“El antisemitismo es un odio muy hábil que logra camuflarse”
Entrevista con el internacionalista Janiel Melamed Visbal, docente investigador de la Universidad del Norte con doctorado en seguridad internacional y maestría en disciplinas contraterroristas, sobre la guerra en la Franja de Gaza entre Israel y Hamás, la organización palestina que lanzó un sorpresivo ataque contra el pueblo judío, con un saldo de 1.400 muertos. Analiza el desarrollo de los sucesos que tienen en vilo al mundo entero y habla de la polémica posición política del gobierno Petro en torno a este conflicto.
¿Por qué Hamás pudo sorprender a Israel el pasado 7 de octubre de manera tan letal y masiva, y cómo logró evadir la inteligencia militar del que se supone que es el país mejor preparado del mundo en esta materia?
Ciertamente hubo una falla de inteligencia por no anticipar esas acciones terroristas. Ahora bien, ninguna agencia de inteligencia del mundo es absolutamente infalible. Creo que confluyeron varios elementos que allanaron el camino en un lento, pero progresivo proceso de ensayo y error que Hamás y otras organizaciones armadas palestinas han aprovechado, desde 2018, con las llamadas “marchas del retorno” a Gaza. A ese hecho hay que sumarle otros aspectos que serán objeto de escrutinio en Israel y en cuyas conclusiones quedarán expuestas las responsabilidades políticas y militares que correspondan.
¿Por qué no ha caído el gobierno de Netanyahu, quien a pesar de representar el ala más militarista de la política israelí, fue “derrotado” por Hamás, si se piensa en el ataque tan masivo y mortal que ejecutó?
Creo que la expresión “derrotado” es demasiado concluyente o definitiva. Netanyahu conformó un gobierno de coalición nacional para conjurar esta crisis y todavía goza del teflón propio de la inmediatez del ataque terrorista, del nivel de barbarie desplegado contra víctimas mayormente civiles y de sus efectos en la sociedad israelí. Esta capa de protección se fundamenta en la búsqueda de opciones militares que restituyan una sensación de mayor seguridad. El paso del tiempo y la consecución o no de los objetivos planteados por este gobierno en las operaciones militares contra Hamás en Gaza determinarán si su capacidad de maniobra se mantiene.
Netanyahu ha sido indiferente a los reclamos de Naciones Unidas y de gobiernos europeos y americanos de humanización de la guerra, ¿Se puede esperar que Israel disminuya la intensidad de los ataques, acepte corredores humanitarios o haga treguas militares o es imposible?
Vale la pena hacer dos precisiones: primera, ya hay intentos de humanizar la guerra. Desafortunadamente no son perfectos ni absolutos en un ambiente operacional tan complejo. Por poner un ejemplo, el lento avance israelí no solamente está pensado para obtener una mejor preparación y anticiparse a los desafíos que enfrentan las tropas, sino que también busca dar tiempo y promover la evacuación del personal civil palestino. No obstante, el portavoz del brazo político de Hamás, Ghazi Hamad, declaró que esa organización está dispuesta a pagar el precio en vidas civiles por las atrocidades cometidas el 7 de octubre, y dijo que ellos son mártires y que les enorgullece sacrificar mártires. Cuando se habla de operaciones militares israelíes contra un enemigo es importante tener en cuenta que ese enemigo pone intencionalmente a su población civil como escudo humano e instrumentaliza sus capacidades militares en entornos densamente poblados. Segunda, la disminución de la intensidad de las operaciones es un escenario posible, pero ocurrirá hasta cuando haya avances en la neutralización de las amenazas a Israel, en la zona norte de la Franja de Gaza.
Gobiernos árabes en la zona vecina a la Franja de Gaza han advertido que podrían atacar a Israel. ¿La guerra en Oriente Medio puede extenderse a toda la región e incluso escalar a una conflagración mundial?
El único gobierno árabe vecino de Gaza es Egipto, con el que Israel mantiene un tratado de paz desde finales de la década del 70. Existen otros actores armados en la periferia israelí más amplia, como las milicias Houtis, en Yemen y Hezbolá, en el sur del Líbano. Alrededor de 19 organizaciones armadas como estas son parte del llamado “eje de resistencia” y articulan sus propios intereses con los intereses hegemónicos iraníes en la región. A mi juicio, la situación no debe analizarse bajo la óptica de una manifestación adicional del conflicto palestino-israelí, sino como parte de una agenda de antagonismos y rivalidades geopolíticas a nivel regional que hacen que el escenario sea mucho más complejo, el cual, sin duda, puede tener elementos que conduzcan a un escalamiento significativo.
Esos Estados tienen varias identidades en común, la religión, muy poderosa, entre otras. ¿El punto central del conflicto palestino-israelí es el territorio o a este factor, ya muy espinoso, se le suman otros de igual dificultad?
Además del elemento territorial existen factores de extremismo religioso que quedan perfectamente reflejados en la carta fundacional de Hamás, en la que se ordena no negociar la que consideran tierra sagrada para el islam, y en la que, además, se incita a la Yihad (acciones armadas para la expansión del islam). Hay quienes afirman que la causa del conflicto es territorial y que está ligada a la llamada ocupación israelí. Sin embargo, la ONU solo habla de “ocupación” a partir de 1967. Y, en contraste, se pueden documentar hechos de violencia sistemática desde principios de siglo, por ejemplo la “masacre de Dios” en la ciudad de Hebrón, 1929 (matanza de judíos en Jerusalén por grupos árabes).
Se han hecho grandes manifestaciones en contra del gobierno de Tel Aviv en ciudades europeas y de Estados Unidos, tradicionalmente simpatizantes del pueblo judío. Un contraataque tan cruel y masivo en la Franja de Gaza, ¿ha terminado por afectar el apoyo internacional a Israel?
Hamás es consciente de las consecuencias que producen sus actos de terrorismo, así como en su momento fue consciente Al Qaeda (organización terrorista yihadista) de las consecuencias que tendrían los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11S) contra Estados Unidos: esos actos son parte de una estrategia de provocación que al final busca crear mayores niveles de deslegitimación del Estado de Israel y capitalizar las crueldades que se presentan en todas las guerras, en este caso la que sufre en la Franja de Gaza la población palestina que Hamás dice representar y defender, pero que usa como escudo humano.
Hamás intenta acabar con Israel y asesina a cualquier ciudadano judío. Israel intenta liquidar a Hamás y mata a cualquier palestino. ¿Estas afirmaciones son ciertas o falsas?
Creo que ambas expresiones son tergiversadas. No se pueden equipar las acciones de Hamás con las acciones del Estado de Israel. La carta fundacional de Hamás establece, puntualmente, la destrucción del Estado de Israel, la muerte de judíos no solo israelíes, el rechazo a las negociaciones de paz y la conducción de la Yihad como única alternativa al conflicto. Hay académicos y activistas que, por desconocimiento o conveniencia, quieren graduar a los miembros de Hamás de actores políticos legítimos, más allá de cualquier cuestionamiento a sus actos. En esta estrategia de marketing político Hamás afirma que está dispuesto a negociar la paz bajo las fronteras de 1967 -algo que en mi opinión es irrealizable-, únicamente para contentar a las potencias tanto europeas como de Oriente Medio que les aportan recursos económicos, mediante instrumentos de cooperación internacional, a los territorios que controla.
¿Por qué no cree en esas afirmaciones?
Porque esa supuesta madurez política parece quedar desvirtuada en las declaraciones del propio vocero de Hamás, Ghazi Hamad, a quien mencioné antes, en las que reitera que la destrucción del Estado de Israel es fundamental porque su existencia constituye una catástrofe para la nación árabe e islámica. Si Hamás fuera tan moderado, vale la pena preguntarse cuántas sinagogas hay en Gaza y cuántos judíos viven en la Franja. Israel intenta acabar con la amenaza de Hamás, pero en sus esfuerzos por reducirla se encuentra con una guerra sucia que deja a la población civil palestina de Gaza expuesta a la victimización. Es una situación muy compleja y dolorosa.
¿Es cierto que el antisemitismo ha revivido en Europa y América o se confunden las críticas al gobierno Netanyahu y sus fuerzas militares con el odio hacia el pueblo judío?
El antisemitismo nunca se ha ido. Es un odio muy hábil, de vieja data, que logra camuflarse. En el Medievo se mimetizaba con expresiones como “no odiamos a los judíos, solo odiamos su religión”. En la Segunda Guerra Mundial, con afirmaciones como “no odiamos a los judíos, solo odiamos su raza”. Y en la actualidad se camufla con la frase “no odiamos a los judíos, solo a su Estado-Nación”. En Israel hay cosas que funcionan bien y otras que no. Por lo tanto, las críticas constructivas son válidas y son parte del juego político. Pero esto y el antisionismo son cosas diferentes. Cuando el objetivo de esas críticas es la deslegitimación sistemática y la demonización del pueblo judío para provocar repulsión y condena a Israel, se cruza la raya hacia un objetivo: promover los discursos de odio.
Las acciones extremas de Netanhayu, un político al que muchos analistas consideran despiadado, ¿favorecen el antisemitismo?
Todas las acciones extremas en cualquier parte del mundo pueden fomentar discursos de odio. El antisemitismo no necesita a Netanyahu como pretexto para consolidar y expandir el discurso de odio contra Israel. La mejor herramienta para combatir ese tipo de mensajes es la educación. Y en ese orden de ideas, es necesario poner sobre la mesa la mayor información posible sobre la situación de la guerra en Gaza para poder realizar un análisis integral.
Usted es autor de varios libros sobre Oriente Medio y seguridad. Uno de ellos lleva por título “Estado Islámico, una amenaza para la seguridad internacional” (2017). ¿Cuál es la hipótesis central del texto y cómo se refleja, allí, lo que sucede hoy en la Franja de Gaza?
Trata sobre la ideología del extremismo y radicalismo religiosos de esa organización yihadista, una fuente de riesgo para el sistema internacional de naciones, en general. En los postulados político-religiosos de Hamás se evidencian convicciones similares a ese extremismo religioso: comparten un mismo ADN.
El presidente de Colombia ha sido muy crítico de las acciones militares del gobierno de Israel y hace poco llamó a consultas a la embajadora de Colombia en Tel Aviv. Aunque le han pedido que rechace los actos terroristas de Hamás, Petro no lo ha hecho, al menos de manera explícita. ¿Cómo interpreta usted la posición del mandatario?
El presidente Petro ha jugado a dos bandas: critica las manifestaciones de violencia de los dos bandos, pero le dedica mucho más tiempo al rechazo de las acciones del Estado de Israel. Por otro lado, no ha calificado las atrocidades de Hamás como actos de terrorismo y prefiere utilizar eufemismos alrededor del concepto de la resistencia palestina. Me pregunto: ¿es un acto de resistencia violar mujeres? ¿Es un acto de resistencia degollar y asesinar a sangre fría a niños en sus cunas? ¿Es un acto de resistencia arrasar a tiros un concierto de música? Esto, entre muchas otras barbaridades cometidas el 7 de octubre de 2023, deja claro de qué lado de la historia se encuentra Petro.
¿Usted cree que los ciudadanos judíos que viven en Colombia, muchos de los cuales son colombianos de nacionalidad y nacimiento, corren peligro por la posición pública del presidente como lo han dicho algunos jóvenes en carta abierta?
Creo que el presidente con sus acciones, trinos y pronunciamientos sobre los acontecimientos en la Franja de Gaza ha dado cátedra de un manejo desastroso de la política exterior y de despilfarro de los canales diplomáticos. Claramente, no ayuda a proyectar una sensación de calma y seguridad.
¿Calcula que las relaciones colombo-israelíes podrían llegar a la ruptura total, así como en Chile y Bolivia?
Dependerá de cuáles intereses anteponga el presidente Petro. Si priman los suyos, los del interés nacional o los de sus nuevos aliados en la esfera internacional.
Se ha dicho, de manera informal, que las familias judías se están yendo de Colombia y que intentan cerrar sus negocios. ¿Le parece real?
Esa es una pregunta que tendría que hacerle a alguien que represente a la comunidad judía de Colombia. Yo no la represento ni tengo información en ese sentido. Lo que sí puedo agregar es que el país atraviesa muchos desafíos en materia de crecimiento económico y generación de oportunidades, algo que nos afecta a todos por igual independientemente de cualquier situación social, política o religiosa que se produzca.
¿Cuáles serán las verdaderas consecuencias tanto para Colombia como para Israel si se rompieran las relaciones diplomáticas entre los dos Estados?
Sería un escenario complejo y francamente desfavorable para ambas partes, pero Colombia tendría mucho más que perder en el corto plazo. La alianza estratégica entre las dos naciones existe desde hace décadas. En el escenario por el que usted pregunta, que ojalá no se materialice, habría serias repercusiones en asuntos de seguridad nacional y seguridad ciudadana y, también, en áreas importantes de las agendas progresistas en las cuales el presidente Petro ha puesto gran parte de su capital político. Por ejemplo, la transición a las energías limpias, las plantas desalinizadoras de agua de mar, la experiencia en el manejo y aprovechamiento de los recursos hídricos escasos para su empleo en cultivos hidropónicos. En Israel también habría repercusiones tanto económicas como geopolíticas. No hay que olvidar que los dos países firmaron un TLC en 2013. De materializarse ese escenario, además, se anticiparía, en el entorno geopolítico regional, el hecho de que el actual gobierno lleve a Colombia a una esfera de influencia más cercana a la órbita de países como Irán.
En vista de que no hay por ahora ninguna posibilidad de que la guerra en la Franja de Gaza disminuya o se humanice, ¿alguien, en el mundo, podría incidir en cierto freno a las hostilidades bélicas? Por ejemplo, ¿Estados Unidos, el Papa, jerarcas religiosos de Medio Oriente, el Consejo de Seguridad de la ONU?
Ojalá. Ruego todos los días que así sea y no solo que disminuyan las acciones de guerra. También, que regresen sanos y salvos los más de 230 secuestrados israelíes que están en Gaza y que cese la victimización de la población civil de las dos partes.
“Soy el resultado de dos dos mundos”: profesor Janiel Melamed
Sus nombres y primer apellido son de origen judío. Y, de otro lado, usted es profesor investigador de la Universidad del Norte en Barranquilla. La guerra en la Franja de Gaza y las manifestaciones en el mundo a favor y en contra de Israel, ¿lo han afectado personalmente o han afectado su trabajo?
Mi padre era judío, mi madre, católica. Yo soy el resultado de dos mundos, dos culturas y dos religiones diferentes. Antes del inicio de esta reciente escalada de violencia, y también ahora, quienes planteamos marcos de análisis amplios para la mayor comprensión del conflicto, hemos sido objeto de presión por parte de algunos grupos propalestinos que intentan sabotear nuestros eventos académicos y crear campañas de deslegitimación. Este es un fenómeno creciente a nivel nacional e internacional. Es curioso que no ocurra lo mismo en contra de profesores o estudiantes, por ejemplo, de origen ruso frente a la invasión a Ucrania; o de origen turco cuando se habla del control territorial de Turquía sobre la isla de Chipre; o de origen chino, cuando se examina su papel en el Tibet. Afortunadamente trabajo en una universidad que siempre ha apoyado el trabajo académico serio aunque haya personas muy poderosas a las que no les gusta lo que digo.
Atrapados entre las bombas, la muerte y el cierre fronterizo
La peor parte de la guerra desatada en la Franja de Gaza la han padecido los civiles, tanto palestinos como israelíes. Estos, vecinos de la Franja, fueron víctimas del ataque masivo que sufrieron el pasado 7 de octubre y durante el cual murieron, según se ha publicado, 1.400 personas incluyendo muchos niños y bebés. Los habitantes de Gaza, un enclave gobernado por la organización islamista Hamas considerada en muchas partes del mundo como terrorista, fueron a su vez víctimas del contraataque israelí que no cesa sino que, por el contrario, escala militarmente desde aquella fecha. La tragedia humanitaria que padecen los residentes de la Franja ha conmovido, incluso, a gobiernos y países tradicionalmente proisraelíes que han reiterado sus peticiones al gobierno de Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, para que disminuya las hostilidades, abra un espacio de tregua y permita que los civiles palestinos salgan de la zona de los combates. Pero solo hace unas horas, civiles con doble nacionalidad fueron autorizados a salir de Gaza por la puerta de Rafah, hacia Egipto. Miles de personas, sin embargo, siguen atrapadas entre las bombas, la muerte y el cierre fronterizo.
¿Por qué Hamás pudo sorprender a Israel el pasado 7 de octubre de manera tan letal y masiva, y cómo logró evadir la inteligencia militar del que se supone que es el país mejor preparado del mundo en esta materia?
Ciertamente hubo una falla de inteligencia por no anticipar esas acciones terroristas. Ahora bien, ninguna agencia de inteligencia del mundo es absolutamente infalible. Creo que confluyeron varios elementos que allanaron el camino en un lento, pero progresivo proceso de ensayo y error que Hamás y otras organizaciones armadas palestinas han aprovechado, desde 2018, con las llamadas “marchas del retorno” a Gaza. A ese hecho hay que sumarle otros aspectos que serán objeto de escrutinio en Israel y en cuyas conclusiones quedarán expuestas las responsabilidades políticas y militares que correspondan.
¿Por qué no ha caído el gobierno de Netanyahu, quien a pesar de representar el ala más militarista de la política israelí, fue “derrotado” por Hamás, si se piensa en el ataque tan masivo y mortal que ejecutó?
Creo que la expresión “derrotado” es demasiado concluyente o definitiva. Netanyahu conformó un gobierno de coalición nacional para conjurar esta crisis y todavía goza del teflón propio de la inmediatez del ataque terrorista, del nivel de barbarie desplegado contra víctimas mayormente civiles y de sus efectos en la sociedad israelí. Esta capa de protección se fundamenta en la búsqueda de opciones militares que restituyan una sensación de mayor seguridad. El paso del tiempo y la consecución o no de los objetivos planteados por este gobierno en las operaciones militares contra Hamás en Gaza determinarán si su capacidad de maniobra se mantiene.
Netanyahu ha sido indiferente a los reclamos de Naciones Unidas y de gobiernos europeos y americanos de humanización de la guerra, ¿Se puede esperar que Israel disminuya la intensidad de los ataques, acepte corredores humanitarios o haga treguas militares o es imposible?
Vale la pena hacer dos precisiones: primera, ya hay intentos de humanizar la guerra. Desafortunadamente no son perfectos ni absolutos en un ambiente operacional tan complejo. Por poner un ejemplo, el lento avance israelí no solamente está pensado para obtener una mejor preparación y anticiparse a los desafíos que enfrentan las tropas, sino que también busca dar tiempo y promover la evacuación del personal civil palestino. No obstante, el portavoz del brazo político de Hamás, Ghazi Hamad, declaró que esa organización está dispuesta a pagar el precio en vidas civiles por las atrocidades cometidas el 7 de octubre, y dijo que ellos son mártires y que les enorgullece sacrificar mártires. Cuando se habla de operaciones militares israelíes contra un enemigo es importante tener en cuenta que ese enemigo pone intencionalmente a su población civil como escudo humano e instrumentaliza sus capacidades militares en entornos densamente poblados. Segunda, la disminución de la intensidad de las operaciones es un escenario posible, pero ocurrirá hasta cuando haya avances en la neutralización de las amenazas a Israel, en la zona norte de la Franja de Gaza.
Gobiernos árabes en la zona vecina a la Franja de Gaza han advertido que podrían atacar a Israel. ¿La guerra en Oriente Medio puede extenderse a toda la región e incluso escalar a una conflagración mundial?
El único gobierno árabe vecino de Gaza es Egipto, con el que Israel mantiene un tratado de paz desde finales de la década del 70. Existen otros actores armados en la periferia israelí más amplia, como las milicias Houtis, en Yemen y Hezbolá, en el sur del Líbano. Alrededor de 19 organizaciones armadas como estas son parte del llamado “eje de resistencia” y articulan sus propios intereses con los intereses hegemónicos iraníes en la región. A mi juicio, la situación no debe analizarse bajo la óptica de una manifestación adicional del conflicto palestino-israelí, sino como parte de una agenda de antagonismos y rivalidades geopolíticas a nivel regional que hacen que el escenario sea mucho más complejo, el cual, sin duda, puede tener elementos que conduzcan a un escalamiento significativo.
Esos Estados tienen varias identidades en común, la religión, muy poderosa, entre otras. ¿El punto central del conflicto palestino-israelí es el territorio o a este factor, ya muy espinoso, se le suman otros de igual dificultad?
Además del elemento territorial existen factores de extremismo religioso que quedan perfectamente reflejados en la carta fundacional de Hamás, en la que se ordena no negociar la que consideran tierra sagrada para el islam, y en la que, además, se incita a la Yihad (acciones armadas para la expansión del islam). Hay quienes afirman que la causa del conflicto es territorial y que está ligada a la llamada ocupación israelí. Sin embargo, la ONU solo habla de “ocupación” a partir de 1967. Y, en contraste, se pueden documentar hechos de violencia sistemática desde principios de siglo, por ejemplo la “masacre de Dios” en la ciudad de Hebrón, 1929 (matanza de judíos en Jerusalén por grupos árabes).
Se han hecho grandes manifestaciones en contra del gobierno de Tel Aviv en ciudades europeas y de Estados Unidos, tradicionalmente simpatizantes del pueblo judío. Un contraataque tan cruel y masivo en la Franja de Gaza, ¿ha terminado por afectar el apoyo internacional a Israel?
Hamás es consciente de las consecuencias que producen sus actos de terrorismo, así como en su momento fue consciente Al Qaeda (organización terrorista yihadista) de las consecuencias que tendrían los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11S) contra Estados Unidos: esos actos son parte de una estrategia de provocación que al final busca crear mayores niveles de deslegitimación del Estado de Israel y capitalizar las crueldades que se presentan en todas las guerras, en este caso la que sufre en la Franja de Gaza la población palestina que Hamás dice representar y defender, pero que usa como escudo humano.
Hamás intenta acabar con Israel y asesina a cualquier ciudadano judío. Israel intenta liquidar a Hamás y mata a cualquier palestino. ¿Estas afirmaciones son ciertas o falsas?
Creo que ambas expresiones son tergiversadas. No se pueden equipar las acciones de Hamás con las acciones del Estado de Israel. La carta fundacional de Hamás establece, puntualmente, la destrucción del Estado de Israel, la muerte de judíos no solo israelíes, el rechazo a las negociaciones de paz y la conducción de la Yihad como única alternativa al conflicto. Hay académicos y activistas que, por desconocimiento o conveniencia, quieren graduar a los miembros de Hamás de actores políticos legítimos, más allá de cualquier cuestionamiento a sus actos. En esta estrategia de marketing político Hamás afirma que está dispuesto a negociar la paz bajo las fronteras de 1967 -algo que en mi opinión es irrealizable-, únicamente para contentar a las potencias tanto europeas como de Oriente Medio que les aportan recursos económicos, mediante instrumentos de cooperación internacional, a los territorios que controla.
¿Por qué no cree en esas afirmaciones?
Porque esa supuesta madurez política parece quedar desvirtuada en las declaraciones del propio vocero de Hamás, Ghazi Hamad, a quien mencioné antes, en las que reitera que la destrucción del Estado de Israel es fundamental porque su existencia constituye una catástrofe para la nación árabe e islámica. Si Hamás fuera tan moderado, vale la pena preguntarse cuántas sinagogas hay en Gaza y cuántos judíos viven en la Franja. Israel intenta acabar con la amenaza de Hamás, pero en sus esfuerzos por reducirla se encuentra con una guerra sucia que deja a la población civil palestina de Gaza expuesta a la victimización. Es una situación muy compleja y dolorosa.
¿Es cierto que el antisemitismo ha revivido en Europa y América o se confunden las críticas al gobierno Netanyahu y sus fuerzas militares con el odio hacia el pueblo judío?
El antisemitismo nunca se ha ido. Es un odio muy hábil, de vieja data, que logra camuflarse. En el Medievo se mimetizaba con expresiones como “no odiamos a los judíos, solo odiamos su religión”. En la Segunda Guerra Mundial, con afirmaciones como “no odiamos a los judíos, solo odiamos su raza”. Y en la actualidad se camufla con la frase “no odiamos a los judíos, solo a su Estado-Nación”. En Israel hay cosas que funcionan bien y otras que no. Por lo tanto, las críticas constructivas son válidas y son parte del juego político. Pero esto y el antisionismo son cosas diferentes. Cuando el objetivo de esas críticas es la deslegitimación sistemática y la demonización del pueblo judío para provocar repulsión y condena a Israel, se cruza la raya hacia un objetivo: promover los discursos de odio.
Las acciones extremas de Netanhayu, un político al que muchos analistas consideran despiadado, ¿favorecen el antisemitismo?
Todas las acciones extremas en cualquier parte del mundo pueden fomentar discursos de odio. El antisemitismo no necesita a Netanyahu como pretexto para consolidar y expandir el discurso de odio contra Israel. La mejor herramienta para combatir ese tipo de mensajes es la educación. Y en ese orden de ideas, es necesario poner sobre la mesa la mayor información posible sobre la situación de la guerra en Gaza para poder realizar un análisis integral.
Usted es autor de varios libros sobre Oriente Medio y seguridad. Uno de ellos lleva por título “Estado Islámico, una amenaza para la seguridad internacional” (2017). ¿Cuál es la hipótesis central del texto y cómo se refleja, allí, lo que sucede hoy en la Franja de Gaza?
Trata sobre la ideología del extremismo y radicalismo religiosos de esa organización yihadista, una fuente de riesgo para el sistema internacional de naciones, en general. En los postulados político-religiosos de Hamás se evidencian convicciones similares a ese extremismo religioso: comparten un mismo ADN.
El presidente de Colombia ha sido muy crítico de las acciones militares del gobierno de Israel y hace poco llamó a consultas a la embajadora de Colombia en Tel Aviv. Aunque le han pedido que rechace los actos terroristas de Hamás, Petro no lo ha hecho, al menos de manera explícita. ¿Cómo interpreta usted la posición del mandatario?
El presidente Petro ha jugado a dos bandas: critica las manifestaciones de violencia de los dos bandos, pero le dedica mucho más tiempo al rechazo de las acciones del Estado de Israel. Por otro lado, no ha calificado las atrocidades de Hamás como actos de terrorismo y prefiere utilizar eufemismos alrededor del concepto de la resistencia palestina. Me pregunto: ¿es un acto de resistencia violar mujeres? ¿Es un acto de resistencia degollar y asesinar a sangre fría a niños en sus cunas? ¿Es un acto de resistencia arrasar a tiros un concierto de música? Esto, entre muchas otras barbaridades cometidas el 7 de octubre de 2023, deja claro de qué lado de la historia se encuentra Petro.
¿Usted cree que los ciudadanos judíos que viven en Colombia, muchos de los cuales son colombianos de nacionalidad y nacimiento, corren peligro por la posición pública del presidente como lo han dicho algunos jóvenes en carta abierta?
Creo que el presidente con sus acciones, trinos y pronunciamientos sobre los acontecimientos en la Franja de Gaza ha dado cátedra de un manejo desastroso de la política exterior y de despilfarro de los canales diplomáticos. Claramente, no ayuda a proyectar una sensación de calma y seguridad.
¿Calcula que las relaciones colombo-israelíes podrían llegar a la ruptura total, así como en Chile y Bolivia?
Dependerá de cuáles intereses anteponga el presidente Petro. Si priman los suyos, los del interés nacional o los de sus nuevos aliados en la esfera internacional.
Se ha dicho, de manera informal, que las familias judías se están yendo de Colombia y que intentan cerrar sus negocios. ¿Le parece real?
Esa es una pregunta que tendría que hacerle a alguien que represente a la comunidad judía de Colombia. Yo no la represento ni tengo información en ese sentido. Lo que sí puedo agregar es que el país atraviesa muchos desafíos en materia de crecimiento económico y generación de oportunidades, algo que nos afecta a todos por igual independientemente de cualquier situación social, política o religiosa que se produzca.
¿Cuáles serán las verdaderas consecuencias tanto para Colombia como para Israel si se rompieran las relaciones diplomáticas entre los dos Estados?
Sería un escenario complejo y francamente desfavorable para ambas partes, pero Colombia tendría mucho más que perder en el corto plazo. La alianza estratégica entre las dos naciones existe desde hace décadas. En el escenario por el que usted pregunta, que ojalá no se materialice, habría serias repercusiones en asuntos de seguridad nacional y seguridad ciudadana y, también, en áreas importantes de las agendas progresistas en las cuales el presidente Petro ha puesto gran parte de su capital político. Por ejemplo, la transición a las energías limpias, las plantas desalinizadoras de agua de mar, la experiencia en el manejo y aprovechamiento de los recursos hídricos escasos para su empleo en cultivos hidropónicos. En Israel también habría repercusiones tanto económicas como geopolíticas. No hay que olvidar que los dos países firmaron un TLC en 2013. De materializarse ese escenario, además, se anticiparía, en el entorno geopolítico regional, el hecho de que el actual gobierno lleve a Colombia a una esfera de influencia más cercana a la órbita de países como Irán.
En vista de que no hay por ahora ninguna posibilidad de que la guerra en la Franja de Gaza disminuya o se humanice, ¿alguien, en el mundo, podría incidir en cierto freno a las hostilidades bélicas? Por ejemplo, ¿Estados Unidos, el Papa, jerarcas religiosos de Medio Oriente, el Consejo de Seguridad de la ONU?
Ojalá. Ruego todos los días que así sea y no solo que disminuyan las acciones de guerra. También, que regresen sanos y salvos los más de 230 secuestrados israelíes que están en Gaza y que cese la victimización de la población civil de las dos partes.
“Soy el resultado de dos dos mundos”: profesor Janiel Melamed
Sus nombres y primer apellido son de origen judío. Y, de otro lado, usted es profesor investigador de la Universidad del Norte en Barranquilla. La guerra en la Franja de Gaza y las manifestaciones en el mundo a favor y en contra de Israel, ¿lo han afectado personalmente o han afectado su trabajo?
Mi padre era judío, mi madre, católica. Yo soy el resultado de dos mundos, dos culturas y dos religiones diferentes. Antes del inicio de esta reciente escalada de violencia, y también ahora, quienes planteamos marcos de análisis amplios para la mayor comprensión del conflicto, hemos sido objeto de presión por parte de algunos grupos propalestinos que intentan sabotear nuestros eventos académicos y crear campañas de deslegitimación. Este es un fenómeno creciente a nivel nacional e internacional. Es curioso que no ocurra lo mismo en contra de profesores o estudiantes, por ejemplo, de origen ruso frente a la invasión a Ucrania; o de origen turco cuando se habla del control territorial de Turquía sobre la isla de Chipre; o de origen chino, cuando se examina su papel en el Tibet. Afortunadamente trabajo en una universidad que siempre ha apoyado el trabajo académico serio aunque haya personas muy poderosas a las que no les gusta lo que digo.
Atrapados entre las bombas, la muerte y el cierre fronterizo
La peor parte de la guerra desatada en la Franja de Gaza la han padecido los civiles, tanto palestinos como israelíes. Estos, vecinos de la Franja, fueron víctimas del ataque masivo que sufrieron el pasado 7 de octubre y durante el cual murieron, según se ha publicado, 1.400 personas incluyendo muchos niños y bebés. Los habitantes de Gaza, un enclave gobernado por la organización islamista Hamas considerada en muchas partes del mundo como terrorista, fueron a su vez víctimas del contraataque israelí que no cesa sino que, por el contrario, escala militarmente desde aquella fecha. La tragedia humanitaria que padecen los residentes de la Franja ha conmovido, incluso, a gobiernos y países tradicionalmente proisraelíes que han reiterado sus peticiones al gobierno de Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, para que disminuya las hostilidades, abra un espacio de tregua y permita que los civiles palestinos salgan de la zona de los combates. Pero solo hace unas horas, civiles con doble nacionalidad fueron autorizados a salir de Gaza por la puerta de Rafah, hacia Egipto. Miles de personas, sin embargo, siguen atrapadas entre las bombas, la muerte y el cierre fronterizo.