Diabetes, enemiga del corazón y el riñón

Se estima que para el año 2025 se proyectarán 300 millones de personas con diabetes, la mayoría tipo 2, y más de 1.560 millones de hipertensos.

Martha Díaz- Especial para El Espectador
18 de noviembre de 2019 - 03:13 p. m.
El médico Óscar Rosero, Endocrinólogo y miembro de la Asociación Colombiana de Endocrinología / Cortesía
El médico Óscar Rosero, Endocrinólogo y miembro de la Asociación Colombiana de Endocrinología / Cortesía

Según el Ministerio de Salud y Protección Social entre un 25% a 40% de los pacientes con diabetes tipo 1 o tipo 2, desarrollarán una enfermedad renal crónica. Hoy se presentan 7,4 casos por cada 1000 habitantes con enfermedades renales, siendo la diabetes una de sus causas más frecuentes.

De igual forma, se estima que para el año 2025 existan 300 millones de personas con diabetes, la mayoría tipo 2 y más de 1 560 millones de hipertensos y como consecuencia, más casos de enfermedades renales. 

Para el Dr. Oscar Rosero, Endocrinólogo y miembro de la Asociación Colombiana de Endocrinología, se puede llevar una vida normal con este padecimiento, sin embargo, son las complicaciones asociadas a la enfermedad las que disminuyen años y calidad de vida a quienes la padecen.

La diabetes avanzada, afecta órganos vitales como el corazón y los riñones y en muchos casos, no se le presta la atención debida, señaló el Dr. Rosero. De acuerdo con él, “Una vez se hace el diagnóstico de la prediabetes o diabetes tipo 1 o 2, ya sabemos que va en curso una gran cantidad de afectaciones en las arterias, en el músculo del corazón, accidentes cerebrovasculares, lesiones renales (nefropatía) o ceguera”.

Del mismo modo, se afectan los vasos sanguíneos pequeños que conllevan a daños como la insuficiencia renal. En el periodo comprendido entre enero de 2018 y septiembre de 2019, se han recibido más de 1100 atenciones de pacientes que padecen diabetes con problemas renales.

Para evitar que se presenten este tipo de problemas relacionados con la diabetes, los expertos promueven que las personas lleven estilos de vida saludables y tratamientos que tengan presente la protección del corazón y los riñones.

Promover un estilo saludable

Los niveles ideales de control de la enfermedad se logran con un acompañamiento cercano del profesional médico y llevando un estilo de vida que tenga presente el impacto en los órganos que afecta la enfermedad. La diabetes, la hipertensión arterial y las enfermedades renales son síntomas del principal mal: “La obesidad”, señala.

Para el doctor Rosero, desafortunadamente hay dificultades al momento en el que el paciente debe recibir tratamiento, porque tiene poca aceptabilidad, por los mitos que existen a su alrededor y muchas veces por información equivocada. Los pacientes lo toman como un castigo, por eso es importante fortalecer los programas de educación tanto para ellos como para sus familias.

Pero según el especialista Rosero, lo importante en cualquier caso es controlar la obesidad, para que los pacientes no tengan complicaciones y terminen en diálisis o con falla cardiaca. Según el experto, es necesario restringir el consumo de azúcar, evitar los alimentos ultraprocesados y mejorar la actividad física, caminando al menos 8 minutos al día.

El doctor Rosero también señala que actualmente existen nuevos medicamentos antidiabéticos orales que cuentan con ciertos beneficios frente a los convencionales, disminuyendo potencialmente el riesgo de muerte cardiovascular y reduciendo las complicaciones renales. Estos ya fueron incluidos en el Plan de Beneficios en Salud con cargo a la UPC, ayudando a que pacientes con Diabetes Tipo 2 se beneficien de los mismos, igualmente recalca la importancia de asistir a los controles médicos de forma periódica y cumplir las recomendaciones impartidas por los profesionales.

Ahora, el mundo se enfrenta a una “marcha implacable de la diabetes que incrementará 34% para el 2030”, según proyecciones de la Organización Mundial de la Salud . Pero a pesar de las condiciones desfavorables, la educación debe ser una herramienta para controlar la enfermedad, se debe inculcar la responsabilidad informada, es decir, permitir que el paciente se haga cargo de su condición a partir de una base informativa sólida que le permita vivir con esta afección.

Por Martha Díaz- Especial para El Espectador

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