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Papa pide perdón a víctimas de curas pederastas

El pontífice prometió un "nunca más" de los terribles casos de abuso sexual.

Efe - Ciudad del Vaticano
11 de junio de 2010 - 06:05 a. m.

El papa Benedicto XVI pidió perdón público a Dios y a las víctimas de los sacerdotes pederastas y prometió que la Iglesia hará "todo lo posible para que semejantes abusos jamás vuelvan a suceder".

El Pontífice pidió perdón ante 15.000 sacerdotes de todo el mundo y varias decenas de miles de monjas y seglares, con los que clausuró en la plaza de San Pedro del Vaticano el Año Sacerdotal, durante el que "han salido a luz", según dijo con esas palabras, los escándalos de abusos sexuales a menores por parte de clérigos en numerosos países.

El Obispo de Roma afirmó que "era de esperar" que al "enemigo" , como llamó a demonio, no le guste que el sacerdocio "brille de nuevo" y que prefiere verlo desaparecer, "para que al fin Dios fuera arrojado del mundo".

"Y así ha ocurrido que, precisamente en este año de alegría sacerdotal, han salido a la luz los pecados de los sacerdotes, sobre todo el abuso a los pequeños, en el cual el sacerdocio, que lleva a cabo la solicitud de Dios por el bien del hombre, se convierte en lo contrario".

En estos meses se han conocido abusos de curas pederastas durante años en Irlanda, Alemania, Austria, Italia, Holanda y Bélgica, así como nuevos datos de casos ya sabidos en EE.UU.

Por estos escándalos el Papa ha destituido a varios obispos y numerosos sacerdotes.

"También nosotros pedimos perdón insistentemente a Dios y a las personas afectadas, mientras prometemos que queremos hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás", afirmó el Pontífice, de 83 años, cuyas palabras fueron fuertemente aplaudidas.

Benedicto XVI, en ese mea culpa, prometió que en la admisión al ministerio sacerdotal y en la formación que prepara al mismo (seminarios) "haremos todo lo posible para examinar la autenticidad de la vocación".

El Obispo de Roma agregó que la Iglesia quiere acompañar "aún más a los sacerdotes" en su camino, para que el Señor los proteja y los custodie en las situaciones dolorosas y en los peligros de la vida.

También agregó que si el Año Sacerdotal hubiera sido convocado para una glorificación de los logros humanos de los clérigos, "habría sido destruido por estos hechos".

El Papa Ratzinger considera lo ocurrido "como una tarea de purificación, un quehacer que nos acompaña hacia el futuro y que nos hace reconocer y amar más aún el gran don de Dios".

El Pontífice teólogo dijo que al igual que el pastor necesita la vara contra las bestias salvajes que quieren atacar al rebaño y contra los salteadores que buscan su botín, la Iglesia debe usar el bastón del pastor, "la vara con la que protege la fe de los farsantes, contra las orientaciones que son en realidad desorientaciones".

"En efecto, el uso de la vara puede ser un servicio de amor. Hoy vemos que no se trata de amor cuando se toleran comportamientos indignos de la vida sacerdotal", manifestó el Pontífice, en una nueva referencia a los escándalos de pederastia en la Iglesia.
Agregó que tampoco se trata de amor si se deja proliferar la herejía, la tergiversación y la destrucción de la fe.

El Papa agregó que, no obstante, la vara debe transformarse continuamente en el cayado de pastor, que ayuda a los hombres a poder caminar por senderos difíciles y seguir a Cristo.

Benedicto XVI manifestó que el sacerdote no es simplemente alguien que detenta un oficio, sino un sacramento y exhortó a los sacerdotes a cuidar de los hombres y hacerles experimentar la atención y la alegría de Dios.

Aseguró que Dios nunca abandona al hombre, incluso cuando éste cae en la "cañada oscura y tenebrosa de la vida y todas las luces parecen apagarse".

La clausura del Año Sacerdotal se celebró bajo un sol de justicia en una plaza de San Pedro convertida en un "manto blanco" de sacerdotes, vestidos con camisa y estola blanca.

A la misa asistieron sacerdotes de 91 países, de los que algo más de 600 eran españoles.También asistieron 300 colombianos y numerosos venidos de Argentina, Bolivia, Brasil, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay, Venezuela, Brasil y Portugal.

Al término de la misa, el Papa puso en manos de la Virgen a los 400.000 sacerdotes esparcidos por el mundo.

Por Efe - Ciudad del Vaticano

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