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Gilma Jiménez

A la concejala bogotana  se le ve en todas las audiencias judiciales contra abusadores de niños con un séquito de seguidores que siempre gritan lo mismo:  “Prisión perpetua para maltratadores de la infancia”.

Martha Esperanza Ordóñez /Especial para El Espectador
06 de diciembre de 2008 - 10:00 p. m.

La vida hizo que conociera a la concejala Gilma Jiménez por el tema que a las dos más nos apasiona: la protección de la infancia. Coincidimos como invitadas en un programa de opinión donde el tema era su proyecto de los “muros de la infamia”. Gilma ya era concejala y aunque yo no iniciaba mi experiencia en la política ya venía trabajando en el tema con una marcha, un libro y con acompañamiento a las víctimas y sus familias.

Ese día encontré que nuestras visiones sobre el tema tenían diferencias: Gilma cree firmemente en la sanción, yo creo que es importante, pero también considero que hay que trabajarle a la prevención. Descubrí a una mujer aguerrida y valiente y estoy convencida de que entre las dos nació una conexión especial que hoy se sustenta en un profundo respeto.

Poco a poco he ido conociendo a Gilma Jiménez, porque nos encontramos en el camino sin que ninguna de las dos lo buscáramos. Hoy somos compañeras en el Concejo y tengo que decir que con ella siento un respaldo infinito, tanto en el tema de la protección de la infancia, como en lo personal. Puedo decir que ella daría cualquier pelea por mí y por mis causas, que estoy segura son las de ella, y creo que esa es una de las mejores formas para definir a Gilma: cuando se compromete con alguien o con una causa, lo hace sin límites.

Muchos la perciben como una mujer terca y hasta brava. Yo creo que en realidad es un ser con muchas agallas, que asume de manera consecuente el rol con el que ella misma se define: “la pesadilla de los explotadores y violadores de niños”.

Contrariamente a esa imagen pública de mujer fuerte, en su vida privada Gilma es muy tierna y familiar. El hombre más importante en su vida es su pequeño nieto, quien es una de sus mayores inspiraciones para asumir esta difícil cruzada de proteger nuestra infancia, en la que las dos ya somos socias.

Gilma es muy divertida, buena conversadora. Sus charlas y argumentos siempre están cargados de mucha intensidad y pasión, tal como sus actos. Es de extremos: de amores y de odios. En ocasiones puede llegar a ser muy terca, pero siempre demuestra su inteligencia. Sé que le encanta leer y escribir, intensa trabajadora, pero también le saca tiempo a la diversión. Es una gran bailarina, sobre todo de salsa. Es muy detallista y le encanta recibir regalos.

La Jiménez es muy dulcera, aunque por recomendación médica no debe consumirlo mucho, por eso tiene que conformarse con los chocolates light. ¿Su talón de Aquiles? El cigarrillo. Muchos han tratado de persuadirla para que lo deje, entre ellos, el ex alcalde Enrique Peñalosa, uno de sus más grandes amigos. De este intento sólo le quedó a Gilma otra afición: coleccionar ceniceros.

De buena fuente sé que le gustan los hombres guapos. Eso esta bien, muchas compartimos ese mismo gusto. Es una mujer noctámbula, de planes familiares, sencilla, sobria y muy fiel.


Como buena ariana tiene una energía envidiable y cuando cree en una causa lucha sin descanso por ella. Así es Gilma y en eso nos identificamos: comprometidas hasta alma en la defensa de nuestra infancia.

La concejala no tolera a los maltratadores de niños y esa es la actitud que necesitamos. Si tuviéramos más defensores y protectores como ella, los maltratadores y violadores pensarían bien las cosas. Buscarían terapia o controlarían sus impulsos antes de hacerles daño a los más débiles e indefensos de nuestra sociedad.

Definitivamente necesitamos más Gilmas para ponerle un “tatequieto” a los violentos, porque si por las buenas no respetan la integridad, el cuerpo y los derechos de nuestros niños y niñas, ella, además de encerrarlos de por vida, los exhibiría en vallas, muros y pasacalles para reivindicar a las víctimas y evitar que los que todavía estén sueltos vuelvan a atacar, a vulnerar o a quitarle la inocencia a otro de esos ángeles que hemos traído al mundo para brindarles respeto, buen ejemplo, buen trato y amor.

Gilma es una de las mejores aliadas que he encontrado en la lucha frente al maltrato, el abuso sexual y la violencia contra la infancia. Espero que sigamos trabajando juntas, mi intuición me dice que voy a tenerla al lado por mucho tiempo luchando por esta noble causa, por nuestros niños.

El referendo por la niñez

La concejala Gilma Jiménez ha sido la gran impulsadora de un polémico referendo que busca castigar con cadena perpetua a quienes abusen o maltraten a los niños. La iniciativa ha tenido gran acogida no sólo en Bogotá, sino en todo el país. Pero, al mismo tiempo, ha levantado voces de protesta, entre ellas la del presidente Álvaro Uribe, quien ha reiterado en varias ocasiones que en el país no existe una tradición de este tipo de penas.

La iniciativa impulsada por la concejala obtuvo gran notoriedad luego de lo sucedido con el bebé Luis Santiago Lozano, de 11 meses, a quien presuntamente su padre ordenó secuestrar y asesinar. El caso, con gran despliegue mediático, le dio, para bien o para mal, aún más visibilidad al proyecto del referendo de la niñez, como lo han denominado algunos.

A finales de noviembre se habían recaudado 1´800.000 firmas. El mínimo requerido es de 1´400.000. Antioquia es el departamento en donde más personas han firmado.

Por Martha Esperanza Ordóñez /Especial para El Espectador

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