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Caballos y jinetes desafían al fuego en fiesta ancestral española

El ritual llamado “Las Luminarias” busca purificar al animal y su jinete.

AFP
17 de enero de 2013 - 10:33 a. m.
Más de un centenar de caballos, yeguas y burros atraviesa cada una de las hogueras del pueblo para ser purificados por el espeso humo./ EFE
Más de un centenar de caballos, yeguas y burros atraviesa cada una de las hogueras del pueblo para ser purificados por el espeso humo./ EFE

En el pueblo español de San Bartolomé de Pinares, sembrado de hogueras que iluminan la noche, como cada año un centenar de jinetes saltaron el miércoles con sus caballos sobre llamas de varios metros de alto en un ancestral rito purificador.

Como cada 16 de enero, víspera de San Antón, patrón de los animales, el desfile recorrió las calles adoquinadas de este pequeño pueblo de Castilla, un centenar de kilómetros al noroeste de Madrid, franqueando las pilas de ramas encendidas.

"Es una tradición realmente pagana, que es, con el humo y el fuego, la bendición de los animales para que estén purificados durante todo el año, para que no tengan males ni enfermedades", explica Aníbal Martínez, de 36 años, que volvió a su pueblo natal desde la capital para esta noche tan particular.

Nadie en San Bartolomé de Pinares conoce realmente el origen de esta tradición, que parece tener sus raíces en la Edad Media, cuando sus habitantes buscaban proteger así a sus caballos del mal de ojo o de la brujería.

"Según documentos de la iglesia y del ayuntamiento que hemos conseguido podemos localizar la tradición hasta hace 500 años", explica Aníbal.

Pequeña localidad rural de 600 habitantes, cuya población no deja de menguar, San Bartolomé de Pinares se mantiene fiel a su fiesta, bautizada "Las Luminarias", pese a las repetidas amenazas de los defensores de los animales preocupados por la suerte de los caballos.

Cada año los vecinos preparan el ritual con pasión, recogiendo en los campos cercanos las ramas para confeccionar las gavillas que alimentan las hogueras durante toda la noche. Cuando se pone el sol, los hombres prenden los fuegos, que salpican con agua para provocar un humo agrio y espeso.

Mientras tanto, los jinetes preparan sus monturas, cepillando a los caballos y trenzándoles la cola y las crines.

Por fin, cuando el campanario de la iglesia da las nueve, todos se reúnen en la plaza del ayuntamiento, reciben la bendición del cura y se lanzan en una espectacular cabalgada a lo largo de la principal calle del pueblo, cubierta de humo, saltando por encima de los obstáculos en llamas.

Con los brazos al cielo, los más temerarios no dudan en lanzar a sus caballos sobre el fuego, haciéndoles pisotear las fogatas. Otros, más prudentes, prefieren rodear las hogueras, rozando solamente el fuego.

"Es una tradición tanto para los animales como para nosotros", explica José María Nuñez, de 37 años, que participa con sus dos hijos. "Los animales no sufren, están acostumbrados", asegura.

"Es una sensación muy bonita, no se puede describir, hay que vivirlo encima del caballo, pasar por el fuego, sentir el calor, ver cómo salta el caballo", afirma.

Con su caballo Estrella, José María participa en la fiesta desde hace ocho años, pero ésta es la primera vez para su hijo Alejandro, que a sus diez años hace el recorrido solo.

"Se trata de pasar con los caballos por las lumbres para purificarlos, para que no tengan nada malo en todo el año", explica orgulloso el niño.

Entre los jinetes, muchos jóvenes han tomado el relevo de sus padres perdurando una tradición de varias generaciones. Con 14 años, Sonsoles Hernández Martín es una de las pocas jinetes femeninas que participan en Las Luminarias.

"Llevo tres años ya subiendo, pero desde pequeña, desde que tenía dos años he montado con mi padre. Mis padres también montan", afirma la adolescente.

"¿Peligro? No es peligroso porque se lleva haciendo desde la Edad Media, y nunca ha pasado nada", dice tranquila. "Es un sentimiento que se vive. Si no montas, no lo vives", asegura con una radiante sonrisa, antes de adentrarse en la noche con su montura.
 

Por AFP

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