La historia de Papá Noel

La historia comenzó en el año 280, en un lejano pueblito de Turquía, donde nació un niño llamado Nikelaus, pero sus amigos lo llamaban Claus.

Orlando Plata González
18 de diciembre de 2018 - 06:20 p. m.
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La historia comenzó en el año 280, en un lejano pueblito de Turquía, donde nació un niño llamado Nikelaus, pero sus amigos lo llamaban Claus. Él procedía de una familia muy adinerada y generosa, por eso desde chico decidió ayudar a los más necesitados, haciendo el bien a todos, especialmente a los niños. Atacados por la peste, sus padres murieron cuando él era muy joven y le dejaron una gran fortuna, la cual usó para seguir haciendo obras de caridad.

La leyenda comenzó cuando un amigo de Claus, padre de tres hijas, quedó en la ruina y la estaban pasando muy mal. Fue entonces cuando Claus decidió ayudarlos en forma anónima. Sin pensarlo dos veces, esperó la oscuridad de la noche para trepar al tejado y arrojar monedas de oro por la chimenea. Como era invierno, las niñas ponían a secar las medias al calor del hogar; así que por la mañana las chicas encontraban sus medias llenas de las monedas que caían allí.

Poco después, el obispo de la localidad buscaba un sustituto para poder jubilarse. Tras investigar quién era la persona más bondadosa del pueblo, el prelado optó por cederle su cargo a Claus y lo convirtió en obispo de Myra. Claus se encargó de que la gente de su iglesia siguiera las enseñanzas de Jesús, amando al prójimo, dándole de comer al hambriento y llenando de bendiciones a sus vecinos. Una vez hubo tal escasez de alimentos que Claus le pidió al capitán de un barco que dejara allí todas sus provisiones; el marinero accedió y ocurrió el primer milagro de este santo, pues cuando el barco zarpó sus bodegas de repente se llenaron de nuevo.

Como Claus era muy devoto de Jesús, siempre celebraba la fecha de su nacimiento dando regalos a los niños y era muy conocido en su aldea porque se reía de manera muy particular, que contagiaba alegría a quienes lo rodeaban. Un 5 de diciembre, Dios lo llamó al cielo para que le gestionara las festividades navideñas y ayudara a los padres a obtener el dinero para comprar los regalos de los niños en nombre de él y del niño Jesús. Su fama fue tal que muchas iglesias de Grecia, Rusia e Italia se consagraron a su nombre. Fue así como se convirtió en el patrón y protector de los niños, los marineros y las fiestas navideñas.

Cuentan que murió en el puerto de Bari (Italia), y que su cuerpo obró el milagro de permanecer intacto, por lo cual se le adjudicaron poderes mágicos. Por el pueblo pasaban muchos marineros, que siempre le pedían protección e hicieron famoso al santo por toda Europa. En 1624 los holandeses fundaron Nueva Amsterdam (hoy llamada Nueva York) y llevaron allí la devoción del santo Sinterklaas, quien por las noches monta un mágico caballo blanco volador y arroja regalos por las chimeneas. De día lo acompañan unos ayudantes llamados los Pedritos Negros, que lanzan galletitas a la gente.

En 1809 el escritor Washington Irving escribió la obra Historias de Nueva York, donde el santo holandés Sinterklaas se convierte en Santa Claus.

Luego, en una fría noche de Navidad los hijos del escritor Clement Clarke Moore le pidieron que les contara la historia de Santa y él escribió el poema “La noche antes de Navidad”, que se volvió tan famoso porque los niños se emocionaban cada vez que la oían, pues allí aparecen por primera vez los renos voladores de Santa: Dasher, Dancer, Prancer, Vixen, Comet, Cupid, Donner y Blitzen. Rudolph, el de la nariz roja, llegó después.

En 1863 el dibujante alemán Thomas Nast le dio su actual fisonomía de gordo barbudo bonachón para sus tiras navideñas en la revista Harper’s Weekly. En 1902 Lyman Frank, autor de El mago de Oz, escribió el libro infantil The Life and Adventures of Santa Claus, que cuenta la historia de cómo Claus se ganó la inmortalidad y su título de santo.

A raíz de la fama que había logrado hasta entonces el personaje, la empresa Coca-Cola creó una impactante campaña publicitaria navideña en torno a Santa Claus. El pintor Habdon Sundblom, nacido en Chicago pero de origen sueco, fue el encargado de pintar al nuevo Santa Claus como un personaje regordete y bondadoso, a medio camino entre la fantasía, la religión y la magia. El artista tomó como modelo a Lou Prentice, un vendedor jubilado alto, grueso, de rostro alegre y bondadoso, ojos pícaros y amables. Se informó a la ciudadanía que Santa recibiría peticiones escritas por los niños en varios centros comerciales de la ciudad.

Hoy, muchos niños y adultos esperan con ilusión que Santa baje por la chimenea en Navidad y les traiga regalos. Santa Claus es venerado todavía en Myra y en Bari, donde dicen que su cuerpo emana un aceite curativo con un olor delicioso. ¡Sí, Santa Claus existe, vive! Trabaja desde el cielo ayudando a niños y adultos. La gente lo quiere mucho y le dicen de muchas maneras, como Papá Noel o San Nicolás; le han imaginado una casa en el Polo Norte con un trineo tirado por renos, ayudado por gnomos que fabrican los juguetes y hasta le han inventado ¡una esposa!

Recuerda que cada Navidad, Santa Claus se acerca a nosotros y se pone muy feliz cuando le damos un regalo a alguien. Dicen que detrás de cada persona que da un regalo en Navidad está Santa Claus prodigando su bendición con la alegría de su risa jo jo jo.

Por Orlando Plata González

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