Las claves de por qué la frontera irlandesa es la gran amenaza del "brexit"

Theresa May visitará mañana al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, para intentar desbloquear las negociaciones del "brexit", estancadas por el punto más complicado y confuso del acuerdo. A continuación las claves del problema.

Nicolás Marín Navas
07 de febrero de 2019 - 12:30 a. m.
Pixabay
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El tortuoso camino que decidió emprender la primera ministra británica, Theresa May, para liderar el proceso del "brexit", tendrá un nuevo momento de tensión mañana cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, la reciba para negociar el punto más conflictivo, y posiblemente el más confuso del acuerdo. La frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda mantiene bloqueada la salida del Reino Unido de la Unión Europea y no parece que los esfuerzos de May vayan a dar frutos. 

El Parlamento británico ha buscado de todas las formas negociar el punto en cuestión. Por su parte la Unión Europea (UE) se niega hasta tal punto que en las últimas horas algunos altos funcionarios perdieron la paciencia y lanzaron duros ataques verbales. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, cargó duramente con los que se oponen a firmar el acuerdo y aseguró: "Me he estado preguntando cómo es ese lugar especial en el infierno para aquellos que promocionaron el Brexit sin siguiera un borrador de un plan sobre cómo llevarlo a cabo con seguridad". 

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Un divorcio sin acuerdo es cada vez más una posibilidad tangible, en principio programado para el próximo 29 de marzo. Y es que los parlamentarios temen quedar atrapados en Unión Europea indefinidamente. ¿Por qué?

El problema

Con la salida de Reino Unido de la UE, los 500 km de frontera que separan la provincia británica de Irlanda del Norte de la República de Irlanda -país miembro de la UE- se convertirán en la principal frontera terrestre del país. Si Reino Unido sale del mercado único y de la unión aduanera, sinónimos de libertad de circulación y normas aduaneras comunes, habrá que instaurar controles fronterizos.

Habitantes y empresas de ambos lados insisten en la necesidad de mantener una frontera tan invisible como sea posible dado que el 31% de las exportaciones norirlandesas van a Irlanda (según cifras de 2016) y unas 30.000 personas cruzan diariamente la línea divisoria.

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Se teme también que la reinstauración de una frontera con controles policiales fragilice el acuerdo de paz del Viernes Santo que en 1998 no solo puso fin al conflicto irlandés sino que borró cualquier barrera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, con una gran contribución de la UE para reforzar los lazos ente las dos partes. Eso sin mencionar que la policía considera que cualquier infraestructura en la frontera podría convertirse en blanco de grupos paramilitares disidentes.

La relación futura entre ambas partes todavía es gaseosa y no se ha logrado negociar. La propuesta de May, el cual fue rechazado en enero por el Parlamento británico, supone la creación de un dispositivo bautizado como "backstop" o "red de seguridad", que debería entrar en vigor solo en caso de que no se llegue a un acuerdo. 

Si se activa, los productos y bienes que lleguen a Irlanda del Norte tendrían que ser revisados, incluso si llegan desde Reino Unido, para verificar que cumplan con la normativa de la UE. 

El plazo que hay para definir cómo funcionara esta nueva frontera para Reino Unido y para Irlanda es hasta finales de 2020 pero prolongable hasta 2022. La solución inmediata podría ser la creación en el futuro de una zona de libre comercio entre Reino Unido y la UE, pero depende de qué tan fluidas sean las conversaciones en tan poco tiempo. 

Además, para evitar tener que imponer controles administrativos entre Irlanda del Norte y la isla de Gran Bretaña, el resto del Reino Unido también permanecería en una unión aduanera con la UE.

Ambas partes pueden poner fin a este mecanismo en cualquier momento, pero solo de mutuo acuerdo. Este es uno de los puntos que más hace cuestionar al Reino Unido, pues el hecho de no poder hacerlo unilateralmente hace temer a los diputados euroescépticos que el "backstop" acabe manteniendo a país atrapado en la UE indefinidamente. 

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La opción no convence

El pequeño partido unionista norirlandés DUP se opone a esta solución porque establece un tratamiento para Irlanda del Norte diferente al del resto del país, algo para ellos inaceptable.

Pero sus diez diputados, así como buen número de rebeldes del Partido Conservador de Theresa May, podrían aceptar el acuerdo si la primera ministra lograse suprimir el "backstop". Según su posición, cualquier diferencia podría afectar su relación con Reino Unido y, en un futuro, favorecer una unificación de las dos Irlandas, panorama al que se niegan rotundamente. 

Otros parlamentarios conservadores consideran que es una violación territorial inadminisible que acabaría quitándole al país el control a largo plazo de Irlanda del Norte, pues podría quedar sometida a la Unión Europea. 

De visita en Irlanda del Norte, la jefa del gobierno británico había expresado la víspera su "inquebrantable" compromiso con evitar una "frontera dura" que comprometiera el acuerdo de Viernes Santo.

Ahora la UE espera las propuestas de May, que debe reunirse el jueves con Tusk y Juncker, para hacer compatible este principio con un acuerdo que tanto Westminster como la UE puedan aprobar. "Quizás orresponde a quienes crearon este problema, hacer ahora gala de creatividad", apuntó el primer ministro de la República de Irlanda, Leo Varadkar.

 

Por Nicolás Marín Navas

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