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El trabajo invisible de las mujeres rurales

Las horas extras que una mujer invierte a criar sus hijos o a los quehaceres del hogar no tienen ninguna retribución económica. Kidder habla sobre la importancia de involucrar este trabajo de cuidado dentro de la agenda nacional.

María José Medellín Cano
05 de abril de 2015 - 02:00 a. m.
El trabajo invisible de las mujeres rurales

La crianza de los niños, las tareas de cocina y limpieza, el mantenimiento general del hogar y la atención de enfermos o personas discapacitadas, son las tareas que conforman el trabajo de cuidado. El tiempo y el esfuerzo que demandan estas tareas no tiene ninguna retribución monetaria y tampoco cuentan con el reconocimiento de la sociedad.
 
La alta consejera para la ONG británica Oxfam, Thalia Kidder, con más de 18 años de experiencia en África, Asia y Latinoamérica, habló con El Espectador sobre la importancia de reconocer y reivindicar el trabajo de cuidado de las mujeres rurales colombianas, un sector de la población que incluye campesinas, indígenas y afrodescendientes.
 
¿Cómo se identifica a la mujer rural colombiana?
 
Se caracterizan por contribuir en gran medida a la producción agrícola, pero sin mucho reconocimiento, pues no se es común llamarlas productoras. Además, una particularidad de las mujeres colombianas es que han tenido que vivir décadas de inseguridad, conflicto armado, desplazamiento, acoso sexual, trabajos no dignos en varias fábricas y muchas otras dimensiones de violencia.
 
¿De qué manera ha impactado esta violencia en las mujeres rurales de Colombia?
 
Desde el trabajo con la Oxfam, hemos visto que los efectos están en la posibilidad que tienen las mujeres de acceder a servicios y estructuras  que, de no estar en conflicto, les ayudaría a desempeñar su trabajo de cuidado. He escuchado testimonios de mujeres que fueron obligadas a lavar ropa y cocinar para grupos paramilitares. Lo hicieron para asegurar que no mataran a sus hijos. Pero sé que también hay historias que no son tan extremas. A pesar de los años de conflicto, las mujeres colombianas han salido adelante con iniciativas y propuestas muy fuertes.
 
¿De qué tratan estas propuestas?
 
Todas tienen que ver con el trabajo de cuidado. Ellas están conscientes del gran peso de la desigualdad que viven por ser responsables de estas actividades. Por ejemplo, en una encuesta sobre el uso del tiempo, las mujeres dedican cinco horas diarias a actividades de cuidado, frente a la cifra de los hombres, que es de una hora y 50 minutos. La historia implica que la mujer rural tiene muchas desventajas y retos que son diferentes a los del hombre.
 
¿Cuáles son específicamente esas desventajas?
 
Naciones Unidas publicó un informe en 2013 en el que asegura que en el trabajo de cuidado no pago constituye una barrera para la participación de la mujer en el mercado laboral e impide que acceda a  otros derechos. La intensidad y la responsabilidad de su trabajo perpetúan la desigualdad de derechos de la mujer en la política, salud, educación, seguridad social, y también a  disfrutar adelantos científicos y a descansar. La lista es larga. Aunque esta no es la única causa de la desigualdad de la mujer, hasta ahora ha sido bastante invisible. Entonces, lo que estamos diciendo es que el Estado debe implementar políticas para aliviar la intensidad del trabajo de cuidado, invertir en ello y no pensar que es un gasto.
 
¿Cuál es la importancia del trabajo de cuidado?
 
Las horas que se dedican a estas tareas y que no son remuneradas son equivalentes al 20% del PIB, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Colombia (PNUD). Por eso, hay que ponerle toda la atención a este tema e invertir en la productividad de esa fuerza laboral. Si ese trabajo no existiera, si las mujeres estuvieran completamente obligadas a trabajar en otros campos  y no existieran esas horas extraordinarias que dedican a cuidar a personas discapacitadas, ancianos o niños, el costo sería muy grande. Es un trabajo de mucho valor para la sociedad, es un subsidio para la economía del país. 
 
¿Cómo hacer para que este trabajo deje de ser invisible?
 
Varias personas del Gobierno y de comisiones y organizaciones de mujeres rurales dijeron que la única manera de promover los derechos de la mujer es reconocer ese trabajo invisible y redistribuir la carga de ese trabajo entre el Estado, el sector privado y la sociedad civil. No es solo responsabilidad de las familias y de la condición natural de las mujeres. Por eso la importancia del análisis tan sofisticado de las propuestas que hay en Colombia.
 
¿A qué se refiere con ideas sofisticadas?
 
El planteamiento de la mujer rural es que es imposible que ellas logren equidad y plena participación en la política, fuerza laboral, cultura, sociedad y educación, si tienen esa responsabilidad desigual. Pero lo sofisticado también se encuentra en que están hablando de su realidad cotidiana. Ellas saben que lo que necesitan es acceso a las tierras, créditos, educación y capacitación. Sus ideas están pensadas en cambiar las estructuras en la toma de decisiones y por eso una de sus propuestas es lograr representación de las organizaciones de mujeres rurales en las juntas directivas y en los espacios de decisión del Gobierno.
 
¿Cuáles son los pasos a seguir?
 
Podemos hablar en diferentes niveles. Primero se debería asegurar que las mujeres rurales puedan acceder a programas de capacitación, educación y extensión agrícola, porque cuentan con el apoyo de los bienes que reducen el trabajo de cuidado: guarderías, sistemas de agua potable y acueducto, y servicios de electrificación. Esto es lo básico. También podríamos decir que el Estado, la sociedad civil y organizaciones comunitarias tienen la obligación de hacer esfuerzos para cambiar la mentalidad de que el cuidado es únicamente responsabilidad de la mujer y que es algo natural de ella.
 
¿Y qué podría hacer el sector privado?
 
En varios países en vía de desarrollo, como Nepal e India, existen leyes para que las empresas privadas con cierta cantidad de mujeres empleadas, provean una guardería, horas y lugares para que las mujeres amamanten a sus infantes. En otros países se ha visto que la divulgación de cuñas radiales y campañas con material educativo pueden promover la idea de que el hombre no solo puede hacer parte del trabajo de cuidado, sino que debe.
 
¿Y la sociedad civil?
 
Hay que aprender que un hombre puede disfrutar cuando toma un papel más activo y amplio en la labor de ser padre; en cuidar a los hijos, en participar en la casa, en atender a los ancianos o enfermos, en aprender a cocinar y a limpiar. Es importante entender que lo único desagradable del trabajo de cuidado se da cuando la infraestructura o los servicios que deberían facilitar ese trabajo del seno familiar son escasos.
 
 
¿Quién es Thalia Kidder?
 
Radicada en Oxford (Inglaterra),  la estadounidense Thalia Kidder es reconocida mundialmente por su trabajo con mujeres en África, Asia y Latinoamérica. Desde hace 18 años trabaja en la ONG británica OXFAM como alta consejera en asuntos de derechos económicos de la mujer. Ha coordinado iniciativas de aprendizaje sobre e mpoderamiento económico de las mujeres en el este de Asia y en Latinoamérica. Además, Thalia tiene un amplio registro en publicaciones académicas, dentro de las que se destaca su aporte a la teoría de la equidad de género y la visibilización de la economía del cuidado.
 
 
Seis puntos  del Foro  ‘Propuestas de las mujeres rurales al Plan Nacional de Desarrollo’
 
Acceso a tierras
 
Las mujeres rurales piden el 50% de las tierras que adjudique el Incoder y  mayor atención a las mujeres cabezas de hogar, en condiciones de vulnerabilidad, pobreza o víctimas del desplazamiento.
 
Fondo de fomento para las mujeres rurales
 
Le piden al Ministerio de Agricultura que destine por lo menos el 10% del presupuesto de inversión a este fondo. 
 
Economía del cuidado
 
Hacen un llamado a los ministerios de Ambiente y Vivienda para que garanticen la cobertura de servicios eléctricos, agua potable y acueducto, para reducir esfuerzos y  tiempos.
 
Institucionalidad
 
Las mujeres piden un Viceministerio o Dirección de la Mujer Rural en el Ministerio de Agricultura, con presupuesto, metas, capacidad técnica y de decisión.
 
Participación
 
Piden representación en las juntas directivas y espacios de decisión en entidades como el Sena, Finagro, Comisión Nacional de Crédito, Incoder y Colciencias.
 
Cambio climático
 
Las mujeres rurales piden que se fortalezca la institucionalidad para garantizar el cumplimiento de las normas ambientales y que, además, exista un mejor poder sancionatorio en contra de los megaproyectos mineros.
1504-MUJERTRABAJO

Por María José Medellín Cano

 

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