¿Una guerra comercial en Irlanda del Norte? La crisis que acorrala a Boris Johnson
A la derrota en las elecciones locales, las fiestas en Downing Street y las confusas restricciones por la pandemia se suma un asunto que el primer ministro no ha podido resolver tras la firma del Brexit. La indecisión sobre el Protocolo de Irlanda del Norte podría desencadenar otro desencuentro que anticiparía la salida de Johnson.
María Paula Ardila
Hace 37 años la prensa británica publicó una fotografía difícil de olvidar: el Ejército Republicano Irlandés (IRA) estalló 50 kilogramos de explosivos en el Gran Hotel de Brighton, a orillas del canal de la Mancha, donde los tories británicos se alojaban durante la celebración de su reunión anual. El objetivo: matar a la primera ministra británica, Margaret Thatcher. Aunque no lo lograron, sí dejaron un amargo recuerdo de The Troubles, un período de más de 30 años de violencia entre los unionistas, leales a la corona británica, y los nacionalistas, partidarios de una Irlanda unificada, que se pelearon el destino de Irlanda del Norte.
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Hace 37 años la prensa británica publicó una fotografía difícil de olvidar: el Ejército Republicano Irlandés (IRA) estalló 50 kilogramos de explosivos en el Gran Hotel de Brighton, a orillas del canal de la Mancha, donde los tories británicos se alojaban durante la celebración de su reunión anual. El objetivo: matar a la primera ministra británica, Margaret Thatcher. Aunque no lo lograron, sí dejaron un amargo recuerdo de The Troubles, un período de más de 30 años de violencia entre los unionistas, leales a la corona británica, y los nacionalistas, partidarios de una Irlanda unificada, que se pelearon el destino de Irlanda del Norte.
La escena cobra relevancia ahora, porque si algo había que proteger en las negociaciones del Brexit era el Acuerdo del Viernes Santo, un documento firmado en 1998 que puso fin a ese conflicto que dejó más de 3.500 muertos, pero que ahora pende de un hilo. ¿La razón? Las diferencias entre Reino Unido y la Unión Europa (UE) sobre el Protocolo de Irlanda del Norte, un acuerdo que es parte del Brexit. Sin mencionar el caos dentro del gobierno de Boris Johnson, que sufrió un golpe bajo tras la renuncia de su ministro del Brexit, David Frost.
El asunto es tan grave, que algunos analistas no descartan una guerra comercial. Incluso, medios locales alertan que grupos paramilitares de Irlanda del Norte podrían agarrar fuerza si no se llega a un acuerdo lo más rápido posible. Pero antes de seguir, ¿qué es el protocolo y qué tiene que ver con el Acuerdo del Viernes Santo?
Desde el comienzo de las negociaciones del Brexit, ambas partes reconocieron la necesidad de evitar una frontera dura entre la República de Irlanda, que es miembro de la UE, e Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido. Todo para preservar el Pacto de Paz de 1998 y evitar revivir confrontaciones del pasado. Sus reglas garantizan un movimiento fluido de mercancías entre ambas Irlandas, pero introduce controles sobre las mercancías que ingresan a Irlanda del Norte desde el resto del Reino Unido. Un asunto que indigna a los unionistas.
“Reino Unido dice que la carga de nuevos trámites y procedimientos aduaneros ha interrumpido el comercio y ha creado efectivamente una frontera interna dentro de un país soberano”, explicó Joe Mayes, periodista político del Reino Unido en Bloomberg. Por este asunto, algunos funcionarios del gobierno de Johnson han amenazado desde febrero con suspender parte del protocolo, activando una cláusula de emergencia conocida como Artículo 16, un mecanismo que pueden utilizar ambas partes si creen que el Protocolo de Irlanda del Norte está generando graves dificultades económicas o sociales. ¿Qué pasaría si la amenaza se hace real?
“Si el Reino Unido suspendiera todos los controles aduaneros de las mercancías que ingresan a Irlanda del Norte se crearía un gran dilema para la UE: ¿Estaría el bloque preparado para construir una frontera propia entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda para proteger su mercado único?”, agregó Mayes. Aunque el periodista sostuvo que los funcionarios del bloque no contemplan esta opción, no hay que descartar una posible guerra comercial.
“Dada la dificultad que crearía una suspensión del protocolo para la UE, es posible que busque tomar represalias contra el Reino Unido. Por ejemplo, podría tratar de imponer aranceles a industrias sensibles o aumentar la intensidad de los controles aduaneros sobre las mercancías que cruzan el canal de la Mancha”, comentó Mayes.
Johnson, contra las cuerdas
Aquí es donde es fundamental la renuncia de Frost, una ficha clave para Johnson, a quien le habían encomendado la tarea de resolver las asperezas sobre este tema. Fue él quien presionó por un cambio en el Protocolo de Irlanda del Norte, pese a que ya era un asunto acordado en el Brexit, como lo advirtió la UE hace meses.
“Este es el mismo David Frost que negoció el Brexit y que ha trabajado para socavarlo todos los días desde entonces. Él será reemplazado por otro ministro y quienquiera que sea necesita encontrar soluciones, trabajar con la UE, hacer que el protocolo funcione y brindar esa estabilidad que se requiere desesperadamente”, comentó Michelle O’Neill, viceprimera ministra de Stormont (Irlanda del Norte).
Una opinión similar a la del líder del Partido Socialdemócrata Laborista (SDLP), Colum Eastwood: “La dimisión de Frost es una oportunidad para reajustar el enfoque del diálogo con la Comisión Europea (...) Mi opinión clara es que los días de Boris Johnson como primer ministro británico están contados. Ha perdido el control de su partido parlamentario, los ministros empiezan a desertar de su gobierno y su autoridad moral, si es que alguna vez existió, está hecha pedazos”.
Johnson ha perdido el apoyo de la gente en las calles. La aprobación del primer ministro se sitúa en 33 %, tres puntos menos que en noviembre y cuatro por detrás del líder laborista Keir Starmer. La caída en la popularidad de Johnson ya se vio traducida en un duro golpe electoral para los tories. El Partido Conservador fue derrotado en las elecciones especiales en el distrito de North Shropshire, un escaño que defendían desde hace casi 200 años, marcando el cambio de votos más importante desde la Segunda Guerra Mundial.
Y es que Johnson no solo carga con la renuncia de Frost y la derrota en esas elecciones, sino que las restricciones por la pandemia, las fiestas y reuniones de Downing Street en plena cuarentena y hasta sus discursos sobre Peppa Pig en una reunión con empresarios de la Confederación de la Industria Británica le pasaron factura al primero ministro, que podría quedarse sin trabajo en 2022.
“Debe cambiar o irse (…) se le está acabando el tiempo y los amigos para cumplir con sus promesas y la disciplina de un verdadero gobierno conservador”, dijo el diputado conservador Andrew Bridgen a Radio Times.
¿Qué sigue para el Protocolo de Irlanda del Norte?
La ministra británica de Exteriores, Liz Truss, se hará cargo de las negociaciones con la Unión Europea (UE) sobre la relación pos-Brexit. Truss retiene su cargo de Exteriores y, al mismo tiempo, encabezará las negociaciones con Bruselas sobre el protocolo. El asunto es que ella insistió en que la posición de Reino Unido sobre el tema no ha cambiado.
“Necesitamos que los bienes fluyan libremente entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y poner fin al papel del Tribunal de Justicia Europeo (TJCE) como árbitro final de las disputas entre nosotros y resolver otras cuestiones. Si esto no sucede, seguimos dispuestos a activar las salvaguardias del Artículo 16 para hacer frente a los problemas muy reales que se enfrentan en Irlanda del Norte y proteger el Acuerdo del Viernes Santo en todas sus dimensiones”, dijo la ministra.
En otras palabras, es como si Frost nunca se hubiera ido. “Desencadenar el Artículo 16 solo conducirá a una guerra comercial ruinosa, perjudicando a las empresas británicas justo en el momento en que necesitan apoyo. La realidad es que Truss se preocupa más por su reputación con los fieles del Partido Conservador que por lo que interesa a Gran Bretaña”, comentó la portavoz liberal demócrata de asuntos exteriores, Layla Moran, a News Letter.
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