Seitz se percató de que las bebidas embriagantes pueden potenciar la presencia de células cancerígenas en órganos como el esófago, el hígado y el colon.
De acuerdo con los resultados obtenidos, el alcohol es el responsable de un daño en el material genético de las células y del deterioro de sus mecanismos de protección. La intención al hacer público el estudio se la debe al deseo de prevenir a los ciudadanos del mundo y especialmente a los alemanes, quienes sufren 40.000 muertes anuales por cuenta del consumo excesivo de licor.
El científico alemán lleva casi 30 años trabajando en esta materia, jugando con probabilidades genéticas de predisposición al consumo y al desarrollo de tumores malignos. Aunque todavía le resta el último tramo en sus averiguaciones, creyó conveniente alertar a la comunidad tan pronto como le fue posible.