“López Michelsen fue un pensador y un político”: Óscar Alarcón

Estas son las palabras que pronunció el periodista en la Universidad del Rosario en la presentación de cinco libros del presidente Lopez Michelsen.

Óscar Alarcón, especial para El Espectador
27 de diciembre de 2016 - 04:51 p. m.
“López Michelsen fue un pensador y un político”: Óscar Alarcón

“Nos reunimos hoy para presentar una selección de escritos del presidente Alfonso López Michelsen que hizo con rigurosa paciencia el profesor Fernando Mayorga García, un excelente investigador quien, previo a este trabajo, elaboró la más completa bibliografía de ese pensador y hombre público. Como conocedor de su obra pudo, con la rigurosidad de un artesano, encontrar artículos, ensayos y libros para compendiar y seleccionar de una extensa producción una parte de quien desde joven se dedicó a las más disimiles disciplinas que lo llevaron a ser uno de los colombianos que más conoció el país.
 
Ha querido el destino que parte de la obra de López Michelsen (porque esta es apenas una parte) se presente hoy casi en el mismo sitio en donde nació en el lejano 30 de junio de 1913. Era una vieja casona colonial ubicada enfrente del parque Santander, según relatan sus biógrafos. Es posible que sea el mismo sitio en donde estamos haciéndole el merecido homenaje, y qué mejor lugar en donde hoy está su universidad del Rosario, que tanto contribuyó a su formación académica y a la que tanto quiso.
 
Mucho le debe el país a la familia López. La república nació con ellos. Jerónimo López llegó a ser el sastre de los últimos virreyes de la Nueva Granada y su hijo Ambrosio, nacido el 9 de diciembre de 1809, seis meses antes del grito de independencia, fue un artesano y activista político que con sus gritos desde las barras en el convento de Santo Domingo, el 7 de marzo de 1849, impulsó la elección de José Hilario López.
 
En ese certamen, se asegura, nacieron los dos partidos que han dirigido la república y ellos, los López, siempre con el liberalismo. Pedro A. López, el hijo del artesano, logró ser el primero y más grande exportador de café y con los años crear el Banco López que fue víctima de los vaivenes del comercio internacional, Del matrimonio de Pedro A. López con María del Rosario Pumarejo nacería Alfonso López Pumarejo, el de la revolución en marcha, dos veces presidente y padre de López Michelsen.
 
López Michelsen fue un pensador y un político. Desde sus primeros años, cuando aún no dominaba el idioma de su niñez porque en su juventud estudió en Europa, escribió en francés un pequeño ensayo sobre Benjamín Constant, El padre bohemio del liberalismo burgués. Este trabajo, investigado y elaborado cuando apenas concluía la secundaria, se lo publicó en nuestro idioma, en 1934, Juan Lozano y Lozano gracias a la traducción (que el autor agradece) de Juan Arrubla, catedrático de castellano en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Sin embargo aparecen allí algunos errores de construcción idiomática que se registran en la última página como “fe de erratas”. Me precio de tener uno de esos ejemplares.
 
Lozano, al hacer la presentación de ese trabajo, señala que por el hecho de que López Michelsen había pasado la mayor parte de su adolescencia en colegios y universidades europeas “piense sus escritos en otros idiomas y su construcción castellana sea bastante defectuosa, si bien llena de ingenuidad y de gracias. Pero esa educación le ha infundido cualidades de familiaridad con los clásicos, de buen gusto y de desembarazo cosmopolita, que son muy poco frecuentes en nuestra vida literaria”.
 
Hasta esos años se remontó. Fernando Mayorga para hacer la que considero la más completa bibliografía de López Michelsen, 1744 citas, hasta 2007. La llamó Alfonso López Michelsen. El retrato del intelectual que tuvo prólogo de Hebert Braun. Yo que soy muy dado a comprobar esta tipo de referencias no le he encontrado impresiones notables, si acaso dos o tres, pero no he llegado a diez. Este trabajo previo le sirvió para hacer la compilación que hoy se presenta en cinco tomos: dos corresponden al constitucionalista, un tercero de escritos políticos, un cuarto de análisis económico y un quinto de temas internacionales. Si bien su impresión es de 2014 --¡no sé por qué!--, solo ahora se divulgan, cuando está llegando a su fin el 2016. A mí que se me ha dado el honor de presentarlos, solo los vine a conocer a finales de la semana pasada. Sin embargo la circunstancia de ser escritos del presidente López me ha sucedido, como estoy seguro que ocurrirá con muchos de los aquí presente, esta compilación nos sirve para releerlo ya que en su momento tuvimos oportunidad de deleitarnos con su prosa y con su pensamiento. Al hacer ese ejercicio nos damos cuenta de cómo sigue vigente en muchos aspectos el pensamiento de López y cómo hay problemas que trata y que continúan sin solución.
 
Son cinco gruesos volúmenes. Como dice mi amigo y escritor–también vinculado a esta casa de estudios—Juan Esteban Constain, cuando se trata de libros no hay como sentir el olor del papel, o el de la tinta, o el de la goma en las comisuras y el lomo. La condición olfativa y táctil del acto de leer, de la cual hablaban los romanos cuando en el siglo II después de Cristo discutían una gran novedad, la desaparición del libro. Pero ahí siguieron después de veinte siglos y hoy se enfrentan a los libros digitales.
 
Decía que en los documentos publicados muchos de los temas tratados siguen vigentes y también son muchos los problemas y situaciones a los que se refiere y  que aún siguen sin resolver. Al comentar, por ejemplo, el centenario de la separación de Panamá, el presidente López, con su mordacidad característica, destaca la similitud de los hechos de 1903 con los del 2003 los que a su vez hoy parecen calcados con los del 2016. Vean este ejemplo; “El corresponsal de El Tiempo en Washington informa que el señor Randy Beers, jefe de la Oficina para la lucha Internacional contra las drogas, del Departamento de Estado, está dispuesto a ir al Putumayo con su esposa e hijos para hacerse fumigar con glifosato y así demostrar que es inofensivo. ¿Recuerda el lector que De Lesseps, para demostrar que el clima de Panamá no sería obstáculo para la construcción del Canal, se vino hasta con sus nietos para pasar una temporada en Panamá, al finalizar el siglo XIX? Es una coincidencia casi cómica”.
 
A propósito de la separación de Panamá, que es un tema sobre el que he investigado y escrito, uno de cuyos libros el presidente López me hizo el honor de presentar en ese país, aparece en uno de los ensayos de su autoría, y que está en uno de los tomos, que en esos acontecimientos tuvieron un papel preponderante las esposas de los personajes, aun cuando en forma invisibles.
 
Resalta que en esos hechos, como sucedió en Europa con muchos acontecimientos, la mujer desempeñó un papel que considera preponderante, aún cuando invisible.
 
“Por ninguna parte –dice López-- aparece la aventurera, la espía, la seductora que en la historia de Europa les añade un elemento romántico a los grandes sacudimientos sociales. El único fru-frú de sedas es el de una francesa, la baronesa Cottu, que se presenta como testigo de cargo en el proceso contra Lesseps en París. No existe siquiera una Soledad Román que subyugue a ninguno de los principales protagonistas. En cambio, haciendo gala de buenos maridos, colombianos de los departamentos del interior, como Amador, Huertas y otros, acaban optando por justificar su solidaridad con la rebelión en razón a ser sus esposas panameñas y sus hijos nacidos en el istmo ¡Cualquiera creería que los mandaban en la casa!”.
 
Tocando temas más del momento, a los que también se refiere en artículo de 1981, vean lo que decía López sobre la paz: 
 
“El desafío de la paz es demasiado grande para que lo asuma un solo sector del conglomerado social, como son las Fuerzas Armadas. Así como la guerra internacional debe ser empeño de toda la ciudadanía, la paz interna debe ser igualmente una tarea común. Me atrevo a pensar que el liberalismo cuyo credo preconiza la tolerancia y el respeto al derecho ajeno, como insustituible principio de la convivencia social, debe estar presto, en todas las circunstancias, a secundar soluciones de paz basadas en el respeto a las opiniones de todos los sectores. Devolver la seguridad perdida a quienes en todos los niveles de la sociedad temen por su vida, honra y bienes, debe ser en nuestro programa, como en la Constitución misma, la primera de nuestras inspiraciones. La razón de ser del Estado es la paz”.
 
Su paso por la cancillería, en el gobierno de Lleras Restrepo, lo mostró como una figura destacada y amplio conocedor de los temas de fronteras y de límites y demostró ser una autoridad en derecho internacional. Uno de los cinco tomos es, repito, sobre esos asuntos. Hay que recordar que fue amigo y consejero de Omar Torrijos cuando se discutía el tratado del canal de Panamá con los Estados Unidos. Se publican documentos en donde fija su posición sobre el litigio con Nicaragua, tesis que lamentablemente no se han tenido en cuenta y que habrían dado un giro distinto a ese conflicto que hoy se ventila en la Corte Internacional de La Haya. 
 
Tuvo amistad con Fidel Castro sin ser íntimo. Varias veces se entrevistó con él y lo visitó en Cuba. En una ocasión me manifestó su alegría y satisfacción por estar invitado, con su amigo García Márquez, a los ochenta años de vida del presidente cubano, celebración que no se llevó a cabo en agosto del 2006 porque entonces comenzaron los quebrantos de salud del líder recientemente fallecido.
 
En el prólogo a un libro de Ramiro Andrade Terán Cuba, el vecino socialista, publicado en 1976, antes de la caída del muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética, escribió el presidente López:
 
“Si en la actualidad Cuba por muchos aspectos hace parte de la órbita comunista, ha sido ha sido más por un fenómeno de repulsa que por un fenómeno de atracción. Más por lo que le quitaron los Estados Unidos, particularmente su comercio, que por lo que le dieron los otros países; lo cual no vino sino en lugar secundario y como una necesidad vital de un país que no podía dejarse asfixiar sin vender sus exportaciones y sin tener de donde abastecerse de combustible”.
 
Hay que recordar que López y el MRL aplaudieron en su momento a Castro y los iniciales logros de la revolución cubana.
 
Hay dos tomos sobre derecho constitucional y ciencia política, temas que tanto le apasionaron, de los que investigó y escribió. Allí aparecen sus consistentes tesis sobre el constituyente primario, la soberanía, la guarda de la integridad de la constitución, las asambleas constituyentes, el Frente Nacional, los partidos políticos y el MRL y, por supuesto, sus dos textos clásicos, el de introducción al estudio de la constitución de Colombia y el de la estirpe calvinista de nuestras instituciones.
 
Son cinco gruesos volúmenes que son apenas parte de todo lo que escribió el presidente López. Gracias profesor Fernando Mayorga, por este trabajo. Y también gracias a la familia López y a la Universidad del Rosario que contribuyó a esta divulgación que se hizo con el apoyo del Gobierno y del Ministerio de Cultura quienes dieron cumplimiento a la ley del centenario del nacimiento del presidente López. Pero nos quedan debiendo sus escritos literarios, sobre Proust, García Márquez, Neruda, su novela “Los Elegidos”, también sus perfiles de sus contemporáneos, una selección de sus muchos prólogos (él que se jactaba de haber seguido esa disciplina, la de prologuista, en los últimos años de su vida). En fin se necesitarían muchos más tomos, muchos más anaqueles, para reunir las obras completas de tan grande pensador y de tan grande intelectual como lo fue el presidente López. 
 
Y por qué no, también nos quedan debiendo el anecdotario que debe ser bastante extenso. Cuento apenas uno que lo muestra de cuerpo entero. Recíen posesionado y cuando habían pasado varios meses de su gobierno, uno de sus amigos le pidió una cita para comentarle que por la calle le preguntaban de qué lo iban a nombrar, porque ya la nómina de ministros, gobernadores e institutos descentralizados se estaba agotando. El presidente López con su voz característica y con su tranquilidad de siempre, le respondió al inquieto visitante.
--Tranquilo, dígale a sus amigos que yo lo nombré y usted no aceptó".

Por Óscar Alarcón, especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar