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                                                                                                                              Ancianas obligadas a ser esclavas sexuales en II Guerra Mundial exigen disculpas

                                                                                                                              Las surcoreanas protestan en Seúl cada miércoles desde hace 23 años para reclamar una disculpa sincera a Japón.

                                                                                                                              Atahualpa Amerise - EFE

                                                                                                                              Fotografía facilitada por el Consejo Coreano para las Mujeres Víctimas de la Esclavitud Sexual de la coreana Gil Won-ok, quien pasó su adolescencia como esclava sexual./ EFE

                                                                                                                               Ancianas surcoreanas protestan en Seúl cada miércoles desde hace 23 años para reclamar una disculpa sincera a Japón, que robó la adolescencia a más de 200.000 mujeres al convertirlas en esclavas sexuales durante la II Guerra Mundial.

                                                                                                                              "En 1940, cuando tenía trece años, me llevaron a Manchuria (China) para servir como mujer de confort a los soldados japoneses", relata Gil Won-ok, que a sus 87 años participa cada semana en las concentraciones junto a otras víctimas y simpatizantes.

                                                                                                                              El eufemismo "mujeres de confort" alude a las jóvenes -el 80 por ciento coreanas- reclutadas entre 1940 y 1945 por el Imperio Japonés como esclavas sexuales de sus soldados en plena guerra, en un oscuro episodio histórico que hoy sigue generando fuertes disputas entre Seúl y Tokio.

                                                                                                                              Hija menor de una familia rural en la Corea colonizada por Japón, Gil Won-ok cuenta que seis décadas atrás, bajo la falsa promesa de un trabajo, la encerraron en uno de los cientos de burdeles por todo el Imperio donde, al igual que a otras muchachas de su edad, le aguardaba un cruel y degradante destino.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Ni Gil ni sus compañeras recibían salario en el burdel militar, donde recibían frecuentes palizas de los prebostes japoneses y de militares irritados o bebidos.

                                                                                                                              Tras negar durante años el sistema de esclavitud sexual militar, Tokio lo reconoció y se excusó en 1993 cuando salieron a la luz pruebas claras, aunque Seúl mantiene que aquellas disculpas no fueron sinceras y reclama unas indemnizaciones a las víctimas que el Gobierno nipón se niega a pagar.

                                                                                                                              No existe, sin embargo, compensación material que pueda borrar las huellas -perpetuadas en siniestras cicatrices sobre su piel- de aquellos años de horror, lamenta Gil Won-ok, cuya mayor cuita es no haber podido tener hijos biológicos por las secuelas de su etapa como "mujer de confort".

                                                                                                                              Con 15 años "adquirí una enfermedad (en el aparato reproductor) que me impedía servir a los soldados", por lo que los médicos japoneses "me practicaron cirugía y me esterilizaron", describe.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              "Ha habido abusos a mujeres en muchas guerras y en los campos de concentración de la Alemania nazi, pero éste es el único caso en la historia en el que un Gobierno creó un sistema de violaciones sistemáticas", explica a Efe Ahn Seon-mi, portavoz del Consejo Coreano para las Mujeres Víctimas de la Esclavitud Sexual.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              De hecho, su pasado como "mujer de confort" situó a Gil Won-ok al borde de la marginación tras su retorno a Corea en 1945, pero las carambolas de la vida pusieron en sus manos a un bebé sin hogar al que dedicó todos sus esfuerzos hasta observar entre lágrimas su graduación en la universidad.

                                                                                                                              Gil relata orgullosa que su hijo adoptivo, hoy un hombre de mediana edad, renunció a tener descendencia biológica para adoptar, cuidar y educar a un niño huérfano a partir del valiente ejemplo de su abuela.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Fotografía facilitada por el Consejo Coreano para las Mujeres Víctimas de la Esclavitud Sexual de la coreana Gil Won-ok, quien pasó su adolescencia como esclava sexual./ EFE

                                                                                                                               Ancianas surcoreanas protestan en Seúl cada miércoles desde hace 23 años para reclamar una disculpa sincera a Japón, que robó la adolescencia a más de 200.000 mujeres al convertirlas en esclavas sexuales durante la II Guerra Mundial.

                                                                                                                              "En 1940, cuando tenía trece años, me llevaron a Manchuria (China) para servir como mujer de confort a los soldados japoneses", relata Gil Won-ok, que a sus 87 años participa cada semana en las concentraciones junto a otras víctimas y simpatizantes.

                                                                                                                              El eufemismo "mujeres de confort" alude a las jóvenes -el 80 por ciento coreanas- reclutadas entre 1940 y 1945 por el Imperio Japonés como esclavas sexuales de sus soldados en plena guerra, en un oscuro episodio histórico que hoy sigue generando fuertes disputas entre Seúl y Tokio.

                                                                                                                              Hija menor de una familia rural en la Corea colonizada por Japón, Gil Won-ok cuenta que seis décadas atrás, bajo la falsa promesa de un trabajo, la encerraron en uno de los cientos de burdeles por todo el Imperio donde, al igual que a otras muchachas de su edad, le aguardaba un cruel y degradante destino.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              Ni Gil ni sus compañeras recibían salario en el burdel militar, donde recibían frecuentes palizas de los prebostes japoneses y de militares irritados o bebidos.

                                                                                                                              Tras negar durante años el sistema de esclavitud sexual militar, Tokio lo reconoció y se excusó en 1993 cuando salieron a la luz pruebas claras, aunque Seúl mantiene que aquellas disculpas no fueron sinceras y reclama unas indemnizaciones a las víctimas que el Gobierno nipón se niega a pagar.

                                                                                                                              No existe, sin embargo, compensación material que pueda borrar las huellas -perpetuadas en siniestras cicatrices sobre su piel- de aquellos años de horror, lamenta Gil Won-ok, cuya mayor cuita es no haber podido tener hijos biológicos por las secuelas de su etapa como "mujer de confort".

                                                                                                                              Con 15 años "adquirí una enfermedad (en el aparato reproductor) que me impedía servir a los soldados", por lo que los médicos japoneses "me practicaron cirugía y me esterilizaron", describe.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              "Ha habido abusos a mujeres en muchas guerras y en los campos de concentración de la Alemania nazi, pero éste es el único caso en la historia en el que un Gobierno creó un sistema de violaciones sistemáticas", explica a Efe Ahn Seon-mi, portavoz del Consejo Coreano para las Mujeres Víctimas de la Esclavitud Sexual.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              De hecho, su pasado como "mujer de confort" situó a Gil Won-ok al borde de la marginación tras su retorno a Corea en 1945, pero las carambolas de la vida pusieron en sus manos a un bebé sin hogar al que dedicó todos sus esfuerzos hasta observar entre lágrimas su graduación en la universidad.

                                                                                                                              Gil relata orgullosa que su hijo adoptivo, hoy un hombre de mediana edad, renunció a tener descendencia biológica para adoptar, cuidar y educar a un niño huérfano a partir del valiente ejemplo de su abuela.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Por Atahualpa Amerise - EFE

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