Noventa minutos para deslumbrarse con Colombia

“Magia salvaje” será una cita imperdible para los colombianos que quieran entender qué significa nacer en el segundo rincón más biodiverso del planeta. Reptiles, insectos, mamíferos, glaciares y selvas merecían ser documentados en Full HD.

Angélica María Cuevas Guarnizo
30 de agosto de 2015 - 02:00 a. m.
Noventa minutos para deslumbrarse con Colombia

La escena no dura más de cinco minutos, pero Francisco Forero asegura que fue una de las secuencias más costosas de la película: en algún humedal de la Orinoquia el cocodrilo seduce a la hembra en un ritual bellísimo que incluye gorgoteos y bailes bajo el agua, y tan sólo segundos estamos viendo a este animal gigantesco depositando sus huevos en un agujero bajo tierra y esperando meses a que sus crías rompan el cascarón. Luego, la hembra siente el crujido de los huevos y se apresura a recibir a sus pequeñitos, los toma con la boca, los cuida. “Esa escena reúne el esfuerzo de un año entero de grabaciones. De perseguir al animal, de esperar a que ningún depredador acabara con los huevos, de no perderse los detalles”, explica Forero, productor de la película y director de Ecoplanet, una fundación que se ha dedicado a registrar en distintas publicaciones la riqueza natural del país.

Forero, fotógrafo y aficionado a las expediciones en 4x4, que lo han llevado desde Canadá hasta la Patagonia, también es el hombre al que se le ocurrió la locura de condensar la megadiversidad colombiana en una sola película al estilo de los mejores documentales sobre la naturaleza que se hayan producido.

El 19 de mayo de 2009, mientras trabajaba para Google, le tocó ver cómo Youtube, rompiendo su propia regla de no emitir contenidos de más de 10 minutos, se atrevió a reproducir un documental de 93 minutos que resultó ser un éxito, con más de 12’456.000 de visitas acumuladas hasta ahora.

Home, narrada en inglés por la actriz Glenn Close y en español por Salma Hayek, es una de las piezas fílmicas más impresionantes que se hayan rodado sobre la diversidad de la vida en la Tierra, pero también es un llamado a tener conciencia de que las actividades humanas se han convertido en la mayor amenaza para el equilibrio ecológico.

Forero se obsesionó con la idea de contactar al reconocido fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand, el director de la película y quien había logrado crear una red de distribución para que Home llegara gratis a cientos de lugares en el mundo con el único objetivo de multiplicar su mensaje: la humanidad tiene que evitar agotar los recursos naturales e impedir la evolución catastrófica del clima de la Tierra.

“Cuando lo encontré y pasó al teléfono, le hablé de lo maravillosa que me había parecido su película, pero le pregunté cómo países con tanta riqueza natural, como Colombia, Venezuela o Perú, no estaban allí representadas. Intentó explicarme que había viajado a Colombia, pero que había tenido problemas con el clima y las grabaciones no resultaron. Ahí nació la idea de hacer una especie de ‘Home Colombia’, y aunque a Arthus-Bertrand no le sonaba la idea de replicar su formato, nos invitó a París para conversar”, cuenta el productor colombiano.

En octubre de 2010 Forero viajó a Francia junto con Laura Fed, cofundadora de Ecoplanet, y una maleta con muestras de libros de fotografías impactantes de Colombia. Después de una conversación de cuatro horas Arthus-Bertrand, reconocido por la publicación de sus instantáneas en National Geographic, los motivó a seguir con la idea. Los colombianos regresaron para proponerle a Martín Nova, vicepresidente del Grupo Éxito y otro amante del cine, que se uniera al proyecto.

Se requerían grúas, cámaras y equipos técnicos de alta calidad capaces de soportar la humedad de las selvas colombianas, las inundaciones de la sabanas de la Orinoquia y la lluvia en los páramos. Consiguieron las herramientas para capturar panorámicas aéreas de la serranía del Chiribiquete, la Orinoquia, los ríos amazónicos y la Sierra Nevada de Santa Marta, pero también el movimiento frenético de las alas de un colibrí. Formatos que nunca habían sido utilizados en Colombia.

Con el aval del Grupo Éxito continúo la búsqueda de un equipo de documentalistas que hubieran trabajado para la BBC y sus reconocidas producciones sobre vida salvaje, como Planeta Tierra. Finalmente se firmó una alianza con la realizadora británica Off the Fence, y el documentalista Mike Slee (Bichos 3D, El vuelo de las mariposas, Vida en la Tierra) asumió la dirección. En total, 87 personas, 57 de ellas colombianas, hicieron parte de Colombia, Magia Salvaje.

Fueron más de 150 horas de grabación en 85 locaciones. Casi 127.000 kilómetros recorridos en todo el país para capturar la majestuosidad de la naturaleza local, desde sus glaciares hasta la desembocadura de los ríos, teniendo el agua como hilo narrativo.

Una ballena en la ensenada de Utría (Chocó) enseñándole a su cría cómo dar coletazos sobre el Pacífico; la secuencia de un jaguar, el felino más poderoso de América, atemorizando a sus presas; el impactante cóndor de los Andes sobrevolando el Parque Nacional Natural Puracé; la rana más venenosa del planeta (Phyllobates terribilis), nativa de la selva chocoana, vista en primer plano; orquídeas, mariposas, lagartijas, osos perezosos y de anteojos, monos tití del Caquetá, cabeciblancos y anacondas.

Las imágenes aéreas acercan al espectador a tesoros paisajísticos a los que pocos colombianos han tenido acceso: en minutos se puede estar ante los picos nevados de la Sierra Nevada del Cocuy y la Sierra Nevada de Santa Marta o los inmensos tepuyes del Chiribiquete, en el Amazonas, con sus inscripciones milenarias plasmadas por los primeros habitantes de América.

Pero esta no es sólo una película para maravillarse de Colombia, es, como lo fue Home en su momento, una advertencia sobre los límites que tiene el planeta y la relación vital que existe entre esos ecosistemas exuberantes y los colombianos, la humanidad.

El mensaje es el mismo: si seguimos abusando de nuestros recursos naturales, si acabamos con el hábitat de nuestros animales y optamos por acorralarlos y desaparecerlos, les dejaremos un planeta destrozado a nuestros hijos.

Por Angélica María Cuevas Guarnizo

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