barrios de Chamorro, en 1996 por Arnoldo Alemán y en 2001 por Enrique Bolaños. En 2006 ganó los comicios gracias a la división de la oposición, en 2011 se reeligió, y ahora el exguerrillero de 70 años, quien lleva más de la mitad de su vida como líder indiscutible del FSLN, planea quedarse un período más en la Presidencia. De ganar las elecciones en noviembre, llevaría tres elecciones consecutivas.

Algo muy probable, pues, según la última encuesta de la firma local M&R Consultores, Ortega es favorito. ¿Cómo? El político parece no tener fecha de caducidad, pues sigue usando el mismo discurso sobre “el imperialismo yanqui”, al que acusó de realizar incontables intentos para “desestabilizar” a los gobiernos de izquierda en América Latina, que hoy enfrentan duros retos en la región. Además lanzó duras críticas a la Unión Europea, a la Organización de Estados Americanos y a Naciones Unidas.

La última modificación constitucional, refrendada en 2014, establece la reelección presidencial indefinida y la posibilidad de elegir al presidente en primera vuelta y con mayoría simple de votos. El congreso sandinista también acordó que será Ortega quien propondrá y designará a su compañero de fórmula, sin especificar el plazo. Todopoderoso. Asimismo designará el listado de candidatos a diputados ante la Asamblea Nacional y ante el Parlamento Centroamericano. Además, el Congreso lo facultó a continuar en la búsqueda de consensos con los empresarios y los sindicatos, en el marco de la “política de alianzas” que promueve el Gobierno.

Ortega anunció que no habrá observación nacional o internacional en los comicios. Según él, los representantes de organismos internacionales son unos “sinvergüenzas”, hecho que resta aún más legitimidad a un proceso ya de por sí viciado, según la prensa de ese país. “Aquí se acabó la observación. Que vayan a observar cómo ponen orden en sus propios países”, dijo. También calificó a los embajadores de “emperadores” que “creen tener derecho a decir lo que quieran”.

La observación se ha vuelto una demanda nacional. Las encuestas reflejan que más del 80 % de los nicaragüenses —incluyendo a simpatizantes del gobernante FSLN— respaldan la convocatoria y acreditación de observación electoral independiente. Diversos sectores de la sociedad, como movimientos cívicos, la Iglesia católica e incluso el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) han abogado por este derecho que Ortega quitó de tajo.

“No podemos ignorar que venimos de procesos electorales cuestionados de legitimidad, que afortunadamente no desembocaron en crisis políticas severas e irreversibles, pero que afectaron la imagen electoral de nuestro país”, dijo José Adán Aguerri, presidente del Cosep, en un documento que refleja la posición editorial semanal del consejo, publicado el martes.

En las elecciones de 2011, pese a que la Constitución lo prohibía, Ortega se presentó como candidato a la Presidencia gracias a una maniobra jurídica con la que burló la norma constitucional que se interponía entre él y su objetivo de mantenerse en el poder cinco años más. Y obtuvo el 62,45 % de los votos, tras una cuestionada candidatura y una jornada electoral plagada de denuncias de irregularidades.

La situación en el país es compleja: un fallo de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de Nicaragua le quitó al líder opositor, Eduardo Montealegre, la representación legal del Partido Liberal Constitucionalista (PLI, de derecha) y se la entregó a un político rival, dejando fraccionada la principal fuerza de oposición de cara a los comicios.

La alianza ya había designado al diputado Luis Callejas como su candidato presidencial y a la activista social Violeta Granera como candidata a la Vicepresidencia, y sus nombres fueron ratificados el domingo en una asamblea de la coalición, pero tales nominaciones podrían ser revocadas por las nuevas autoridades del PLI. El fallo deja a Ortega como candidato único del país centroamericano.

Un reto para la oposición, que ya se alista para sortear los obstáculos en los meses que faltan para las elecciones.

El Centro Carter, que desde 1990 ha participado como observador en los procesos electorales en Nicaragua, lamentó la decisión de Ortega de prohibir la observación electoral y criticó las ofensas del presidente, las cuales calificó de “ataque a la comunidad internacional”. La indignación por la decisión se ha manifestado en las redes sociales. “Hoy se consuma la castración del sistema político en Nicaragua. De un ‘cortazo’ han segado al único partido con capacidad de competir”, expresó la escritora Gioconda Belli.

Por Redacción El Mundo

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