El lunes, ante sus electores en la circunscripción del condado de Oxford, el premier aseguró que el país vive un “colapso moral” y que el estado inglés le ha dado largas a tomar acciones preventivas para evitar este tipo de situaciones.
“Los problemas sociales que nos han gangrenado durante décadas nos han estallado en la cara”, dijo el mandatario, que estaba de vacaciones cuando los disturbios comenzaron, y a cuyas políticas económicas algunos atribuyen el deterioro de las condiciones de vida de miles de ingleses.
Cameron se comprometió a “reparar una sociedad rota” con la revisión, en las próximas semanas, de su política en materia de escuelas, prestaciones sociales, cuidado de los hijos o adicciones, entre muchos otros apartados.
El primer ministro prometió también una “guerra total” contra las pandillas, que calificó de “nueva prioridad nacional”.
“Contraatacaremos a las pandillas, el crimen y los matones que convierten la vida de la gente en un infierno, y contraatacaremos duro”, dijo el primer ministro, criticado en los últimos días por haber contratado a un ‘superpolicía’ estadounidense para ayudar a Scotland Yard a aplicar la doctrina de la “tolerancia cero”.