Publicidad

Svetlana Tijanóvskaya, la ama de casa que acorraló al último dictador de Europa

El eterno presidente bielorruso, por 26 años, se jactó de tener un poder indiscutido, celebrando ser “un machista” y un “homófobo”. Se burló de la candidata que le disputaba el poder en las urnas, la misma que hoy lo tiene contra las cuerdas.

23 de agosto de 2020 - 02:00 a. m.
Tijanóvskaya, de 37 años, se graduó como profesora de inglés, pero renunció a su carrera para dedicarse al cuidado de su hijo mayor de 10 años.
Tijanóvskaya, de 37 años, se graduó como profesora de inglés, pero renunció a su carrera para dedicarse al cuidado de su hijo mayor de 10 años.
Foto: AP - Sergei Grits

“Pobre chica, no sabe ni dónde está parada, es muy poquita cosa”, contestó el presidente de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, cuando le preguntaron por la candidata Svetlana Tijanóvskaya, la mujer que decidió disputarle la Presidencia el pasado 9 de agosto, luego de que las autoridades obligaran al exilio o encarcelaran a otros potenciales rivales políticos.

Pero, al parecer, el que no sabe dónde está parado es Lukashenko, quien tras gobernar durante 26 años Bielorrusia se negó a ver el descontento de buena parte de ala población que hoy le exige que se vaya y que permita un cambio en el país, principalmente luego de su gestión de la pandemia de coronavirus. Este es uno de los presidentes que dicen que el COVID-19 no existe y aconsejó superar el virus “trabajando duro, tomando un saúna y bebiendo vodka”.

El mandatario, como pasa con quienes se eternizan en el poder, creyó que era irreemplazable e insistió en ser jefe de Estado hasta 2025 en unas polémicas elecciones que, según él, ganó con el 80 % de los votos. Un resultado que no le cree nadie y que desató las protestas más graves en la historia del país.

Su reacción ante el rechazo de los bielorrusos desató una crisis que ha dejado tres muertos, varios heridos y cientos de detenidos. La Unión Europea no reconoce su triunfo y amenaza con nuevas sanciones, mientras la “pobre chica” Tijanóvskaya se consolida como la esperanza de los ciudadanos para que el último dictador de Europa, como se conoce a Lukashenko, renuncie.

Puede leer: ¿Quién es el último dictador de Europa? Así es Alexandr Lukashenko

Una mujer “común”

Svetlana Tijanóvskaya era una ama de casa en Bielorrusia hasta cuando su marido, Serguéi Tijanovski, fue detenido. Este videobloguero dijo en uno de sus posts que competiría a la Presidencia del país para “aplastar a la cucaracha de Lukashenko”. Frase que le costó la libertad y desató el instinto político de su esposa.

Tijanóvskaya, de 37 años, se graduó como profesora de inglés, pero renunció a su carrera para dedicarse al cuidado de su hijo mayor de 10 años, que nació con problemas de audición. Dijo que asumió la candidatura de su marido, a quien conoció hace 16 años cuando ella era estudiante y él dueño de una discoteca, “por amor”. Él fue encarcelado, acusado de múltiples delitos, entre estos querer fomentar disturbios con mercenarios rusos.

“Abandono mi vida tranquila por él (Serguéi), por todos nosotros. Estoy cansada de tener que soportar todo, cansada de callarme, cansada de tener miedo. ¿Y ustedes?”, gritó en Minsk, bajo los vítores de decenas de miles de personas, el 30 de julio, cuando la comisión electoral validó su candidatura, quizá menospreciando su aspiración, pues días antes habían rechazado a otros candidatos “más serios”.

Al principio se mostraba vacilante en sus apariciones públicas, pero pronto ganó seguridad y se ganó el favor de los bielorrusos con dos intervenciones televisadas, durante las cuales denunció los excesos y las mentiras del régimen de Lukashenko.

“No quería ser política, pero el destino decretó que me encontrara en primera línea frente a la arbitrariedad y la injusticia”, dijo el 9 de agosto tras declarar su triunfo y desconocer el resultado oficial. Horas después tuvo que huir a Lituania con sus dos hijos, el de 10 años y una niña de 5, acosada por las amenazas.

Respaldo femenino

Desde Lituania, Svetlana Tijanóvskaya sigue alzando la voz: denunció los excesos y la violencia para reprimir a los manifestantes y le pidió a la Unión Europea no callar ante el fraude electoral.

Su campaña contó con la ayuda de otras dos mujeres: Maria Kolesnikova, la exdirectora de campaña de un opositor encarcelado; el exbanquero Viktor Babaryko, y Veronika Tsepkalo, esposa de un tercer detractor del régimen que se exilió este verano con sus hijos en Moscú.

Las tres comparten un rasgo común: las candidaturas de sus esposos o jefes que fueron excluidos por ser críticos de Lukashenko. Este movimiento femenino resultó inspirador para otras mujeres que están a la vanguardia de las manifestaciones en Bielorrusia: descalzas, con ropa blanca y flores en la mano, decenas se toman las plazas públicas y enfrentan a los policías armados.

A ellas se sumó la Nobel de literatura Svetlana Alexievich: “Veo cómo se está radicalizando el pueblo. Nadie sospechó que la policía pudiera comportarse así, haciendo redadas en las calles: no hay nadie que defienda al presidente Alexandr Lukashenko; ¡Vete!, te digo. Vete antes de empujar al pueblo al abismo de la guerra civil”. Mujeres que se convirtieron en el emblema de una revolución pacífica que, aunque en la mira del último dictador de Europa que ya ordenó investigarlas y acusarlas de promover el terrorismo, promete no dejar al país como ha estado en los últimos 26 años: preso del mismo hombre.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar