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¿Sarkozy, el espía?

Varios periodistas denuncian que el presidente francés ordenó vigilarlos.

Antonio Jiménez Barca / Especial de El País, París
09 de noviembre de 2010 - 11:48 p. m.

La semana pasada, el semanario satírico Le Canard Enchaîné, que de vez en cuando suelta bombazos informativos capaces de desestabilizar al gobierno, se descolgó con un artículo sorprendente que sacudió el patio mediático-político francés. Firmado por el director de la publicación, Claude Agneli, el texto denunció que, desde hacía un año, el presidente Nicolás Sarkozy encargaba a los servicios secretos franceses espiar a determinados periodistas cuyas informaciones punzaban nervios sensibles del gobierno o los suyos.

“Cada vez que un periodista afronta una investigación molesta, Sarkozy ordena a Bernard Squarcini, jefe de la Dirección Central de Investigación Interior (DCRI), esto es, el contraespionaje francés, que se interese por el asunto”, arrancaba el texto. La información añadía que a Squarcini, bautizado El Escualo por los policías a sus órdenes, fue nombrado por Sarkozy en 2008 para colocarse al frente de 4.000 agentes especializados, pero que a él no le gustan esas misiones que, a su juicio, lo distraen de otras más importantes: entre otras, la de conjurar las amenazas terroristas de Al Qaeda sobre Francia. Pero el jefe de los espías, según Le Canard Enchaîné, aceptó.

El Elíseo desmintió la información, calificándola de “extravagancia” y Squarcini anunció que demandará al semanario. Pero no es la primera vez que se acusa a Sarkozy y a sus consejeros de apelar a métodos directos de contraespionaje para tratar de desenmascarar las fuentes de los periodistas que manejan filtraciones comprometedoras. O que se utilizan estos mismos medios especializados para atajar o controlar una información molesta.

En abril de 2010, un intrascendente blog denominado Mik107, alojado en el periódico Le Journal du Dimanche, divulgó un bulo en el que se aseguraba que Nicolás Sarkozy y Carla Bruni estaban a punto de separarse. Sarkozy afirmó entonces en una rueda de prensa que no iba a perder “ni un microsegundo” en el tema. Pero un colaborador suyo, Pierre Charon, afirmó poco después —dejando estupefacta a media Francia— que todo respondía a la intención de desestabilizar al Elíseo desde determinados círculos financieros interesados en torpedear la futura presidencia francesa del G-20.

En septiembre explotó otro caso, aún más grave. Le Monde denunció directamente al Elíseo ante el juez por perseguir, con los métodos acostumbrados de la DCRI, las fuentes de información de Gérard Davet, un periodista de su plantilla. Davet hizo pública parte de la confesión ante el juez de Patrice de Maistre, el gestor de la fortuna personal de Liliane Bettencourt, heredera del imperio L’Oréal y epicentro de un escándalo que salpicó al gobierno.

La exclusiva irritó tanto al Elíseo que, según Le Monde, encargó a los servicios secretos localizar la fuente de información. Hay más: en las últimas semanas, al periodista de Le Monde se le robaron de su casa el computador y el GPS. Todos sospechan que la larga mano de los servicios secretos franceses puede estar tras los robos. Sarkozy, al ser preguntado por el asunto, respondió: “No sé en qué me concierne esto”.

Por lo pronto, el Partido Socialista francés ha pedido una investigación parlamentaria mientras que, desde diversos medios, se señala como verdadero cerebro de estas intrigas al todopoderoso secretario general del Elíseo, Claude Guéant, estrecho colaborador de Sarkozy, presente en todo tipo de episodios oscuros relacionados con el poder.

Por Antonio Jiménez Barca / Especial de El País, París

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