Las geishas en guerra contra el acoso: prohibido hacerse fotos con ellas

El mal comportamiento de los turistas ha llevado a que en ciertas zonas de Japón se impongan multas a quienes buscan una selfie con estas artistas.

Redacción Cromos
07 de noviembre de 2019 - 03:35 p. m.
Las autoridades han establecido una multa de hasta 10.000 yenes (alrededor de 80 euros). / Pixabay
Las autoridades han establecido una multa de hasta 10.000 yenes (alrededor de 80 euros). / Pixabay

Las autoridades de Kioto han prohibido que se tomen fotografías en algunas zonas de Gion, el barrio de geishas más importante de la ciudad, debido a una marea de quejas provocadas por el acoso y el comportamiento indebido de los turistas que buscan fotos con ellas.

En este barrio se encuentran restaurantes de lujo en los que trabajan estas artistas que se pintan la cara de blanco y usan prendas tradicionales para entretener a los clientes (se les conoce como geiko y a sus aprendices las llaman maiko). “En un sondeo de 300 restaurantes y comercios del barrio surgieron todo tipo de quejas –narra el diario The Guardian–. Sobre los desperdicios, sobre quienes fuman mientras caminan, sobre los problemas relacionados con el tráfico o la intrusión en propiedades privadas. Algunos llegaron a afirmar que habían visto a grupos de turistas rodear taxis en los que viajaban algunas de las geishas o perseguirlas por la calle para sacarles fotos”.

Debido a estas quejas y previendo que el asunto empeorará durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio, las autoridades han establecido una multa de hasta 10.000 yenes (alrededor de 80 euros) a los turistas que se se acerquen a estas mujeres y les pidan fotos. 

La prohibición aplica en ciertas zonas del barrio, donde los visitantes se encuentran con carteles que dicen “No hagan fotos”. Además, este proyecto piloto utiliza una aplicación que envía mensajes a los celulares de los turistas cuando están a un kilómetro a la redonda de estas calles. “Cuiden sus modales”, leen los extranjeros en la pantalla de sus dispositivos móviles. “Eviten tomar fotografías las geikos y maikos”. O “No toquen lo que no es suyo”. Estos mensajes llegan en inglés y en chino, para asegurarse de que todos los entiendan.

De acuerdo con información de The Guardian, entre 2012 y 2017 el turismo en Japón aumentó un 250%. El último año de esa medición, el país recibió un número récord de 28,7 millones de personas y el Gobierno calcula que en 2020, el año en que Tokio será sede de los Juegos Olímpicos, el número se elevará a 40 millones. La mayoría de viajeros llegan de Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong, Tailandia y Estados Unidos.

Esta avalancha turística se ha salido de control en un país que no la estaba esperando. Tomolo Okuda, el propietario de un alojamiento tradicional japonés, le explicó a The Guardian que va a ser necesario enseñarles a los turistas las costumbres locales antes de su llegada. Los japoneses aseguran que los extranjeros cancelan reservaciones tarde, entran a las casas de té y no consumen nada, merodean frente a los portales de los hogares, se sientan en las vallas de bambú e ingresan a propiedades privadas para hacerse fotos.

“Cada vez más gente lee en internet sobre este sitio y vienen de vacaciones –explica Kanji Tomita, uno de los arquitectos detrás de la campaña que busca proteger el barrio Gion–. Es un lugar hermoso y queremos que los visitantes lo disfruten, pero ellos deberían tener en cuenta los sentimientos de las personas que vivimos aquí. Esto no es un Disneyland cultural".

Ante el descontrol de los turistas, Japón tambien ha impuesto restricciones a los alquileres privados del estilo de Airbnb: las propiedades se pueden alquilar por un máximo de 180 días al año. Esto ha hecho que se desplome el número de viviendas japonesas disponibles. De más de 60.000 que se encontraban antes de que entrara en vigor la ley, ahora se enuentran solo 1.000.  “Los vecinos, cansados del bullicio nocturno y la basura mal separada antes de ser desechada y preocupados por cuestiones de seguridad se han enfrentado a las autoridades locales que querían aprovechar los beneficios económicos del boom turístico”, escribe Justin McCurry en el artículo.

Por Redacción Cromos

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