Vladímir Putin: Así es el presidente de Rusia

¿Dónde tiene la mirada? En Ucrania, por supuesto. Pero también en Bielorrusia, Georgia, Moldavia, Estonia, Letonia y Lituania, las exrepúblicas soviéticas. Sus ambiciones son imperiales: quiere restablecer la “Madre Rusia”. Mira de reojo a Finlandia, cuidando que no se acerque más a Occidente.

¿Qué hay en la mente de Putin? Sabe alemán con fluidez e inglés, pero no se tiene tanta confianza con este último.

¿El corazón de Putin? Se casó con Lyudmila Sshkrebneva en 1983. El matrimonio tuvo dos hijas: Mariya y Yekaterina Putina. De ellas se sabe poco. La adicción de Putin al trabajo lo llevó al divorcio, el cual fue anunciado en el intervalo de un recital de ballet en 2013. Se dice que tuvo una tercera hija, Elizaveta, con una millonaria rusa involucrada en los Pandora Papers.

¿Qué come Putin? Desayuna una tortilla grande o un tazón de avena, huevos de codorniz y jugo de frutas. Luego toma café. Le encanta el helado de pistacho. No toma alcohol, excepto en recepciones formales. Aficionado a los pasteles, ya que su madre los horneaba con frecuencia; de repollo, carne, arroz o requesón. Bebe kéfir, una bebida de leche fermentada originaria del Cáucaso. En el exterior, no come nada que no sea aprobado por el Kremlin.

¿Cuánto dinero tiene? Su patrimonio neto es un misterio que nadie puede resolver. Afirma que gana US$140.000 al año. Según expertos, puede que sea el hombre más rico del mundo con una fortuna de US$200.000 millones.

¿Qué lee Putin? Ama las novelas de espías, quizá por su pasado en la KGB. También es fanático de Dostoievski y Tolstoi: Crimen y castigo y Guerra y paz entre sus favoritos. Los tres mosqueteros, de Dumas; El viejo y el mar, de Hemingway, y El destino del hombre, de Berdyaev, también en su lista.

¿Qué escucha? Tiene un buen oído: le gusta ABBA, The Beatles y Louis Armstrong. Tchaikovsky, quien es de San Petersburgo como Putin; el cantautor soviético Vladimir Vysotsky y del grupo de rock ruso Lyube. Detesta a las Pussy Riot, el colectivo ruso feminista de punk-rock.

Aunque tiene una gran colección de relojes de lujo únicos en el mundo que porta en su mano derecha, Putin siempre llega tarde a todas sus reuniones. Al papa Francisco lo hizo esperar 50 minutos; la reina Isabel II lo esperó 14 minutos; su exesposa, Lyudmila Putina, lloraba esperándolo en sus primeras citas (por hora y media).