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Pedaleando por una ciudad sostenible

Cada vez son más las personas que se suman a las bicicaravanas estudiantiles, un proyecto de movilidad alternativa creado por un grupo de estudiantes de la Universidad de los Andes.

María Luna Mendoza
02 de febrero de 2014 - 08:00 a. m.
Pedaleando por una ciudad sostenible

El pasado mes de octubre, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat) presentó un informe en el que afirma que en 2050 habrá 2.100 millones de carros en el mundo, 1.275 millones más de los registrados en 2010, cifras que, sin duda alguna, predicen la magnitud de la crisis a la que estaríamos abocados a no ser que se dé una transformación cultural que nos permita optar por nuevos modelos de movilidad.

“Hay que transformar de manera radical la estructura cultural que da vida a las ciudades, pues en ellas está el futuro del mundo. No podemos seguir construyendo ciudades para los vehículos, necesitamos ciudades para los seres humanos”, dice Miguel Ángel Julio, antropólogo y director de la Oficina de Participación, Educación y Localidades de la Secretaría Distrital de Ambiente.
De esta idea parecen estar convencidos Andrés Vergara, Juan Manuel Prada y Juan Camilo Farfán, tres estudiantes de la Universidad de los Andes que desde septiembre de 2010 vienen impulsando un proyecto de movilidad estudiantil alternativa llamado “A los Andes en bici”.
Una investigación realizada por el Grupo de Estudios en Sostenibilidad Urbana y Regional (SUR), de la Facultad de Ingeniería Civil y Ambiental de los Andes determinó las razones por las cuales la comunidad universitaria evitaba hacer uso de la bicicleta.

“La inseguridad, la falta de conocimiento de las rutas, el temor a los accidentes, la escasez de tiempo, el clima, la contaminación del ambiente o el no querer llegar agotados a las actividades académicas o laborales son las principales excusas para no movilizarse en bici”, cuenta Juan Manuel Prada.

Una vez concluido el estudio, surgieron varias iniciativas de movilidad estudiantil, como el sistema de carros compartidos (carpooling), y se potenciaron alternativas que varios estudiantes venían poniendo en práctica desde años atrás, por ejemplo el uso de las bicicletas como medio de transporte alternativo. En ese contexto nacieron las “bicicaravanas”, recorridos ciclísticos que estudiantes, profesores, personal administrativo e incluso el rector de los Andes, Pablo Navas, han puesto en práctica con el ánimo de mejorar las condiciones de movilidad dentro y fuera del campus universitario.

“Al subirnos a una bicicleta nos convertimos en una alternativa a las dinámicas que hacen de Bogotá una ciudad altamente congestionada. Está en nuestras manos ser parte del trancón o contribuir para que éste y sus implicaciones ambientales, sociales y psicológicas disminuyan”, expresa Juan Camilo Farfán.

Actualmente las bicicaravanas tienen diferentes puntos de encuentro y horarios de salida: en la Avenida 19 con calle 110, por ejemplo, la cita es a las 6:00 a.m.; en la carrera 11 con calle 100, a las 6:10 a.m., y en el centro comercial Gran Estación, a las 7:00 a.m. Al finalizar la tarde, entre las 5 y las 6 p.m., las caravanas de regreso a casa parten desde el cicloparqueadero del edificio Julio Mario Santo Domingo de la U. de los Andes hacia diferentes destinos.
“No hace falta ser ciclista profesional o tener una larga trayectoria deportiva. Una bicicleta y un buen casco son suficientes para comenzar”, anota Farfán.

Pero “A los Andes en bici” no es la única iniciativa de movilidad estudiantil alternativa. Universidades como la de Antioquia, con el proyecto En Cicla; la Jorge Tadeo Lozano, con el colectivo estudiantil Bicicultura Tadeísta, y la Javeriana, a través del programa “A la Javeriana en bici”, se han preocupado por promover no sólo el uso de la bicicleta, sino también de un nuevo paradigma urbano.

“Es importante mirar cómo se están generando procesos pedagógicos alrededor del uso de la bicicleta, la cual no sólo constituye un medio de transporte, sino una gran herramienta de educación ambiental”, señala Miguel Ángel Julio.

Los promotores de las bicicaravanas, a las que día a día se unen más estudiantes de diferentes universidades, se autodefinen como “desmitificadores” de los miedos y las incertidumbres que se tejen alrededor del uso de la bicicleta y que les impiden a las personas arriesgarse a vivir una experiencia de movilidad agradable, rápida, saludable y respetuosa del medio ambiente . “Las bicicaravanas se han convertido en un espacio de construcción de confianza y solidaridad ciudadanas”, coinciden sus promotores.

Julio se refiere a tres aspectos que hacen de la bicicleta una excelente alternativa a la crisis derivada por el creciente número de vehículos particulares que, día a día, inundan las vías de las principales ciudades del país.

Por un lado, dice, “el uso de la bicicleta está vinculado a un proceso de autocuidado”. “Cuando nos subimos a la bicicleta estamos rompiendo esquemas de sedentarismo y propiciando condiciones para mejorar la salud de los demás”.

Asimismo, la bicicleta como medio de transporte tiene que ver con la reducción de la huella ecológica de cada uno de sus usuarios. “Los seres humanos tenemos una impronta ecológica que está determinada por nuestras prácticas, usos y costumbres cotidianas. Está en nuestras manos disminuirla”, agrega Julio.

Finalmente, puede ser un excelente mecanismo de adaptación al cambio climático y de reconstrucción de la bioarquitectura de la ciudad, y nos permite apropiarnos socialmente del territorio que habitamos. “Cuando te subes a una bicicleta — señala Julio—, vives la ciudad de una manera diferente y estás construyendo ejemplo”. El llamado a los ciudadanos para que el uso de la bici no se limite a las ciclovías y al Día sin Carro, sino que se convierta en una verdadera filosofía de vida cotidiana.

Por María Luna Mendoza

 

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