5 mujeres denunciaron al youtuber Nicolás Arrieta, luego las amenazaron de muerte

Entrevistamos a las cinco denunciantes y al presunto agresor para construir un relato típico de una relación tóxica. Aquí les contamos la historia.

Juan Carlos Rincón Escalante
18 de febrero de 2018 - 01:01 a. m.
Nicolás Arrieta es una superestrella digital, pero cinco mujeres denunciaron que tiene patrones sistemáticos de manipulación en sus relaciones de pareja. / Foto: Cortesía
Nicolás Arrieta es una superestrella digital, pero cinco mujeres denunciaron que tiene patrones sistemáticos de manipulación en sus relaciones de pareja. / Foto: Cortesía

Cuando cinco mujeres publicaron videos denunciando distintos abusos presuntamente cometidos por el youtuber colombiano Nicolás Arrieta, comenzaron las amenazas. "Las balas vuelan y nunca sabes a quién le pueda caer una en la cara, así que cuídese y mejor búsquese una muerte natural", le escribió un tuitero a Verónica Duque, una de las denunciantes que más ha utilizado sus redes para contar su caso. 

"Yo opino que deberíamos armar severo bando y matar a todas esas viejas. Suerte y muerte, pirobas frustradas", escribió otro usuario en el grupo oficial de fanáticos de Arrieta en Facebook, quienes se autoidentifican como “putorraiders”. 

Otro mensaje propone reunirse frente al lugar de trabajo de Duque para “romperle los huevos y tirarle (...) piedras y más cosas”. También invitan a llevar spray para vandalizar la fachada con grafitis. Todo para “hacer respetar a Nicolás”. 

En la Fiscalía ya hay varias denuncias por estos hechos que, según las víctimas, se hicieron por personas con cercanía a Arrieta. Este es sólo el obstáculo más reciente que las mujeres han tenido que enfrentar desde que decidieron dar la cara y hablar de su tiempo como parejas del youtuber, que las dejó con traumas psicológicos.

Para entender el caso, El Espectador entrevistó a las cinco denunciantes y luego contrastó sus reclamos en una conversación con Nicolás Arrieta. El resultado es una serie de relatos que, si bien no constituyen delitos (salvo por las amenazas y la presunta publicación indebida de información confidencial), evidencian relaciones tóxicas mediadas por serias desigualdades de poder que fueron presuntamente utilizadas para justificar distintos tipos de abusos. Esta es la historia. 

¿Quién es Nicolás Arrieta?

Arrieta es uno de los youtubers colombianos más famosos de Colombia y América Latina. Su poderío en Internet se ve representado en los más de 5,2 millones de seguidores que tiene combinando sus distintas redes sociales. Cuando se presenta en eventos, su fanaticada, compuesta en una buena porción por menores de edad, enloquece.

Por eso, la Editorial Planeta le ha publicado dos libros (Cuentos extraños para chicos con problemas y Más cuentos extraños para más chicos con más problemas) y Arrieta ha construido una marca alrededor de su nombre. 

Nicolás Arrieta es una superestrella digital. 

Las denuncias

Un día, Verónica Duque decidió escribirle a Alejandra Patiño. Ambas sabían que en un momento tuvieron relaciones con Arrieta, Duque como pareja informal que vivió con él en Argentina, y Patiño como esposa del youtuber (quien no le ha firmado los papeles del divorcio). Conversando, vieron que habían sufrido abusos similares a manos de él durante el tiempo que estuvieron juntos. 

Convencidas de que, si les había pasado a ellas, seguramente era un comportamiento repetido, se acercaron a otras exparejas de Arrieta. Es así como llegaron a Aldana Aradvari, Verónica Ortíz y Carolina del Mar Botía. Hablando, comprobaron sus sospechas y decidieron contar lo ocurrido. 

Los testimonios están plagados de situaciones típicas de una relación con dependencia emocional, manipulación y humillaciones cotidianas, que van desde las ofensas y las burlas hasta situaciones de incomodidad sexual que provocaron traumas psicológicos en ellas. 

Antes de contar en detalle lo ocurrido, es necesaria una aclaración. Como suele ocurrir en situaciones de abusos en contextos de pareja, no hay maneras de probar lo denunciado más allá de confiar en la palabra de las víctimas. Como ejercicio periodístico, El Espectador entrevistó en extenso a las denunciantes y luego contrastó con Arrieta sus testimonios. 

Debido a que no encontramos incongruencias entre lo que dijeron las víctimas y a que creemos que estas discusiones deben darse en el ámbito público pues suelen quedarse amparadas en un silencio cómplice de los presuntos abusos, reproducimos las situaciones más graves contadas de primera mano por las cinco mujeres. En la siguiente sección reproducimos lo que el youtuber respondió a estas acusaciones. 

Como explica María Isabel Niño, magíster en Derecho de la Universidad de los Andes y experta en temas de género, compartir estas historias “puede hacer que más mujeres se animen a contar sus experiencias. Es importante también porque muchos hombres desconocen o no identifican esas experiencias de abuso como abuso y quizá con el tema en la agenda pública puedan replantear la forma como se relacionan con las mujeres”.

Las denunciantes. Parte superior, de izquierda a derecha: Alejandra Patiño y Carolina del Mar Botía.
Parte inferior, de izquierda a derecha: Aldana Aradvari, Verónica Duque y Verónica Ortíz. / Fotos: Cortesía

Estas fueron las denuncias:

Carolina del Mar Botía dice que Arrieta la “penetraba sin estar lista” y, “cuando le decía que me dolía, no se detenía. Después de esos accesos forzados, me enfermaba y, aunque no podía intimar con él, me obligaba humillándome y diciéndome que era mi obligación si era su pareja y no quería que fuera a buscar gente por fuera”. 

Una situación similar describe Verónica Ortíz, quien tenía 17 años cuando estuvo con Arrieta: “Era virgen cuando empecé a estar con él y me hacía sentir mal por eso. Las primeras veces que lo intentamos, como yo no pude por sentirme intimidada, me decía que mi vagina era la de una niña pequeña que necesitaba meterse primero otros objetos para poder ser penetrada después por él”. 

Cuando finalmente tuvieron la primera relación sexual, Ortíz dice que fue una experiencia traumática. “Todo mi cuerpo temblaba y él sólo me dijo que no temblara más. Me penetró, me dolió, me sentía presionada para satisfacerlo. Cuando todo terminó, me envió a bañar inmediatamente”. Después, dice que quedó con un embarazo psicológico que le duró tres meses, lo que la llevó a tener pensamientos suicidas y a maltratarse. 

Cuando le pregunté por qué, dice que se sintió forzada a tener la relación sexual. “No era algo que yo plenamente quería, pero él fue insistente, empezó a decir que él tenía problemas para venirse, que realmente nada malo iba a pasar, yo me negaba y él siguió insistiendo y metió su pene. En esa situación yo ya me vi forzada a aceptar eso como una realidad; como la realidad que me tocaba por quererlo y querer que me quisiera”.

Aldana Aradvari, quien tenía 16 años y también era virgen cuando empezó su relación con Arrieta, relata encuentros sexuales problemáticos. “Cuando finalmente lo hicimos, me dijo que yo jamás había sido virgen porque no sangré”. También que “era la primera vez que no acababa con alguien, me hacía sentir que era mi culpa”. En las relaciones sexuales posteriores, “me cogía sin yo moverme; me cambiaba de posiciones y yo no disfrutaba. También me enfermaba y me daban infecciones urinarias”. 

La clave en estos relatos es que las mujeres sentían que debían hacer cosas que no querían para satisfacer a Arrieta. Así funcionan las relaciones de poder en contextos de pareja: quien ostenta una posición superior hace sentir inferior y culpable a la otra parte para que todo el tiempo esté compensando y rogando por amor. 

Viviana Bohórquez, candidata a doctora en Derecho de la Universidad de los Andes, quien lleva 12 años trabajando con mujeres víctimas de distintos delitos y hace parte del equipo de Las Igualadas de El Espectador, explica que “las mujeres se quedan con los agresores porque se sienten culpables. La manipulación a través de la culpa hace que las mujeres cuestionen su propia memoria y percepción de los hechos, en especial en relaciones tóxicas. Le llaman gaslighting”. 

Es así como Verónica Duque cuenta que Arrieta “me decía constantemente que era una persona fea, que nunca podría presentarme en sociedad o a sus padres”. Del Mar Botía dice que el youtuber le “decía que era horrible y no sabía follar”, y que “estaba conmigo por costumbre. Que si terminábamos nadie iba a querer sus sobrados”. Ortíz relata que “se burlaba de mí en persona y, cuando me veía triste por los chistes y malos tratos que recibía de él, decía que yo era una persona aburrida y no alegre como antes, que me faltaba sexo porque andaba deprimida”. 

Todas dicen que las ofensas, los chistes y las manipulaciones psicológicas eran cotidianas. 

En el caso particular de Duque, hay una dimensión económica en la relación de poder. Cuando ella vivió con Arrieta, cuenta, estaba sin dinero, y eso fue aprovechado por el youtuber. “Pasé técnicamente a ser su esclava: lo bañaba, peinaba, lavaba sus dientes, afeitaba. También me decía que lo tatuara, le manejara todas las redes, escribiera y editara sus videos, sin remuneración. Muchas veces me humillaba con comida y, como no tenía dinero, pasaba en ayuno varios días, porque él me veía comiendo y me decía que no usara su comida, que si tenía hambre la comprara yo. Varias veces salía y me decía que seguro me iba a ir de puta, por lo que me dejaba encerrada en el apartamento, que no tenía puertas ni ventanas”.

Alejandra Patiño, quien estuvo casada con Arrieta, dice: “Nicolás me dejó una deuda de US$ 23.000. Tampoco me ha querido firmar el divorcio y se ha hecho el bobo todo el tiempo, por lo que seguimos legalmente casados. Me trajo maltrato psicológico, físico y líos legales”. 

Del Mar Botía cuenta que una vez Arrieta la grabó llorando y usó ese sonido para mandárselo a varios contactos en Messenger.

Todas dicen que en algún momento fueron tildadas de “perras” por el youtuber, quien las comparaba con otras mujeres para hacerlas sentir mal. También era común que hablara mal de ellas en público con otras personas. 

Por eso decidieron hablar.

La defensa de Arrieta

“En ningún momento siento que abusé de ellas psicológicamente, ni de ninguna manera, puesto que años después seguían escribiéndome correos electrónicos y buscando formas de contactarme. Los videos fueron una sorpresa para mí”, le dijo el youtuber a El Espectador

Cuando estalló el escándalo, escribió lo siguiente en su cuenta de Twitter: “el interés de estas personas radica en los seguidores que puedan conseguir (...) parece que sus vidas giraran en torno a mí, qué depresión”. 

Cuando le pregunté por qué cree que decidieron publicar los videos, contestó que, en su opinión, lo hicieron motivadas por Patiño. “Con mi exesposa no terminamos muy bien. Hubo agresiones físicas de parte de ella y decidió contactar no solamente a las chicas que hicieron el video, sino a más personas que no quisieron porque les pareció que no tenía ningún sentido”. No obstante, El Espectador vio varias capturas que demuestran que quien inició las conversaciones entre las mujeres fue Duque.

Sobre la incomodidad sexual de Ortíz, Arrieta dijo: “La que forzó un encuentro sexual fue ella, después de haberme visto con otra de mis parejas, contándome que se había masturbado después de eso. Yo traté de ser comprensivo y no presionarla con el tema porque tenía 18 años”. 

De manera similar, cuando le pregunté por las acusaciones de Aradvari sobre relaciones sexuales que ella no disfrutó, contestó: “Pues yo recuerdo a Aldana buscándome con correos electrónicos; diciéndome muchas cosas hipersexuales. De hecho, todo el tiempo le decía que era muy bonita”. 

Al respecto de los distintos reclamos sobre burlas, ofensas y presiones psicológicas, Arrieta contesta lo siguiente. Sobre las humillaciones a Del Mar Botía, dice que “nos dijimos muchas cosas feas al final de la relación. Las humillaciones de las que habla seguramente eran las veces que aparecía después de que terminamos en lugares públicos y yo le pedía que se fuera”. 

Sobre Ortíz y la presión que ella sintió cuando estaba en un momento de crisis emocional explica que “simplemente traté de animarla y hacerle chistes y bobadas para que no se sintiera mal”. 

En cuanto a Duque y su reclamo de que le decía constantemente que era fea, dijo: “Siempre fui directo: si algo no me gustaba, le decía la verdad. Nunca pensé que la fuera a ofender”. 

Con las agresiones de las que habla Patiño considera que “la verdad era al revés. Cuando recién empezamos la relación, ella en una transmisión en vivo llegó a hacer cosas con mis amigos. Humillarme en público: me pintaron penes en la cara, se dieron picos con mi mejor amigo”. 

Cuando le pregunté sobre Duque y su sensación de haber sido esclavizada, contestó: “Le dije que le ayudaba si ella me colaboraba con las cosas en la casa. Mil veces le rogué que consiguiera un trabajo. El tema de bañarnos sí era algo íntimo. Nada que ver con cepillarme los dientes o algo parecido. Ella tenía un fetiche con ser mi mamá y a mí no me molestaba en lo absoluto. Era mi primera vez viviendo con una mujer, no estaba preparado tampoco”.

Finalmente, sobre la deuda con Patiño dice que “si me enviara un recibo detallado, con las cosas que supuestamente le debo, no tendría ningún problema en pagarlo”. En cuanto al reclamo de Del Mar Botía sobre grabarla llorando, dice: “no recuerdo haberlo hecho, tenía 17 años, seguramente muchas de las cosas que hacíamos eran inmaduras y bobas”. 

Como mensaje final, Arrieta rechaza las amenazas contra las denunciantes. “Me parecen terribles”, dijo. “Las personas que publican eso en mis grupos están siendo bloqueadas. No apoyo ese comportamiento”.

¿Lo hacen por la fama?

Sobre la acusación de Arrieta de que están mintiendo para obtener fama, Del Mar Botía dice que “me parece un tanto gracioso pues él siempre salía con los mismos comentarios sobre otras mujeres con las que salió. Me decía que ignorara todo porque sólo querían atención de su parte o robarle seguidores”. 

Al utilizar esa línea de defensa, Arrieta le hace eco a una táctica empleada por muchos de los acusados como agresores en el mundo. Niño explica que es común la idea de que “las mujeres queremos atención y deseamos vengarnos, porque los hombres piensan que somos locas y caprichosas”. Pero, agrega, “es difícil imaginar quién quiere ese tipo de atención: famosa por «abusada»”. 

Aunque no hay cifras sobre falsas denuncias en casos como los que hemos venido discutiendo, sí hay estudios sobre violencia contra las mujeres. Revisando la violencia doméstica en el Reino Unido, por ejemplo, un artículo de The Guardian encontró que, de más de 100.000 denuncias por estos hechos, sólo seis terminaron siendo procesados por falsos testimonios. 

En Estados Unidos, un estudio encontró que, en procesos por violación, los “falsos positivos” (es decir, donde se comprobó que el acusado era inocente y la denunciante mentía) son entre el 2 % y el 10 % de los casos, cifra que, por cierto, es similar a otros tipos de delitos como el hurto y los homicidios. En otras palabras, la abrumadora mayoría de quienes se dicen víctimas no están mintiendo. En Colombia no hay cifras que permitan saber si la situación es similar. 

Ortíz está de acuerdo con que es fácil desestimar las denuncias. “Es la tipica respuesta para deslegitimar las denuncias que hacen mujeres cuando se trata de un tipo que es una figura pública. Exponerse no es fácil, sabes que te llegarán un sin fin de comentarios diciendote que realmente es tu culpa”. 

Duque explica que “nadie quiere ser famoso por ser una víctima y menos una persona como yo que siempre ha tenido un entorno familiar ejemplar y estable, un trabajo, una vida de alguien normal; nadie quiere estar expuesto a preguntas incómodas y mucho menos va a contar una historia traumática para que todo el mundo la sepa”. 

Aradvari es contundente: “la verdad no me importa lo que diga. Sé quién soy y creo fuertemente en esta causa”. 

Patiño es más directa: “Arrieta es un iluso. Yo sólo quiero mi divorcio y la plata que me debe. A mí la gente que me sigue no me da de comer. Yo tengo mi profesión, la ejerzo y me va muy bien”. 

¿Por qué salieron a hablar de esto?

Ante las amenazas de muerte, el constante matoneo en sus redes sociales y una figura pública como Arrieta diciendo que están mintiendo, les pregunté por qué decidieron dar la cara y hablar en público. 

La respuesta de todas apunta a lo mismo: para decirle a personas que están en situaciones similares que no están solas, que a cualquiera le puede pasar y que tienen la fuerza para salir de ahí. 

Duque dice que “ya van muchísimos años de alimentar y normalizar la conducta de sujetos como éste, «el machito de familia bien», el que soluciona todo con un «usted no sabe quién soy yo», que maltratan y abusan de la gente que los quiere. Tenemos que empezar a educarnos como sociedad y principalmente a las mujeres para parar con todo este absurdo de normalizar violencia, para hacerles saber que hay herramientas, para que entiendan que sus testimonios son válidos y que deben, a toda costa, defender y pelear por su integridad emocional”. 

Sobre Arrieta, en particular, Patiño concluye por todas: “Me preocupa que la juventud que lo sigue viva engañada, que se dañen las mentes viendo tanta porqueria”.

¿Quiere contar su historia de abuso? Escríbame a jrincon@elespectador.com

@jkrincon

Por Juan Carlos Rincón Escalante

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