El derecho a sentir

Expertos de la Universidad El Bosque hablan sobre el papel de la sociedad en la salud mental de las personas, sus implicaciones en la aparición de trastornos y la importancia de educar con base en el manejo emocional.

Redacción Especiales
24 de noviembre de 2019 - 03:00 p. m.
Getty Images
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Pocas cosas son más peligrosas que hacerse insensible frente a las problemáticas que acogen a las sociedades. Pueden estar en los hogares, en las calles, en los medios de transporte, en las familias o en los trabajos. A veces son tan constantes y abundantes, que se normalizan en el imaginario colectivo. “Así es la vida, así son las cosas… no importa, hay que sonreír, continuar y vivir”, se repite como una especie de eco en nuestras cabezas.

“Nos han enseñado que sentir está mal. Nos dicen frases como: “No se ponga así, no se sienta triste, métale ganas”, pero resulta que nos hemos dado cuenta de que cuando fomentamos este tipo de verbalizaciones lo único que hacemos es una restricción emocional. Llevamos a que las personas no se expresen. El lío está en que la emoción tiene un corte fisiológico, eso no es algo que uno decida o no tener”.

Las anteriores fueron las palabras con las que Hernán Ravelo, docente de la Facultad de Psicología de la Universidad El Bosque se refirió al papel de la sociedad en la salud mental de las personas, un concepto que actualmente está en boca de todos, tras la presentación de películas como Joker, en la que se expone, de manera ficticia, un estado de vulnerabilidad mental al límite y cuya narrativa será analizada el próximo jueves 28 de noviembre, a las 11:00 a.m., en un Facebook Live en las redes de El Espectador.

“Socialmente tenemos una responsabilidad muy importante en la crianza, porque no podemos seguir educando para restringir emociones, debemos educar para regularlas, conectar con ellas, permitirlas. Hoy se habla de una generación sensible, pero no es algo que se dé porque sí. Es una condición dada por la invalidación, es decir, por la no comprensión de la experiencia emocional de las personas", agregó el experto.

Instituciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) definen a la salud mental como “una amplia gama de actividades directa o indirectamente relacionadas con el componente de bienestar mental incluido en la definición de salud que da la OMS: un estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

Estigmatización

Son, a lo que el especialista se refiere como “verbalizaciones”, los primeros obstáculos que desde los primeros años de conciencia del hombre impiden alcanzar este bienestar. Normalizar o exagerar los sentimientos afecta a locutores y receptores. Hacen de la salud mental un tema tabú, que solo hay que abordar cuando se ha llegado a un límite.

Para David Bonilla, docente de la Especialización en Psicología Clínica y Desarrollo Infantil de la Universidad El Bosque, una de las creencias populares que giran en torno a la salud mental es la asociación inmediata de los sentimientos con trastornos o cuadros clínicos severos.

“Hay quienes al sentir tristeza o un malestar emocional usan términos como: “estoy deprimido”, “estoy ansioso”, “soy bipolar”, “soy hiperactivo”, etc. Debemos aumentar la educación y facilitar la comprensión de las patologías y no minimizarlas. Los cuadros clínicos requieren intervención y los estados emocionales, modulación", afirmó Bonilla. 

Ambos psicólogos coinciden en algo: el acompañamiento psicológico debe normalizarse. El bienestar mental es uno de los componentes claves en la salud de las personas. Así como se realizan chequeos médicos (sangre, visión, audición, etc.) con frecuencia, visitar a estos profesionales debe ser algo común. “Debería estar dentro de la canasta familiar”.

Educar en el manejo emocional

Hablar sobre cómo se puede promover la salud mental es mencionar a las familias y sociedades como primeros promotores de este bienestar. Entiéndase el primero de estos como facilitador inicial de socialización, sean cuales sean sus integrantes (mamá y papa, mamá y mamá, papá y hermanos, etc.). El docente aseguró que en aquellos escenarios en los que la familia está ausente el malestar emocional se incrementa.

En cuanto a las sociedades, Bonilla contó que, aunque a veces parece que estas se olvidaron de generar ambientes que favorezcan la salud mental, las personas deben empezar a desarrollar actividades placenteras o hobbies que garanticen ocupación en el tiempo libre. 

“Desde niños todos debemos estar comprometidos con educar en el manejo emocional, este que promueve valores como la solidaridad, la empatía y la compasión. Debemos dejar de minimizar el impacto de la salud mental y aprender a conectar con nuestras emociones. Vivimos en constante cambio, con estrés, pérdidas personales… debemos familiarizarnos con los chequeos mentales”, concluyó Bonilla. 

Por Redacción Especiales

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