¿Por qué Brasil va por mal camino?

El próximo 7 de octubre se llevarán a cabo unos de los comicios presidenciales más inciertos en la historia de Brasil. Polarización, violencia e incertidumbre marcan el panorama electoral.

redacción internacional
08 de septiembre de 2018 - 02:00 a. m.
El pasado jueves, el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro fue apuñalado durante un evento de campaña. / AFP
El pasado jueves, el candidato ultraderechista Jair Bolsonaro fue apuñalado durante un evento de campaña. / AFP
Foto: AFP - FABIO TEIXEIRA

A un mes de las elecciones del 7 de octubre en Brasil, el panorama político no puede ser peor a causa de la polarización. El atentado a Jair Bolsonaro, la lucha de Lula para salir de la cárcel, la crecida de la ultraderecha y las debilidades del actual gobierno de Michel Temer son algunos de los hechos que exponen la incertidumbre de los próximos comicios.

El pasado jueves, el ataque al candidato de ultraderecha Bolsonaro en medio de un evento de campaña estremeció a Brasil. Desde el hospital en el que atendieron al político, su hijo, Flávio Bolsonaro, advirtió que con el atentado “acaban de elegir al nuevo presidente y será en la primera vuelta”. Y algo de razón puede tener, pues tras el ataque, la campaña de Bolsonaro, que promete mano dura contra la criminalidad y la liberalización del porte de armas, podría reforzarse.

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Thiago Vidal, analista político de la consultora Prospectiva, aseguró a AFP que “si la narrativa favorece a Bolsonaro, la polarización con la izquierda puede darle mayores condiciones de llegar a la segunda vuelta”.

“Este incidente aumenta las posibilidades electorales de Bolsonaro. Estaba perdiendo votos, de repente se convierte en una víctima casi tan grande como Lula”, dijo a la agencia financiera Bloomberg el analista Richard Back, de XP Investments.

A esto se suma la creciente fuerza que ha adquirido la ultraderecha en el país, la cual, sin una ficha fuerte del Partido de los Trabajadores capaz de competirle cara a cara, ha logrado ganar terreno y posicionarse muy bien frente a los comicios del próximo 7 de octubre. La población está cansada de ver a su clase política envuelta en escándalos de corrupción, como ocurrió con Lula da Silva y Dilma Rousseff, y de la violencia, la cual deja cerca de 60.000 asesinatos al año.

Y es que la fuerza de la izquierda, liderada por el Partido de los Trabajadores, quedó en la cuerda floja el pasado jueves, cuando la justicia de Brasil rechazó dos recursos al encarcelado Lula con el que pretendía quedar habilitado para postularse como candidato presidencial. Porque si el expresidente pudiera aspirar a la reelección seguramente cambiaría todo el ajedrez político. Por eso su partido ha asegurado que luchará hasta el último momento para que sea habilitado.

El panorama, sin embargo, es complicado. La justicia electoral dio plazo hasta el próximo 11 de septiembre para que el Partido de los Trabajadores designe al sustituto de Lula para las elecciones. Entre las opciones se baraja la posibilidad de que sea sustituido por el exministro de Educación Fernando Haddad, hasta ahora su compañero de fórmula como candidato a vicepresidente.

En las encuestas en las que no se contempla la participación de Lula, Haddad figura en quinto lugar y su intención de voto apenas creció desde el 4 % en agosto hasta el 6 % en septiembre, según un último sondeo divulgado este miércoles por el instituto Ibope.

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Para completar el cuadro está la complicada situación del actual presidente, Michel Temer. Con más del 70 % de impopularidad, la más baja en la historia de Brasil desde 1985, el mandatario está rodeado de escándalos de corrupción dentro de su gobierno. Además, su gestión económica es muy criticada, luego de aplicar un severo recorte fiscal que limitó todos los gastos públicos, incluyendo salud y educación, y de haber puesto en marcha una reforma laboral, que limitó derechos conquistados hace años por los trabajadores brasileños.

Las cartas de la contienda electoral se pueden redistribuir en cualquier momento. Un último panorama lo plantea Vidal: “También hay que considerar la posibilidad de que el episodio de Bolsonaro radicalice aún más la disputa, lo que asustaría a los electores indecisos y los llevaría a buscar candidatos moderados”.

Por redacción internacional

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